El 18 de julio del '36 tiene lugar el Alzamiento. Ideado en un principio como un simple golpe republicano, las negociaciones con el Carlismo lo convierten en una causa nacional. Surgido bajo los ideales masónicos de Libertad, Igualdad y Fraternidad (según reza la proclama), se convierte en una lucha por Dios y por España, en una Cruzada --como fue proclamada por el Episcopado español y reiterado por casi todos los episcopados de todo el mundo.
Tras el estallido de la Cruzada se forman más de 40 tercios de requetés, voluntarios provenientes de toda España, pero especialmente en Navarra, Vascongadas, Castilla, Andalucía, Aragón, Asturias y Cataluña, donde se les permite combatir juntos. En muchos otros sitios, voluntarios carlistas se suman a las fuerzas militares nacionales.
El mismo día 19 se reúnen en la Plaza del Castillo de la ciudad de Pamplona (Navarra) entre seis mil y siete mil quinientos requetés que se suma al Ejército en la Columna que parte hacia Madrid y comandaba el coronel García Escamez. En los días siguientes se organizan compañías y tercios (a veces sin el número reglamentario de boinas rojas) por toda la Península.
Mientras tanto, cientos de carlistas, como muchos otros católicos, comienzan a ser perseguidos, encerrados, torturados y martirizados por todo el territorio español en manos aún de la República. Entre ellos, Víctor Pradera.
Los requetés combaten en la primera línea. Se distinguen por su arrojo, valentía y decisión. Aseguran las primeras posiciones cuando el Ejército aún se está movilizando. Forman columnas robustas y guerrillas astutas. No olvidan sus rezos y piden bendiciones a los sacerdotes que liberan. Los boinas rojas protegen las iglesias y los sagrarios, piden reparaciones y rezan, siempre rezan. Tan fieros en el combate, los milicianos republicanos prefieren evadirlos... "no hay como un requeté recién comulgado", se dice en las filas rojas.
Pero las bajas entre los voluntarios carlistas son numerosas e importantes, el mayor porcentaje de oficiales y jefes heridos y muertos. Unidades enteras de requetés son exterminadas por los rojos. Por lo que, cuando el Ejército logra organizar sus fuerzas, levantar los sitios y emprender guerra regular contra las fuerzas republicanas, los requetés son fusionados con el resto de la tropa nacional.
Sin embargo, algunos tercios logran permanecer unidos. Son legendarias las historias de algunos de ellos: el Apóstol Santiago, el Santa María de las Nieves, el Abarzuza, el Montserrat, el Numancia, la Radio Requeté, el San Ignacio, el Begoña, El Alcázar, el Zumalacárregui, el Cristo Rey... distinguiéndose en los combates de Logroño, el Alto de León, Peñaflor (donde es martirizado el joven pelayo Antonio Molle Lazo), Belchite, Huesca, Lopera, Porcuna, Ochandiano, Durango, Amorabieta, Codo, Quinto del Ebro, Belchite II, Caspe, Castellar, Villalba de los Arcos, Valsequillo. Todos nombres de gestas heroicas que se suceden en forma interrumpida hasta el fin de la guerra en 1939.
Pero, mientras los boinas rojas lavan con su sangre la tierra española, purificándola de la impiedad y las atrocidades cometidas por sus compatriotas bajo los efectos de un delirio satánico, la Comunión Tradicionalista enfrenta problemas en la retaguardia. Ya el 25 de julio, el periódico carlista El Pensamiento Navarro denuncia los excesos de falangistas exaltados, excesos que no son perseguidos por el comando militar del Alzamiento. El 28 de septiembre los carlistas pierden a su último rey legítimo, Alfonso Carlos I, tras un accidente automovilístico en Viena (Austria), complicando así --al no contar con descendientes directos-- la situación dinástica.
El Carlismo pretende mantener, armar y entrenar a sus requetés, pero estos planes no son del agrado del cuartel general de las fuerzas nacionales. Así, tras denunciar el incumplimiento del acuerdo firmado entre la Comunión y el general Mola, Fal Conde se ve obligado a exiliarse en Portugal el 8 de julio. En febrero del año '37, el generalísimo Franco prohibe El Sistema Tradicional, libro publicado por el dirigente carlista Ignacio Hernando de Larramendi, explicando los planes del Carlismo para el futuro. Fal Conde y Don Javier de Borbón Parma (sobrino de Alfonso Carlos I, regente carlista designado para buscar el sucesor y nombrado abanderado de la Comunión Tradicionalista) procuran estrechar lazos con la Falange y el Alfonsinismo, previendo alguna extraña movida por parte de los jefes militares nacionales.
Movida que finalmente se produce el 19 de abril. En el famoso Decreto de Unificación, el caudillo Francisco Franco unifica en un único movimiento a todas las organizaciones políticas del bando nacional: la Falange Española Tradicionalista y de las Juventudes de Ofensiva Nacional Sindicalista, más conocida por sus siglas FET de las JONS.
Si bien algunos carlistas aceptan el decreto como una necesidad de la guerra -entre ellos el conde de Rodezno, Dolz de Espejo, Arellano y Mazón-, Fal Conde y Don Javier se oponen. "Es una infamia lo que [Franco] ha hecho con nosotros", escribe la viuda de Alfonso Carlos I a Fal. Incluso en el frente, grupos de boinas rojas se oponen a usar la camisa azul o los símbolos falangistas. En octubre numerosos dirigentes carlistas son detenidos en Burgos, San Sebastián, Vitoria y Pamplona, zonas nacionales hacía tiempo aseguradas. Al mes siguiente, el mismo Don Javier se entrevista con Franco, llegándose a una tregua mientras dure la guerra.
El 1° de abril del '39 la guerra civil española llega a su fin. Mientras Franco ingresaba en Madrid escoltado por sus moros, los sobrevivientes requetés eran desmovilizados. Comenzaba una nueva época difícil para el Carlismo.
Imagen: Tercio de Montejurra en el Frente de Teruel. (Foto gentileza de Requetes.com)
Corregido el 22 de febrero de 2007.-