viernes, diciembre 28, 2007

Innegable origen hispánico de los cantares populares navideños

Camina, camina
la Virgen María.
A San José lleva
en su compañía.
Compañía más dulce
no podrá encontrar.

A Belén camina;
no pueden parar,
que antes de las doce
desean llegar.

Siguen caminando,
San José a la par.
"--Camina, María,
si puedes andar;
ya los gallos cantan:
cerca está el lugar.


Composición tradicional anónima recopilada por Juan Alfonso Carrizo en el Norte argentino, bastante difundida a comienzos del siglo XX bajo el nombre de "La Peregrinación". Es de antiguo origen hispánico; los versos en bastardilla pertenecen a los denominados "cantares de camino", de moda en la España de los siglos XV y XVI.

Los que hacemos Carlismo Argentino les deseamos a todos los españoles de ambas márgenes del Atlántico unas muy felices y santas Navidades, una feliz celebración de Reyes y un buen comienzo del año 2008 de Nuestro Señor.



lunes, diciembre 17, 2007

El fuero viejo de Castilla

En momentos de catarsis, una de las mejores maneras de preparar el futuro es mirar hacia atrás. No con nostalgia, no empleando el retrovisor a modo de prospección de futuro, sino como afianzamiento de unos cimientos necesarios para poder construir el edificio con calma y seguridad.Y en estos momentos en que las estructuras parecen comidas por las termitas, parece que llega la ocasión de hacer una visita a uno de nuestros textos clásicos que forjaron la convivencia en España: El Fuero Viejo de Castilla.Acudimos a una reimpresión de la edición de 1771, una de las menos contaminadas por visiones posteriores, y nos encontramos una estructura en cinco libros donde se desgrana como el señorío del Rey de Castilla debe impartir justicia, y como ésta no es una veleta que, según la moda, debe orientarse. Vemos como se protege al humilde frente al poderoso, vemos como las herencias son algo cuidado, casi mimado, vemos el especial hincapié en el castigo a los que fuerzan mujeres, a los asesinos, como se protege a los huérfanos y como se rige con justicia los intercambios comerciales.Y tenemos una profunda envidia.

Publicado por 29octubre en 9:32 0 comentarios
Etiquetas: ,
[Tomado de Palabra y Obra]

martes, octubre 30, 2007

Beatificación de los 498 mártires de la España republicana


Acá video de la ceremonia de beatificación de los mártires de España. En primer plano, con banderas rojigualdas con el Sagrado Corazón o la Cruz de San Andrés, los miembros de la Comunión Tradicionalista Carlista (CTC) que estuvieron presentes en la Plaza de San Pedro.


lunes, octubre 22, 2007

El Mal Menor


Estamos a menos de una semana de las elecciones presidenciales en la Argentina, y es cada vez más habitual escuchar a muchos católicos decir que van a votar a cualquier candidato que se oponga a la actual primera dama, con tal que tenga alguna posibilidad de vencerla. Se dice que se hace esto para evitar el mayor de los males, que sería el triunfo de la Sra. Cristina Fernández de Kirchner.

Quienes hacemos Carlismo Argentino, ponemos a disposición de todos un trabajo de Javier Garisoaín Otero, actualmente Secretario General de la Comunión Tradicionalista Carlista, acerca del concepto de "Mal Menor" en política, a la luz del Magisterio de la Iglesia:

Doctrina y táctica del Mal Menor

por F. Javier Garisoain Otero

Quisiera decir algo católicamente correcto sobre el concepto de “mal menor”. Y explicar que una cosa es la lícita doctrina moral del mal menor y otra más discutible la táctica política del mal menor. La táctica política malminorista es, desde hace doscientos años, seña de identidad del llamado catolicismo liberal, una ideología que ha pretendido conciliar la Verdad que predica la Iglesia con el relativismo y el naturalismo. Soy consciente de que muchos católicos sinceros siguen confiando en las tácticas maquiavélicas del mal menor y del voto útil tal vez porque no acaban de descubrir otra que les convenza. Después de pensarlo un poco les diré mi opinión: que hacer propuestas malas sabiendo que son malas y esperando con ello evitar el triunfo de propuestas peores suena, cuando menos, bastante inmoral. Y además es ineficaz.

La doctrina moral del Mal Menor
Los buenos filósofos explican que el mal no tiene entidad propia porque sólo es ausencia de bien. El mal menor pues no es más que carencia de bien. Y en este sentido mal menor es exactamente lo mismo que bien mayor. Como en el ejemplo de la botella “medio llena”o “medio vacía”sabemos que el nivel puede cambiar a más o a menos. Sabemos que diversas limitaciones internas o externas nos alejan siempre de la perfección individual y social. Por eso la doctrina del mal menor, que exige procurar siempre el mayor bien posible y evitar el mal en lo posible, es válida siempre. Ante una elección -suponiendo que nuestra única responsabilidad sea elegir- no existe otra posibilidad de rectitud ética que elegir lo mejor. Y si todo es malo hay que elegir el mal menor. Y no estará de mas convenir que en ciertos casos el negarse a elegir, es decir, la abstención, aún siendo un mal, puede ser el verdadero mal menor que estamos buscando. Todo ello suponiendo -insisto- que nuestra única responsabilidad sea elegir. La cosa cambia, como veremos, si nuestra responsabilidad no es elegir, sino hacer, o proponer. Al fin y al cabo vivimos en una sociedad plural en la que tenemos el deber de participar. ¿Se satisfará ese deber con la mera elección pasiva del mal menor? Si el llamamiento es a participar, a hacer, a construir, habrá que HACER el bien.

La táctica política del Mal Menor

La táctica política del mal menor ya no se limita al momento electoral, pues consiste en proponer unos males (menores) para evitar que triunfen otros males (mayores). Es la tentación política que nos acosa cuando tenemos la responsabilidad de hacer propuestas. Y llegados a este punto he llegado a una conclusión: desde el punto de vista ético nunca puede ser lícito proponer un mal, aunque éste sea menor. He aquí algunos argumentos de por qué no es bueno el malminorismo:

- Porque la doctrina católica es clara al respecto cuando afirma que la conciencia ordena “practicar el bien y evitar el mal”(Cat. 1706 y 1777), que no se puede “hacer el mal”si se busca la salvación (Cat. 998) y que “nunca está permitido hacer el mal para obtener un bien”. (Cat.1789)
- Porque la responsabilidad de los laicos católicos no puede limitarse a elegir pasivamente entre los males que los enemigos de la Iglesia quieran ofrecer, sino que debe ser una participación activa y directa, “abriendo las puertas a Cristo”.
- Porque el mal menor pretende asignar a los católicos un papel mediocre y pasivo dentro del nuevo sistema “confesionalmente aconfesional”.
- Porque el mal menor convierte en cotidiana una situación excepcional.
- Porque una situación de mal menor prolongada hace que el mal menor cada vez sea mayor mal. Los males “menores”de nuestros días pesan demasiado como para no evidenciar un enfrentamiento radical con el Evangelio: el individualismo, la relativización de la autoridad, el primado de la opinión, la visión científico-racionalista del mundo... principios que se manifiestan en la pérdida de fe, la crisis de la familia, la corrupción, la injusticia y los desequilibrios a escala mundial, etc.
- Porque la táctica del mal menor se ha demostrado ineficaz en el tiempo para alcanzar el poder o reducir los males.
- Porque es preciso exponer en su integridad el mensaje del Evangelio ya que “donde el pecado pervierte la vida social es preciso apelar a la conversión de los corazones y a la gracia de Dios”(...) y “no hay solución a la cuestión social fuera del Evangelio”(Cat. 1896)
- Porque la propuesta de un mal por parte de quien debiera proponer un bien da lugar al pecado gravísimo de escándalo que es la “actitud o comportamiento que induce a otro a hacer el mal”). (Cat. 2284). A este respecto es muy clara la enseñanza de Pío XII: “Se hacen culpables de escándalo quienes instituyen leyes o estructuras sociales que llevan a la degradación de las costumbres y a la corrupción de la vida religiosa, o a condiciones sociales que, voluntaria o involuntariamente hacen ardua y prácticamente imposible una conducta cristiana conforme a los mandamientos (...) Lo mismo ha de decirse (...) de los que, manipulando la opinión pública la desvían de los valores morales”. (Discurso de 1/6/1941. Recogido en: Cat. 2286).
- Porque un mal siempre es un mal y “es erróneo juzgar la moralidad de los actos considerando sólo la intención o las circunstancias”(Cat. 1756).

Cómo nace el Mal Menor
Históricamente, la táctica política del mal menor nace en la Europa cristiana postrevolucionaria de la mano de dos movimientos políticos católicos: el catolicismo liberal y la democracia cristiana. Es complicado desentrañar los motivos que llevan a sus promotores a adoptarla en la teoría. Y son contradictorios los hechos y las decisiones adoptadas en la práctica. No entraré a juzgar la intención. En muchas ocasiones los malminoristas han sido hombres de iglesia, católicos inquietos por los avances de la revolución y deseosos de hacer algo en un contexto de debilidad de la respuesta católica a la revolución liberal. Se puede llegar al malminorismo por diversos motivos que se superponen y entremezclan:

- Por “contaminación”del pensamiento revolucionario y el deslumbramiento ante la aparente perfección de las nuevas ideologías. Buscando, por ejemplo, el compromiso de la Iglesia con una forma política concreta (nacionalismo, parlamentarismo, democracia de partidos, etc.)
- Por exageración de los males del Antiguo Régimen y su identificación con la misma Doctrina Católica.
- Por cansancio en la lucha contrarrevolucionaria, por el acomodo conservador de quienes están llamados a la valentía.
- Por una derrota bélica de las políticas católicas, o tras un período intenso de persecución religiosa.
- Por una aparente urgencia de transacción con los enemigos de la Iglesia a fin de que, al menos, sea tolerada por unas autoridades hostiles una mínima labor apostólica.
- Por maniobras de partidos revolucionarios que intencionadamente procuran sembrar dudas y división entre los católicos.
- Por la carencia de verdaderos políticos católicos lo cual anima la intromisión del clero en la política concreta.
- Por la misma intromisión clerical en el juego político lo que a su vez retrae de la participación a unos y desautoriza la labor independiente -y tal vez discrepante en lo contingente- de otros laicos.
- Por ingenuidad de los católicos que confían sin garantías en las reglas del juego establecidas por los enemigos de la fe.
- Por una sobrevaloración del éxito político inmediato olvidando que, como dice el catecismo: “el Reino no se realizará (...) mediante un triunfo histórico de la Iglesia en forma de un progreso creciente, sino por una victoria de Dios sobre el último desencadenamiento del mal”. (Cat. 677)
- Por una creciente desorientación y falta de formación del pueblo católico que genera pesimismo o falta de fe en la eficacia salvadora de los principios del Derecho Público Cristiano.
- Por un enfriamiento en la fe y la religiosidad. Porque sin ayuda de la gracia es muy difícil “acertar con el sendero a veces estrecho entre la mezquindad que cede al mal y la violencia que, creyendo ilusoriamente combatirlo, lo agrava”. (Centesimus Annus, 25. En Cat. 1889)

Cómo ha evolucionado la táctica del Mal Menor
La táctica del mal menor no se ha introducido de golpe en ningún momento. Lo ha hecho de forma progresiva (a peor) a lo largo de los dos últimos siglos. En la historia política de los países europeos se podrían identificar las siguientes situaciones: - En un primer momento, tras el choque violento de la revolución, y argumentando el accidentalismo de la Iglesia (que corresponde a la institución pero no a los laicos), los malminoristas toleran, consienten y hasta promueven la disolución de estructuras políticas y sociales tradicionales (monarquía, gremios, instituciones religiosas, bienes comunales, etc.) que eran de hecho un freno a la revolución.

- Paralelamente a la secularización de la política y por un cierto maquiavelismo, empiezan a omitir los argumentos religiosos a la hora de hacer propuestas con la ilusión de captar así el apoyo de los no católicos. Algunos llegan a afirmar como justificación para no hablar de la Redención que “la doctrina cristiana es más importante que Cristo”lo cual no deja de ser puro pelagianismo.
- El paso siguiente en la táctica malminorista es el intento de unión de los católicos en torno a un programa mínimo pero no para presentar una alternativa al nuevo régimen sino para integrarse mejor en él con la idea de “cambiarlo desde dentro”. Para ello se procura el desprestigio de otros políticos y tácticas católicas marginales.
- Un recurso frecuente en los malminoristas es tratar de ganar la simpatía de la jerarquía mediante promesas de “paz y reconciliación”que permitan la reconstrucción material de las Iglesias y el mantenimiento regular del culto. Se trata de un intento desesperado de salvar “lo que se pueda”, de tentar a la jerarquía de la Iglesia con una dirección política que no le es propia. Que podría ser algo excepcional, pero no la tónica habitual de participación política católica.
- En ocasiones son los propios obispos o miembros del clero quienes promueven grupos políticos en esa línea con una mentalidad puramente defensiva de la Iglesia. Esta intromisión empobrece la acción política de los católicos, la hace “ir a remolque”de las propuestas revolucionarias, y compromete a la Iglesia con soluciones políticas legítimas pero opinables. Cuando alguien propone hacer acción social, como lo hizo en España un influyente obispo, “para que no se nos vayan los obreros de la Iglesia”está falseando la finalidad de la verdadera acción social, que no puede ser un mero instrumento de catequesis, sino un deber de justicia y responsabilidad de los laicos.
- El caso del Ralliement propuesto por León XIII, que envalentonó aún más a los enemigos de la Iglesia en Francia, o la verdadera traición de ciertos obispos mexicanos a los católicos cristeros, milagrosamente perdonada por el pueblo fiel, son dos ejemplos de las nefastas consecuencias a las que puede llevar el malminorismo. En este sentido la claridad del Concilio Vaticano II al exigir la abstención del clero de toda actividad política representa una rectificación importante. Es preciso reconocer que el empeño cobarde de algunos cristianos por buscar la mera supervivencia material de la Iglesia, la “añadidura”, ha sido un anti-testimonio escandaloso. Es un escándalo que quienes dicen con el Evangelio “Buscad el Reino de Dios y su justicia...”olviden que el mal moral es “infinitamente más grave”que el mal físico. (Cat. 311)
- Más recientemente y coincidiendo con la euforia previa al Concilio Vaticano II se procuró la disgregación de partidos, asociaciones, instituciones y estados católicos con la idea de potenciar una especie de “guerra de guerrillas”que pudiera conquistar así la opinión pública y llegar a todos los rincones del entramado social. Los resultados están a la vista: no sólo se han debilitado o extinguido las antiguas herramientas sino que además no ha surgido esa nueva”guerrilla”y no se ha conquistado nada nuevo -o poco- que no fuera ya católico.
- El último paso del malminorismo y la demostración palpable de su maquiavelismo es la justificación del voto útil lo que, paradójicamente, contradice el mal menor porque propugna que se vote no ya al menos malo, sino a la opción que tenga mayores posibilidades de triunfo, aunque sea peor que otras opciones con menos posibilidades.

La ineficacia del Mal Menor

Al analizar la génesis y desarrollo de las tácticas malminoristas, en ningún caso condeno aquí la intención de quienes las han apoyado o apoyan. Simplemente quiero constatar algunas razones que expliquen por qué el malminorismo nunca consigue lo que se propone. No consigue reducir el mal mayor:

- Porque las energías que debían gastarse en proponer bienes plenos se gastan en proponer males menores.
- Porque es una opción de retirada, pesimista, en la que el político católico esconde sus talentos por temor, o por falsa precaución.
- Porque la táctica del mal menor predica la resignación; y no precisamente la resignación cristiana, sino la sumisión y la tolerancia al tirano, a la injusticia y al atropello. Con tácticas malminoristas nunca se habría decidido el alzamiento español de 1936, ni habría caído el muro de Berlín. No habría habido Guerra de la Independencia Española, ni insurgencia católica en la Vendée, ni Carlistas en España, ni Cristeros en México. Y tal vez ninguna oposición habría encontrado el avance islámico por Europa. No habrían existido ni Lepanto, ni Cruzadas, ni Reconquista.
- Porque el mal menor se presenta como una forma inteligente de favorecer económica y físicamente a la Iglesia olvidando que la mayor riqueza de la Iglesia -su única riqueza- es el testimonio de la Verdad, testimonio que si sigue hoy vivo es gracias a la sangre de los mártires.
- Porque hay ejemplos sobrados en los que el triunfo del malminorismo ha dado el poder a partidos que reclamando el voto católico han amparado, y eso ha pasado en media Europa, una legislación anticristiana (divorcio, aborto, etc.). En definitiva, el malminorismo no ha sido derrotado nunca porque en sí mismo es una derrota anticipada, una especie de cómodo suicidio colectivo. Es el retroceso, la postura vergonzante y defensiva, el complejo de inferioridad. Defendiendo una táctica de mal menor, los cristianos renuncian al protagonismo histórico, como si Cristo no fuese Señor de la historia. Se creen maquiavelos y sólo son una sombra en retirada. Niegan en la práctica la posibilidad de una doctrina social cristiana, y niegan la evidencia de una sociedad que, con todas sus imperfecciones, ha sido cristiana. El malminorismo, contrapeso necesario de una revolución que en el fondo es anticristiana, ha fracasado siempre, desde su mismo nacimiento. En cambio, la historia de la Iglesia y de los pueblos cristianos está llena de hermosos ejemplos en los que el optimismo -o mejor, la esperanza cristiana-, nos enseña que es posible, con la ayuda de Dios, construir verdaderas sociedades cristianas. La política cristiana no ha fracasado en la medida en que todavía hoy seguimos viviendo de las rentas de la vieja cristiandad occidental.

Conclusiones

Es alentador comprobar que, gracias a Dios, los errores filosóficos o teológicos, cuando se concretan en movimientos y personas, siguen adelante en medio de felices incongruencias, acuciados por la realidad de las cosas. Raras veces llegan a desarrollar las últimas consecuencias de sus principios. Por eso el resultado de una acción política, aunque parta de unos principios erróneos, es incierto y sorprendente. “Dios creó un mundo imperfecto, en estado de vía”. (Cat. 310) y ni siquiera el acceso al gobierno político de personas santas podría eliminar todas las imperfecciones de este mundo. Una vez reconocida esta tremenda limitación de la realidad política, nuestra responsabilidad de laicos católicos no puede ser la resignación ante un mundo imperfecto, sino la lucha y la aventura por procurar el acercamiento a ese ideal de perfección que propone también a un nivel social el Evangelio. Aquí radica el verdadero y sano pluralismo que debe existir entre los católicos, porque sin reconocer cierto “derecho a la equivocación”será imposible rectificar y mejorar. La Doctrina de la Iglesia está pidiendo a los laicos católicos una participación activa en la vida política, solos o acompañados. Todo llamamiento a la unidad entre los católicos no puede exigir mas que una unión en los principios pre-políticos, es decir, en torno a una misma idea de bien común. Y esa acción política católica es responsabilidad exclusiva de los laicos, no de la Institución jerárquica. Laicos solos, o laicos agrupados. Pero laicos. En cuanto a los conceptos de mal menor y voto útil, estas son mis conclusiones:

- El mal menor como doctrina moral es siempre válido si nuestra responsabilidad es exclusivamente la elección.
- El mal menor como táctica política nace en la Europa postrevolucionaria en un contexto de debilidad de las opciones políticas cristianas.
- La táctica del mal menor es pesimista e ineficaz.
- La táctica política del voto útil es puro maquiavelismo político y aunque aparentemente contradice la táctica del mal menor es en realidad una vuelta de tuerca en una misma concepción que esteriliza la acción política de los laicos católicos.

F. Javier Garisoain Otero

miércoles, octubre 17, 2007

Otro texto histórico


MANUEL RODRIGUEZ, EDITOR

HISTORIA

DE

DON CARLOS DE BORBON Y ESTE,

Y DE SU AUGUSTA FAMILIA,

DESDE EL CONVENIO DE VERGARA HASTA NUESTROS DIAS,

POR

DON E. PABLO DE CORDOBA.


______________

TOMO SEGUNDO
______________



MADRID: 1870.
_________

OFICINAS Y ADMINISTRACION,
Plazuela del Biombo, núm. 2.




viernes, octubre 12, 2007

Nota de prensa de la CTC ante el día de la Hispanidad


Los vínculos de unidad de los pueblos hispanos han sido siempre la Monarquía y la Fe católica


11.octubre.2007

En el día de hoy, Día de la Hispanidad y de Su Patrona, Nuestra Señora del Pilar, la Comunión Tradicionalista Carlista felicita a todos los españoles e hispanoamericanos y declara lo siguiente:

La fiesta de la Hispanidad, símbolo de la unidad esencial de los pueblos hispánicos, comenzó a celebrarse en Argentina (1917) antes que en España (1918), extendiéndose después su celebración a muchos otros países de Hispanoamérica. La CTC recuerda que los vínculos de unidad de la Hispanidad han sido siempre la Monarquía y la Fe Católica y que cualquier intento de unidad fracasará si no se apoya en esas raíces comunes a todos los estados hispánicos.

El significado de esta celebración adquiere hoy día mayor relieve que nunca, cuando la Patria común de todos los españoles es vilipendiada y pisoteada desde diversos entornos separatistas con la inactividad cómplice del Gobierno de la nación y las débiles protestas del principal partido de la oposición.

Al hilo de los recientes hechos acontecidos en Gerona y otros lugares con la quema de retratos del Jefe del Estado, recordamos que aunque el sistema vigente lleve la denominación de "Monarquía", no reúne ninguna de las notas que la definen, pues el titular de la institución ni rige, ni reina, ni gobierna. Derribada la Monarquía Católica, que fue vínculo de unidad de los pueblos hispánicos, por la monarquía constitucional y los partidos liberales, el lazo que mantenía unidos a la diversidad de pueblos de la Hispanidad acabó por romperse. Hoy asistimos en España -y en todo el ámbito hispanoamericano- a las consecuencias lógicas de aquella negación fundamental.

La Monarquía constitucional, además de adulterar la verdadera Monarquía, se ha caracterizado por legalizar con su firma las realidades más atroces, sometiéndose disciplinadamente a las exigencias de los principios de la Revolución disfrazados de legalidad constitucional: divorcio, aborto, experimentación con embriones, el denominado "matrimonio homosexual", la ley de educación que implanta Educación para la Ciudadanía, etc.

Nos asombra que precisamente los políticos que mediante la Constitución vaciaron totalmente de contenido la Institución Monárquica pretendan ahora que don Juan Carlos alce su voz –cosa que nunca ha hecho- o utilice unas prerrogativas de las que carece para poner orden en el caos de las insaciables exigencias los gobiernos nacional-socialistas del País Vasco y Cataluña.

Lamentablemente, dada la experiencia histórica, no podemos decir que prefiramos una República a esta mal llamada "Monarquía" constitucional.

Ante la intención del presidente de la Comunidad Autónoma Vasca, Juan José Ibarreche, de convocar un referéndum consultivo para la autodeterminación del País Vasco en próximas fechas, denunciamos el engaño de que llevan siendo objeto todos los españoles desde hace décadas, a quienes por un lado se les alerta del peligro que este paso significa para la unidad de España y por otro se define a los partidos nacionalistas como partes irreemplazables del sistema, los cuales además vienen siendo financiados por el Estado desde hace décadas .

Por todo ello, la Comunión Tradicionalista Carlista reivindica el significado profundo de la fecha e invita a todos los españoles a honrar a la Hispanidad y Su Patrona en esta festividad.

Comunión Tradicionalista Carlista
http://www.carlistas.es/
C/Zurbano, 71; Of. 3; 28010 Madrid.
Tfno.: 629 203 900 y 669 370 370.
email: carlistas@carlistas.es


miércoles, octubre 10, 2007

MADRE Y REINA DE AMÉRICA


“Porque así como es cierto que habemos de morir así nos es incierto cuándo ni dónde moriremos, de manera que debemos vivir, y así estar aprestados como si a cada hora hubiésemos de morir”.

Esta frase integra el testamento de Ia reina Isabel I de Castilla, o Isabel la Católica de España. Pero también es legado suyo el impulso que ella, una reina de la tierra, dio a la evangelización del continente descubierto por sus navíos en 1492.

Es el misioneros quiero, antes que conquistadores, lo que animó a la empresa hispánica de dar a luz un nuevo mundo para la Iglesia; el ideal inspirador de España en la conquista fue, al decir del historiador Lesley B. Simpson, “hacer del Nuevo Mundo una verdadera Ciudad de Dios”. O, como escribió la también historiadora norteamericana Erna Ferguson de los descubridores hispanos: “nosotros nos imaginábamos que el conquistador iba en busca de oro, como lo hicieron los hombres de todos los tiempos. Sin embargo él se inspiraba también en el deseo de extender los beneficios del cristianismo a los más remotos confines de la tierra. Este impulso misionero fue en gran parte lo que motivó a fortificar su alto valor personal, su atributo de invencible”.

Pero… ¿quién animaría, a su vez, ese impulso misionero? ¿Quién avivaría el fuego religioso en aquellos rudos marineros de los siglos XV y XVI?

La respuesta la encontramos en, por ejemplo, el grito de Hernán Cortés al internarse en tierra mexicana: “¡Adelante, compañeros, que Dios y Santa María están con nosotros!”

También se halla en el gesto de Alonso de Ojeda, sosteniendo una imagen de la Virgen para animar a sus hombres en medio de los peligros de la selva cubana.

Por Ella fuimos alumbrados a la vida de la gracia, con Ella ingresamos al Cuerpo Místico de Nuestro Señor en la tierra y en Ella se resume nuestro origen y fundación.

América, el continente de la Virgen María: también es su legado el impulso que Ella, la Reina de los Cielos, dio a la evangelización del continente descubierto por sus hijos en 1492.

Somos el fruto más grande de la España Católica, la flor de la Hispanidad, el mundo que forjaron los descendientes de aquellos que fueron bautizados por Santiago Apóstol y se hincaron ante el Pilar bendito de Zaragoza, que salieron un día a la mar para regalarle a la Cristiandad que perdía medio continente, uno entero en el cual, antes que el arado rompiera la costra, de la tierra virgen brotara la Forma.

Ya no están Cortés ni Ojeda. Pero hace cinco siglos que la Santísima Virgen es la Madre de América. Desde el Pilar ha venido para ser Nuestra Señora de Guadalupe, en México, o Nuestra Señora de la Caridad del Cobre, en Cuba. Se ha mostrado Madre. Aquella fe que los descubridores sembraron en Hispanoamérica, se encargaron de arraigarla los misioneros que los acompañaban, para que perdure hasta hoy, a despecho de las sectas, los indigenistas y todos los demás enemigos de España.

Mostrémonos, ahora nosotros, hijos. Defendamos nuestras raíces: la caballerosidad cristiana, la hidalguía española, la tradición católica, la devoción mariana. Cuatro banderas que, abiertas en cruz, nos enseñan el camino del cielo donde se halla, en cuerpo y alma, la Madre de Dios y Madre de América.

Rafael García de la Sierra


viernes, septiembre 28, 2007

Texto histórico

LA
BANDERA CARLISTA
EN 1871.


HISTORIA DEL DESARROLLO Y ORGANIZACIÓN
DEL PARTIDO CARLISTA DESDE LA REVOLUCIÓN DE SEPTIEMBRE.

EXPOSICIÓN DE SUS ASPIRACIONES,
RESEÑA TAN VERÍDICA COMO LASTIMOSA DE LA ULTIMA CAMPAÑA ELECTORAL
Y BIOGRAFÍAS Y RETRATOS
DE LOS SENADORES Y DIPUTADOS CARLISTAS
ELEGIDOS POR EL VOTO DE LA NACIÓN.

Obra escrita para edificación de los españoles,
POR
EL VIZCONDE DE LA ESPERANZA.

MADRID.
IMPRENTA DE EL PENSAMIENTO ESPAÑOL, CALLE DE PELAYO, NÚMS. 38 Y 40,
á cargo de R. Labajos y Arenas.
1871.

viernes, septiembre 21, 2007

Campamento Cruz de Borgoña: El futuro y la esperanza

Cruz de Borgoña es una Asociación Juvenil radicada en España cuyos fines principales son la educación cristiana y específicamente carlista de niños y jóvenes, inspirándose para ello en el cuatrilema de Dios-Patria-Fueros-Rey, y en sumisión y acatamiento al Magisterio de la Iglesia Católica. Desde sus comienzos, allá a principios de los años 80, Cruz de Borgoña ha perseguido el objetivo de formar personas cristianas y conscientes de sus raíces, que sean fermento del futuro y esperanza del mañana organizando múltiples actividades a lo largo del año: campamentos, peregrinaciones, convivencias, excursiones, retiros y ejercicios espirituales. Su actividad “estrella” es el campamento de verano, punto de encuentro de jóvenes de todas las edades que durante esos días reciben clases de Historia de España y del Carlismo, de doctrina y Magisterio de la Iglesia, son instruidos en lectura de mapas, orientación con brújula, morse, rappel, y llevan a cabo actividades de deportes, montañismo, senderismo y educación física, excursiones culturales y formativas, todo ello con la colaboración de monitores y la asistencia espiritual de sacerdotes que prestan su tiempo desinteresadamente a la asociación.

En el campamento de verano los niños reciben el nombre de “pelayos” y las niñas el de “margaritas” y se hace una distribución en grupos por edades, formándose varios campamentos que siguen actividades y reciben cursos y clases formativas según su edad: niños de 8 a 12 años, adolescentes de 12 a 16 años y jóvenes de 16 años en adelante.

El campamento de verano ha cumplido en el año 2007 veinte ediciones y hay que congratularse de la afluencia creciente de pelayos y margaritas que obligan, con gran alegría por parte de sus responsables, a redoblar los esfuerzos para años sucesivos.

Cruz de Borgoña ha organizado, además, numerosos viajes y peregrinaciones, en particular a las últimas Jornadas Mundiales de la Juventud (Roma, Colonia, etc.), a las visitas apostólicas de Su Santidad el Papa a España y otros lugares (Loreto) , peregrinaciones a Santiago de Compostela y otros lugares, como expresión de su vocación católica y su filial sumisión a la Autoridad eclesiástica.

Otras actividades que Cruz de Borgoña desarrolla a lo largo del año son las convivencias, particularmente en Navidad, los retiros espirituales y las jornadas de formación de monitores para los campamentos, donde los futuros responsables en este área reciben las nociones básicas que deben asimilar para el buen funcionamiento de esta actividad.

Numerosas vocaciones religiosas y trayectorias de contrastado compromiso político con los principios irrenunciables que un católico debe defender en la arena pública avalan el trabajo llevado a cabo durante estos años por los miembros de la Asociación y todos los que colaboran con ellos.





viernes, septiembre 14, 2007

Nueva revista "Ahora Información"

Índice de contenidos de la Revista Ahora-Información, nº 86


SUMARIO Número 86.

1 Portada ¡Zero, zero, Zapatero!

3 Editorial ZP no es el problema

4 M.A. Belmonte Elecciones 27-M

9 A. Renedo Elecciones y afirmación social

10 E. Palomar Del concierto al desconcierto

11 A. Cañizares Educación para la Ciudadanía

12 D. Fernández La dictadura del relativismo

F. Sebastián Asignatura mentalizadora

A. Mª. Rouco Recurso legítimo

13 Formulario padres

14 Formulario alumnos

15 J.Mª. M. de Rosales La reforma y la ruptura democrática

17 Revista de prensa

18 M.A. Belmonte Elecciones francesas

19 D. González Revolución ¿Sarko?

21 Javier López Crónica internacional

23 A.D. Martín Rubio Fuego, hoces y martillos

Noticias para el camino

- V Celam Aparecida

- Cor Iesu: Fons Vitae

29 Escenificación Batalla de Lácar

30 Libros:

- R. Gambra El silencio de Dios

- C. Canales La Primera Guerra Carlista

31 Comunión Tradicionalista Carlista

32 J. F. Garralda Ventajas del carlismo (I)

34 Cruz de Borgoña, 2007

36 Cantares, gestas, amores: San Fernando, Rey de Castilla y León

¡Corazón de Jesús, ten misericordia de España!

[Suscríbete ya llamando al teléfono (34) 91 399 44 38 en horario de 9 a 14 h. y de 16 a 19 h. o rellenando este formulario y enviándolo a secretaria@ctcarlista.org.]

viernes, septiembre 07, 2007

Jornadas sobre el Estado Terrorista

La Facultad de Derecho, Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad de Morón invita a la XXIª Jornada de Filosofía de la Historia. En esta ocasión se tratará la temática de "El Estado Terrorista Revolucionario". Con la presentación y coordinación: Carlos Omar Pelloza. El día 12 de septiembre de 2007 a las 18.00 horas en el Aula 301 "República de Venezuela" del Edificio Central. Entrada libre y gratuita. Inscripción con derecho a certificado: $ 15.- Informes e inscripción: Oficina de Administración de Posgrados y Actividades Extracurriculares, Calle Cabildo 134 (Morón, Provincia de Buenos Aires), Edificio Central, piso 1º; tel. 5627-2000, int. 266/282, email: graduados@unimoron.org.


Temario:
+ Ricardo Julio Fraga, Revolución y legitimidad política.
+ Rodrigo Blasi, La aniquilación de la Vandea (Francia).
+ Claudio Oviedo, El Plan Terrorista de Operaciones de 1810 (Río de la Plata).
+ Manuel Fernández, El calvario del Carlismo (España).
+ Germán Barcos, La resistencia popular en el Reino de las Dos Sicilias.
+ Eduardo Barcat, El sometimiento cristerio (México).
+ Federico Mentasti, La persecución religiosa de la IIª República (España).
+ Juan José Alonso Grela, El martirologio argentino: Profesores Carlos Alberto Sacheri y Jordán Bruno Genta.

jueves, agosto 16, 2007

En acción...

Desde hace ya un tiempo, la Hermandad de Nuestra Señora de las Pampas, asociación pía de fieles de derecho pontificio fundada hace medio siglo por Luis Francisco Gallardo Pirovano, Manuel García Verde, los hermanos García Llorente, Benjamín Agüero y otros productores rurales pampeanos, colabora con el Programa de Investigación Geográfico Político Patagónico de la Universidad Católica Argentina, coordinado por el Lic. Alex Vallega, en la recuperación del pueblo de Pichi Mahuida (Provincia de La Pampa).

El año pasado restauraron la Estación del antiguo Ferrocarril Sud que ha sido destinada a actividades culturales de muy diversa índole. Actualmente se encuentran trabajando en más tareas para recuperar el pueblo y evitar el éxodo rural.




sábado, julio 28, 2007

Foralismo: Verdadera representación

La comunidad política, más que una unidad, es preferible decir que es una pluralidad de personas y de grupos sociales reducidos a una cierta unidad. Una unidad de tipo práctico, en el orden del obrar, un todo de un orden, un todo práctico, no un todo sustancial. Es decir, en la vida política, la unidad es un coprincipio; pero la sociedad también es pluralidad. Es una pluralidad, reducida a una cierta unidad.

Por eso, además de la vigencia del principio de autoridad, hace falta la vigencia de libertades concretas. Una sociedad en la cual la autoridad no está contrabalanceada por libertades concretas es una sociedad muy poco interesante de ser vivida, incapaz de asegurar el bien común, que es un bien rico, un bien pleno; es una sociedad que camina hacia el totalitarismo. Y así como para asegurar la autoridad en el orden político yo necesito un órgano concreto, también para asegurar la pluralidad y las libertades concretas yo necesito un órgano concreto. Y ésos son los llamados órganos de representación.

¿Pero de qué representación? No de la misma que ejerce el gobierno. No: hace falta un órgano que represente a la sociedad, en tanto que plural, ante el gobierno. Eso es fundamental entenderlo. Si la sociedad es una pluralidad reducida a una cierta unidad, yo necesito autoridad y libertad; y necesito un órgano que la exprese como unidad –gobierno legítimo-, y otro órgano que la exprese como pluralidad y que defienda esas libertades de los grupos intrapolíticos frente al gobierno. Y esto es lo que debe hacer un órgano de representación popular ante el poder, ante el gobierno.

Justamente, éste es uno de los grandes aportes de los siglos cristianos. Es en la tan criticada, y sobretodo desconocida, Edad Media, cuando nacen estos órganos de representación popular. …

Pero es justamente a partir del año 1000, aproximadamente, cuando se va a producir en Europa el nacimiento de estos órganos de representación ante el poder. En Francia se llaman los Estados Generales, en Inglaterra el Parlamento, en España las Cortes. Y van a nacer porque justamente la concepción cristiana que inspiraba la vida política de la Edad Media ve a la sociedad como una pluralidad reducida a una cierta unidad; es decir, el
corpus christianorum, la universitas christianorum, la ciudad como un todo orgánico. Y en esta estructura, lo que hoy llamaríamos el gobierno era concebido como la suprema autoridad, es decir, como la cúspide de un proceso de desarrollo que nacía en la familia y terminaba en el emperador. Y entonces, frente al rey, que era el que ejercía el poder político, el representante por el poder, se establecían estos consejos, estos órganos, a los cuales las ciudades libres, las comunas, los gremios, mandaban sus representantes para establecer un diálogo entre la sociedad y el poder político.

¿Qué características tenía esta representación? Dos características fundamentales. En primer lugar, era una representación específica. El representante lo era de algo concreto: del gremio de los zapateros, a veces de ciudades. Y en segundo lugar, estaba vinculado al representado por un mandato escrito, de derecho público, que se llamaba en España el mandato imperativo. La ciudad, en España, o el pueblito, que nombraba un procurador, con un mandato concreto. Y el procurador llegaba a las Cortes. Estas Cortes no legislaban; no eran un órgano de gobierno, eran un órgano de representación ante el gobierno. Entonces, ¿qué función tenían? En primer lugar, una función de información; que el gobierno supiera qué es lo que pasaba en la sociedad, y que lo supiera por sus representantes legítimos, auténticos, sin que tuvieran un proceso de deformación de la representación. En segundo lugar, limitar el poder del gobierno. Había cosas que el gobierno no podía hacer sin los representantes de la sociedad. ¿Y cuáles eran estas materias? Variaban según los casos; pero se establecían pactos entre el gobernante y la ciudad –que en España eran los fueros-, en los cuales es establecía cuántos representantes podían mandar, y en los cuales el gobernante prometía no tomar ninguna decisión sin el acuerdo de esos representantes. En general, hay una nota central: la legislación en materia tributaria. Y fíjense qué inteligente era esta medida; porque qué podía hacer el rey: podía cambiar el nombre de una calle; pero si no tenía soldados para hacer la guerra, y no tenía dinero (piensen que no había ejércitos profesionales en esa época), había una limitación real y efectiva del poder.

Esto hacía entonces un sistema político orgánico, en el cual el poder real estaba contrabalanceado por un órgano real, efectivo, de representantes de las libertades concretas de la sociedad. Y estas libertades no generaban anarquía, porque simplemente eran un elemento de colaboración, de participación, en la cosa pública de todo el pueblo, concebido además no como una suma de individuos, como una cosa masificada, sino como una comunidad orgánica y organizadora.

Este sistema se va deformando –y no tenemos tiempo de contar todos los avatares-; pero fundamentalmente sufre un golpe decisivo en la llamada Revolución Francesa. Fíjense que esto pasa a la historia, en los manuales y en los libros de divulgación, como el momento en el cual el pueblo asume el poder. Pero cuando uno la ve en detalle, parecería que fue el momento en el cual el pueblo perdió el poder. ¿Por qué? En Francia, también con problemas, funcionaba un esquema similar: había un rey, que era el poder político, y había una representación popular ante el gobierno, que eran los Estados Generales. ¿Qué pasó en la Revolución? Lo que todo el mundo sabe es que decapitaron al rey, a Luis XVI, pero eso no es lo más importante. Lo más importante es que estos Estados Generales, que eran representantes del pueblo ante el poder, representantes del pueblo como generalidad, defensores de las libertades concretas, asumieron la soberanía del rey. Se declararon el poder político. Y entonces, si el órgano de representación se transforma en el gobierno, la sociedad política queda sin representación ante el poder.

Esto ya había pasado en Inglaterra, en la revolución de 1660, y un poco antes. La corrupción del régimen político inglés, Chesterton la define muy bien: se llaman los Comunes contra las Comunas. Los grupos financieros compraron a los representantes en las Cortes para provocar el aumento de impuestos. Por eso, en el sistema español, que duró bastante más, estaba prohibido a los procuradores de las cortes recibir ningún dinero del rey. Y esto es fundamental, porque si estos señores son los que tienen que oponerse a un aumento de impuestos, no puede ser que vivan de las rentas generales. A nadie se le ocurriría, por ejemplo, que el sueldo del fiscal lo pague el procesado: nunca tendríamos una condena. Algo así sucedía con la Revolución llamada Francesa: los órganos de representación se transforman en los órganos de gobierno y de legislación.

Y así es como el sistema representativo contemporáneo va del totalitarismo a la anarquía, sin encontrar nunca un régimen político moderado. Porque estos señores generalmente toman dos caminos: o creen que son realmente el poder, y se comportan como el poder político, y entonces la sociedad no tiene ninguna representación ante ellos, o siguen manteniendo su espíritu de partido, de particularidad, comportándose como representantes de la parte. Pero resulta que ahora tienen que dictar leyes generales. Si toman el primer camino, la sociedad va al totalitarismo; si toman el segundo, va a la anarquía; el gobierno es como un tironeo de intereses particulares, sin que exista nadie que vele por el bien común. Y es justamente esta imposibilidad de encontrar un sistema ordenado entre gobierno y representación lo que hace que pasemos de sistemas autoritarios a sistemas libertarios, y que la sociedad esté a punto de perder la unidad, en una anarquía, o que las legítimas prioridades sociales sean destruidas por el totalitarismo. Ésta es la verdadera crisis de fondo del sistema político.

Esto es muy importante que lo tengan en cuenta aquéllos que tengan una vocación política. Porque si éste es el diagnóstico, tenemos que ver bien que nuestra propuesta de solución a este problema tiene que entender la totalidad del problema. Cuando se habla de la crisis del sistema político contemporáneo, más bien se piensa en un problema que incumbe a los gobernantes: que el que gobierna es malo, que no hace lo que tiene que hacer, etc. Pero no hay que olvidar que el bien común es cuestión de todo el orden político. El orden político requiere la autoridad, requiere un gobierno, pero requiere también un pueblo organizado, capaz de expresarse a través de una representación. Si yo, sobre una sociedad masificada, colocara un buen gobernante, este hombre difícilmente podría llegar al bien común. Porque la vida política es un diálogo entre gobierno y sociedad. Y si frente a la acción política del gobierno hay una respuesta masificada del pueblo, le va a costar mucho poder encaminar las cosas; él necesita que a su acción política hacia la sociedad, haya una respuesta también política, también orgánica de la comunidad.

De ahí que entonces la verdadera empresa de restauración política no solamente debe apuntar a cómo recuperar un gobierno auténticamente legítimo, sino a cómo restaurar los lazos sociales, a cómo reconstruir el tejido orgánico, a cómo transformar a la masa en un verdadero pueblo, para que incluso así pueda ser posible una forma de gobierno popular, una auténtica forma de gobierno democrático, y no que nos queden simplemente las ficciones, que nos quede simplemente la posibilidad de que, como decía un obispo catalán del siglo pasado, cuando le dan la papeleta electoral al pueblo, “parece el cetro de caña que los romanos dieron a Nuestro Señor Jesucristo y se burlaban de él”. Es el derecho de darse periódicamente el tirano, o de elegir periódicamente el amo que los va a expoliar por un tiempo determinado. Ofrece la apariencia de libertad, pero la verdadera libertad de elegir y de participar en la cosa política, es todavía una materia pendiente.
Fragmento de la conferencia “El voto ciudadano: La ley del número” pronunciada por el Dr. Luis Roldán dentro del Ciclo de Cultura y Ética Social 1998: “El hombre: Ser conyugal y político”.

miércoles, julio 18, 2007

18 de julio de 1936

Habéis de jurar confianza en Dios y obediencia al Rey legítimo, porque lo exige vuestro amor a España.


Cuando estemos encuadrados en unidades militares, no se consentirá que vaya otra bandera que la bicolor o ninguna.


Cuando actuemos separados en unidades nuestras, llevaremos nuestra bandera y nuestros símbolos, 'vivas', organización y jerarquía.


En este caso, cuando ya se esté actuando, se consagrarán al Sagrado Corazón de Jesús y según sea posible, harán aquellos actos de piedad o de práctica de sacramentos que se pueda.


Don Javier de Borbón, Orden de movilización e integración en el Glorioso Alzamiento de los Requetés, julio 1936.


viernes, junio 29, 2007

Nuevamente sobre la monarquía

Monarchy can easily be debunked, but watch the faces, mark well the accents of the debunkers. These are the men whose taproot in Eden has been cut: whom no rumour of the polyphony, the dance, can reach -- men to whom pebbles laid in a row are more beautiful than an arch. Yet even if they desire mere equality, they cannot reach it. Where men are forbid den to honour a king they honour millionaires, athletes, or film stars instead: even famous prostitutes or gangsters. For spiritual nature, like bodily nature, will be served: deny it food and it will gobble poison.
- C. S. Lewis

La monarquía puede ser fácilmente ridiculizada, pero observa las caras, toma nota de los acentos de los ridiculizadores. Estos son los hombre cuyo camino al Edén ha sido cortado: aquéllos que ningún rumor de la polifonía, la danza, puede alcanzar -hombres para quienes las piedras acomodadas en una hilera son más bellas que un arco. Aún cuando deseen la mera igualdad, no la pueden alcanzar. Donde a los hombres se les prohíbe honrar a un rey, honran millonarios, atletas o estrellas de cine en su lugar: incluso famosas prostitutas o mafiosos. Porque la naturaleza espiritual, tanto como a la naturaleza corporal, cumplen el principio: niégale comida e ingerirá veneno.

jueves, junio 28, 2007

Nueva "Ahora"

Hace unas semanas salió el último número de Ahora Información, publicación de la Comunión Tradicionalista Carlista.


Sumario:

1 Portada: Corrupción sistemática de menores
2 Editorial: Contra el cuerpo... y contra el alma
3 J.M Mozo: Hablamos de "educación" para la ciudadanía
4 Cartas al director
6 CTC-Navarra: Por qué no nos quedamos en el museo
7 J.M Mozo: La alternativa KAS
9 Diez urgencias para dejar el PP
10 Comentarios vizcaínos
-La sesión del 15 de enero
-Noticias de Vizcaya
-Después de Barajas
13 Revista de prensa
14 W. Stanski: Oncología política
16 E. Trento: Nubarrones sobre Hispanoamérica
20 Zorzigarrantzale
-Estatutos contra fueros
-El Estado oprime a la sociedad
-Las patrañas de los zapateros
23 L.I. Amorós: El caso Madeleine
25 Noticias para el camino:
-Atef Keryakes
-Benedicto XVI. Cuaresma 2007
29 A. Renedo: Dos de dos
30 Año Cabrera:
-En el bicentenario de Cabrera
-Morella, 2006
32 Libros:
-A. Foxá. Madrid de corte a checa
-VV.AA.
El silencio de Dios
-A. Boccia.
Massacre a Lauria
-J.Pieper.
Una teoría de la fiesta
-V.A. Guillamón.
El caos de la II República
34 EMF 2006: Recordando Valencia (III)
35 C. Ibáñez: La Comunión Tradicionalista Carlista y la Cruzada
38 Gracias
40 Queremos a Dios: En la familia, en la escuela, en la Patria.


lunes, junio 25, 2007

Ordenanza del Requeté



Tú, BOINA ROJA, eres:
Soldado de la Fe y de la Santa Causa Tradicional.

+

Tu ordenanza fija tus deberes,
exalta tus principios
y te encuadra para ser útil.

+

Tu Trilema permanente:
DIOS - PATRIA - REY

+

Procedes de la Elección entre los afiliados a la Comunión Tradicionalista.
Eres por tanto, orgulloso y heredero de tus gloriosos antepasados.

Te llamas Boina Roja,
porque eres soldado selecto, entusiasta, leal
y la Tradición tiene en ti el más firme y valioso sostén.

+

Examina tu misión,
recuerda viejas glorias,
y verás cómo el pensamiento que te rige
y el sentimiento que te anima,
constituyen la substancialidad
que informó la existencia
y origen de la España inmortal.

+

DIOS

La Fe fundamenta todas las virtudes del Boina Roja.
Refuerza el espíritu con el culto a Dios.
Sírvele siempre.
Muere por Él, que morir así, es vivir eternamente.
Ante Dios, nuca serás héroe anónimo.

La Tradición, habla a tu alma, purifica tus sentimientos y te acerca a Dios.
Ella, enseña a amar a la Iglesia.

Sé siempre católico práctico, con conocimiento claro de los que Dios desea para servirle, que es el fin esencial.

Tú Soldado de la Tradición, habrás de tener un puesto en el Reino de Dios.

+

PATRIA

Tu Patria es tu Nación;
tu Nación, España.

España:
Única e Indivisible,
en su rica variedad autárquica regional,
es:

Sublime arcano de tradiciones.
Relicario de grandezas.
Madre de Nuevos mundos.
Luz de la Historia.
Albergue de Santidad.
Defensora de la Iglesia Católica.
España, sin la Cruz, dejaría de ser España.

+

Estúdiala, para conocerla.
Conócela, para amarla.
Ámala, para honrarla.

Ten presente que el mas puro de los amores, después de Dios, es el de la Patria.

+

REY

Monarquía cimentada en la Cruz y rematada por la Cruz.
Altar de la Patria.
Continuidad en los gloriosos destinos de España.
Antiliberal por naturaleza.
Antirrevolucionaria y guardadora del derecho, la justicia y la jerarquía.

El Rey es el primer soldado de la Tradición.
Jamás absolutista, pero que reina y gobierna.
Verdadera autoridad y padre de los españoles.

El Rey, en las instituciones tradicionales, dio a la Patria la primera categoría de la Historia.
Los reyes "liberales" la sometieron a poderes ocultos.
En la hora de las responsabilidades, la dinastía legítima, está libre de toda mancha.

El primer soldado de la Tradición es el Rey de la Patria.




domingo, junio 10, 2007

“La bandera legitimista desplegada en América no se arriará jamás”


El 23 de junio de 1907 se fundaba la Juventud Carlista de Buenos Aires, bajo el auspicio de la Comisión Central de Propaganda Carlista de la América del Sud presidida por Francisco Oller, con el fin de comprometer a los hijos de los veteranos carlistas y los numerosos simpatizantes de la causa tradicionalista en la propagación de la misma.

Su primer presidente fue Juan de Alcaraz, el secretario Maximino de Barrio, el secretario segundo Mauro Liberatore, el tesorero Julián Berrojalbis y el abanderado Vicente Cañizares (hijo). Además de los nombrados, firmaron el acta constitutiva unos 65 jóvenes, incluyendo algunos sacerdotes y religiosos. Al repasar los apellidos no sólo encontramos originarios de casi todas las regiones de España, sino también de la Península Itálica y hasta de Francia. Porque, como dijo uno de sus socios el famoso historiador argentino Rómulo Carbia unos años antes, lo que los movía hacia la causa carlista “es, no hay duda, la Cruz de vuestro programa, la legitimidad de vuestra bandera y la consecuencia que profesáis a vuestros ideales”.

De esta “Juventud Carlista recientemente fundada en Buenos Aires” se acordó Carlos VII, desde Venecia, en una carta escrita ese mismo 1907 al saludar a los argentinos y españoles leales, confirmando que esos jóvenes constituyen “una esperanza para nuestra querida y hoy tan desgraciada España”.

Tres años después, en una comida ofrecida al famoso escritor español Ramón del Valle-Inclán de visita en Buenos Aires, el presidente de la Juventud Carlista estampaba para toda la eternidad: “los Carlistas aquí residentes no desmerecen, son los Cruzados de la Causa que viven en América y llevan encendida la llama del amor a las tradiciones españolas”.

Bibliografía básica: Bernardo Lozier Almazán, “Presencia carlista en Buenos Aires” (Bs. As.: Santiago Apóstol, 2002), que reproduce textos aparecidos en el diario carlista argentino “El Legitimista Español”.

viernes, junio 01, 2007

Valoración historica del carlismo: Pasado y futuro (César Alcalá)

Valoración historica del carlismo:

pasado y futuro



por César Alcalá



Significado y plasmación del trilema que informa el pensamiento y la praxis carlista



El Carlismo se estructuró y creció durante el siglo XIX, bajo unos parámetros que han marcado su futuro. Como dijo Carlos VII: se puede ser católico sin ser carlista, pero no se puede ser carlista sin ser católico. Éste axioma es innato en los carlistas desde la noche de los tiempos. Sobre esta base han luchado generaciones enteras. Con los años a evolucionado, o mejor tendríamos que decir, que ser carlista se ha convertido en una manera de entender la vida. Tal vez, también, en una filosofía de vida. Si se le pregunta a cualquier carlista porqué lo es, inmediatamente contestará esto: porque soy católico, por herencia, porque no sabría ser otra cosa que carlista.

Hace años, Carlos del Rey, escribía sobre éste tema y simplificaba el porque de su adscripción al Carlismo con esta frase: "soy carlista por herencia, carlista por convicción; soy carlista por decencia, carlista de corazón. Soy carlista por la gracia de Dios." Y, a continuación, resumía su pensamiento al afirmar: "si quieres resumir todo cuanto te he dicho, puedes encerrarlo en el siguiente silogismo: lo que se nos muestre como bello y sublime debe ser sentido y amado con toda pasión, con toda nuestra alma. Es así que el Carlismo se nos muestra como bello y sublime. Luego el Carlismo debe sentirse y amarse con toda pasión, con toda nuestra alma."

En similares términos se expresa José de Sobregrau al afirmar que: "en términos muy generales es tradicionalista aquel que adopta ante la vida íntima postura de respeto a cuanto esencial nos legaron nuestros mayores... Para el espíritu tradicionalista las verdades de la Religión son las definidas por la Iglesia. Los principios esenciales del Derecho están sólidamente fundamentados en el Derecho natural. Su desarrollo y progresiva adaptación o rectificación siempre es posible y deseable mientras no se conculquen aquellos principios divinos y humanos. Pero atendiendo y respetando en cuanto a estos últimos, en todo lo posible, las directrices y experiencias, las normas y costumbres que nuestros mayores nos legaron, mientras las circunstancias cambiantes o la depuración y mejoramiento de las calidades humanas, individuales o sociales, no nos demuestren la conveniencia de rectificación."



Pues bien, todo esto ha tenido, en los reyes carlistas, sus máximos representantes. Cada uno de ellos ha salvaguardado la Tradición en cada uno de sus manifiestos y declaraciones al pueblo carlista y, por derivada, al pueblo español.

Anteriormente hemos comentado que ser carlista es una forma de vida o, mejor dicho, una filosofía de vida. Esta filosofía se sostiene sobre tres palabras: Dios, Patria
y Rey. A estas, en determinadas épocas se le ha unido otra, fueros, pero, no siempre ha formado parte del trilema.

La autoridad viene de Dios. Como dijo Sus Santidad Juan XXIII: "resulta necesaria en toda sociedad humana una autoridad que la dirija; autoridad que, como la misma sociedad, surge y deriva de la naturaleza, y, por tanto, del mismo Dios, que es su autor. Similares palabras nos dejo San Pablo: Porque el que existan las autoridades, y haya gobernantes y súbditos, y todo suceda sin obedecer a un azar completamente fortuito, digo que es obra de la divina sabiduría."

Carlos V, el primer rey de la dinastía carlista, en 1836, manifestó: "Será para mi corazón un deber tan grato como sagrado el proteger y promover la religión santa de nuestros padres, que tanta paz y dulzura han derramado siempre sobre estos piadosos pueblos."



Si toda la autoridad viene de Dios, la vida social y política debe basarse en los principios que Él nos legó a todos. No reconocer la autoridad de Dios supone vivir en una sociedad laica y liberal. "Quítese a Dios de la sociedad, y no habrá en el mundo más que tiranos y códigos de tiranía; póngase a Dios, y la obediencia será justa, santa y obligatoria: obedecerá el hombre a quien tiene derecho de mandarle, porque es su autor, y por un fin y bien más alto que todos los fines y bienes de la tierra; pues el Criador tiene infinitos recursos para compensar los sacrificios que a sus criaturas imponen, y la obediencia de ésta será esencialmente libre, así como libremente obedece a las leyes que la perfeccionan. Sólo a Dios se debe obediencia, decimos: las leyes serán justas y obligatorias cuando se conformen con su tipo y ejemplar que es la divina." Estas palabras aparecieron publicadas en el periódico La Esperanza el 5 de enero de 1845 y, aunque antiguas, son modernas por lo siguiente: en ellas se resume la base de la sociedad. Aunque la sociedad las haya olvidado, el pueblo carlista se ha regido por estos principios pues, no puede existir nada sin Dios.

La segunda palabra del trilema es la Patria. Si bien todos, en nuestra mente, podríamos dar una definición del concepto Patria, para sintetizar el verdadero sentido, el sentido tradicional de la palabra, hemos escogido unas palabras de la Princesa de Beira, en las cuales, desde un exilio forzado y forzoso, nos infunde cuál debe ser, si deseamos convivir bajo los principios de la Tradición, la definición de Patria. Escribía la Princesa de Beira: "La segunda palabra de nuestra divisa es Patria, nombre dulce y suave, nunca más amado por un hijo suyo que cuando se ve lejos de ella. Patria, de la cual es difícil renegar por grandes que puedan ser los atractivos que se encuentren en países extraños. Pero si no es fácil renegar de la Patria, no es raro encontrar hombres sin patriotismo; tales deben ser todos los liberales siguiendo sus principios. Pues la autonomía de la razón que hace al hombre libre e independiente; la soberanía nacional, que hace de él un soberano; la ambición que ésta engendra, y el orgullo que alimenta; la empleomanía que le hace suspirar por puestos lucrativos; el sumo apego a los intereses materiales y placeres, plaga suscitada por el liberalismo, y, por fin y sobre todo, el interés de partido, que monopoliza los empleos y las riqueza nacionales, todo esto junto hace que los liberales deban por sus principios carecer de patriotismo, porque todos estos principios son egoístas y el egoísmo es incompatible con el patriotismo."



Éste amor a la Patria, es el que sintieron cientos, miles de requetés cuando, en las diferentes guerras, se alzaron para defenderla de cuantos ataques liberales ha sufrido nuestra nación. Por eso, al haberse consagrado los reyes carlistas -con un amor sin límite- a España, el pueblo carlista no ha dudado un solo momento en empuñar las armas y defenderla con sangre, sudor y lágrimas. Y es por eso que la tradición diferencia claramente lo que son nacionalismos de lo que son fueros. El Carlismo siempre ha admitido los fueros pues, en ellos se basan las leyes naturales de
cada uno de los pueblos. El fuero no significa separación del Estado. El fuero une más que separa. De no ser así, ¿por qué se levantaron miles de navarros para defender a España de la República? De haber sido el fuero separatista, el día del Alzamiento Nacional, Navarra hubiera quedado en manos de la República y, no fue así. Como dijo Carlos VII: "Felicítome particularmente de ver constituirse un centro de leales en aquella sagrada tierra, empapada en sangre de tantos millares de héroes, que ofrecieron su vida por los fueros, a la par que por los derechos de la gran Patria española. Ambas causas tienen indisolublemente ligados sus destinos, como indisolublemente iban unidas en mi solemne juramento bajo el roble venerado."



El amor a la Patria, sin olvidar nunca los fueros, da libertad al pueblo porque, todo ello está intrínsecamente ligado a la ley natural, esto es, a la ley dictada por Dios. No puede coexistir una sin la otra. Como expresó Su Santidad León XIII: "Esta libertad, la libertad verdadera, digna de los hijos de Dios, que protege tan gloriosamente la dignidad de la persona humana, está por encima de toda violencia y de toda opresión y ha sido siempre el objeto de los deseos y del amor de la Iglesia. Esta es la libertad que reivindicaron constantemente para si los apóstoles, la que confirmaron con sus escritos los apologistas, la que consagraron con su sangre los innumerables mártires cristianos."



Con respecto a los Fueros, debemos pensar que frente la centralismo que atrofia las energías regionales y mata la vida de todos los organismos intermedios entre el individuo y el Estado, debemos afirmar las franquicias concejiles y regionales en el orden administrativo y económico que hoy el poder centralista les usurpa y que tiene su expresión tradicional en nuestros Fueros, fórmula española de democracia cristiana.

La tercera palabra del trilema es el Rey. Última palabra pero, no por eso la menos importante. Su categoría radica en el hecho de que, el Rey, tiene que reconocer las otras dos palabras del trilema. ¿Nos vale un Rey que no reconozca la máxima autoridad de Dios y la responsabilidad de la Patria y de su pueblo? No. Ese rey nos sirve de bien poco. Un Rey liberal ostenta el título pero, en realidad de bien poco sirve. Carlos VII lo asumió al afirmar: "Nosotros, hijos de reyes, reconocimos que no era el pueblo para el Rey, sino el Rey para el pueblo; que un Rey debe ser el hombre más honrado de su pueblo, como es el primer caballero; que un Rey debe gloriarse además con el título especial del padre de los pobres y tutor de los débiles."



Sólo se puede expresar así un rey tradicionalista. No podrían ser redactadas por un Rey liberal pues, éste sentido de la responsabilidad queda sujeto a unas leyes -constitucionales o no- que limitan la libertad no sólo del Rey y de los ciudadanos de su reino, sino que limita el acercamiento y la comprensión a la obra realizada por Dios. Como nos enseña Lactancio: "para esto nacemos, para ofrecer a Dios, que nos crea, el justo y debido homenaje, para buscarle a Él solo, para seguirle. Éste es el vínculo de piedad que a Él nos somete y nos liga, y del cual deriva el nombre mismo de religión." Fuera de estos principios, que deben ser básicos en cualquier sociedad tradicionalista, se origina el caos, el ateísmo, la no creencia, el libertinaje y la carencia de un Rey que, como antaño, dirija a su pueblo por los principios de la Tradición.

En resumen, como publicó el periódico La Esperanza, el 23 de marzo de 1854: "¿Qué es un rey?... Si no es algo más que el hombre, ni representa otro poder que el humano, su autoridad es para nosotros usurpada; su derecho el del león, que se enseñorea de un rebaño. Que el soberano representa la ley, se nos objetará... No: non serviam, responderá cada monárquico desde que se le diga que la ley toma su fuerza obligatoria de la legitimidad del poder que la promulga, o que la legitimidad del poder no descansa en el derecho propio y exclusivo del que la ejerce, o que éste derecho no trae su origen del Autor del hombre y de la sociedad."

Todo esto queda resumido en las palabras que, recientemente, han publicado Joseph Ratzinger y Tarcisio Bertone: "La fe en Jesucristo, que se ha definido a sí mismo 'camino, verdad y vida' (Jn 14,6), exige a los cristianos el esfuerzo de entregarse con mayor diligencia en la construcción de una cultura -léase sociedad- que, inspirada en el Evangelio, reponga el patrimonio de valores y contenidos de la Tradición católica. La necesidad de presentar en términos culturales modernos el fruto de la herencia espiritual, intelectual y moral del catolicismo se presenta hoy con urgencia impostergable, para evitar además, entre otras cosas, una diáspora cultural de los católicos... Es insuficiente y reductivo pensar que el compromiso social de los católicos se deba limitar a una simple transformación de las estructuras, pues si en la base no hay una cultura capaz de acoger, justificar y proyectar las instancias que derivan de la fe y la moral, las transformaciones se apoyarán siempre sobre fundamentos frágiles."



II



Llegados a éste punto y antes de hablar o, mejor dicho, teorizar sobre el futuro, nos tenemos que detener en cinco aspectos que han marcado el presente y que, por derivada, marcarán el futuro. Estos son:



a) La represión que sufrió el Carlismo durante la guerra civil de 1936 a 1939 y el enorme coste humano de víctimas en el frente.



b) La carencia de la Tradición.



c) La falta de unos líderes naturales. El Carlismo, por desgracia, ha perdido a aquellos líderes que, en nombre del Rey y de la Tradición, han dirigido, con acierto, al pueblo carlista. Así se encuentran a faltar personalidades como: el duque de Solferino, el marqués de Cerralbo, el marqués de Miraflores, el conde de Rodezno, o a un Mauricio de Sivatte, por poner sólo unos pocos ejemplos.



d) La muerte de don Alfonso Carlos I, en septiembre de 1936, y sus consecuencias posteriores.



e) El retroceso religioso de la sociedad española.

El coste humano que sufrió el Carlismo, durante la guerra civil española, fue demasiado costoso. Si bien, como han teorizado algunos, es la guerra más carlista de todas, las acciones llevadas a cabo por los republicanos en la retaguardia se apartan, muy mucho, de las consecuencias de una guerra convencional. Las cifras hablan por sí solas. Sólo en Cataluña se asesinó a 1.199 carlistas en la retaguardia. ¡Qué decir de otras regiones! En el Reino de Valencia asesinaron a 970 carlistas. Cifras similares las encontramos en toda España. A estas debemos añadir los carlistas muertos en combate. Citaré únicamente dos ejemplos. El glorioso Tercio de Nuestra Señora de Montserrat tuvo 319 muertos en combate. En Navarra se han contabilizado más de 1.700 muertos. Y la suma de víctimas se podría extender.

¿Qué repercusiones podemos extraer de esta amalgama de cifras? Una muy concreta y, con ella pasamos al segundo aspecto reseñado. Los asesinatos se extendieron a todas las clases sociales y a todas las edades. Existen referencias de carlistas asesinados desde los 15 hasta los 90 años. Esto significa que, una vez finalizada la guerra, la masa carlista, el cuerpo social que tenía que haber transmitido la tradición a sus descendientes, se truncó. Es cierto que los supervivientes la transmitieron pero, nos hacían mucha falta los que perecieron entre 1936 a 1939. A esto hay que añadir a todas aquellas familias que, una vez finalizada la guerra y, como consecuencia de las carencias y amarguras sufridas, decidieron girar página a su historia, a la Tradición, y olvidarse que, alguna vez sus antepasados habían dado su vida por los eternos ideales de Dios-Patria-Rey. A todos esos también se les necesitaba para el restablecimiento del Estado.

El tercer aspecto está intrínsecamente ligado con la muerte, en septiembre de 1936, del rey don Alfonso Carlos I. A partir de ese momento, se abrió un nuevo periodo en la historia del Carlismo. La Regencia de don Javier de Borbón-Parma, si bien fue la solución más adecuada para algunos, en vez de unir, desunió. Como dijo Jaime del Burgo, la Regencia es la muerte de cualquier monarquía. En un periodo breve de veinte años encontramos tres grupos, claramente diferenciados, seguidores de los principios tradicionalistas. La Comunión Tradicionalista, afín a las directrices marcadas por don Javier de Borbón-Parma y Manuel Fal Conde; la Comunión Católico Monárquica, conocida vulgarmente como Carloctavismo u Octavismo, integrada por los seguidores del archiduque don Carlos de Habsburgo, nieto de Carlos VII; y la Regencia Nacional y Carlista de Estella, fundada por don Mauricio de Sivatte. Por si fuera poco, la aparición, en 1957, de don Carlos Hugo de Borbón-Parma, condenó al Carlismo a una nueva separación, esto es, el Partido Carlista y su
socialismo autogestionario.

Esta carencia de Tradición, por los aspectos señalados en los puntos primero y segundo ha desencadenado, inevitablemente, en una irreligiosidad por parte de la sociedad española. Si bien es cierto que tendríamos que añadir otros factores, la verdad es que esta circunstancia está latente y es una lacra que, poco a poco, nos va minando. Sólo pondré un ejemplo relacionado con Navarra. Recordar únicamente que Navarra aportó 8.500 voluntarios carlistas en el levantamiento de julio de 1936. Pues bien, las vocaciones religiosas pasaron de 2.300 en 1939 a 4.088 en 1965. A partir de 1977 la media no llega a 10 por curso. El número de ateos y agnósticos es la más alta de toda España, entre el 15 y el 30% de mayores de 19 a 30 años. Difícilmente hoy, como ocurriera en 1936, el pueblo navarro ofrecería tantos miles de voluntarios. Como escribe Azcona San Martín: "Hemos recibido una herencia religiosa y católica, que en estos momentos tiene problemas para su conservación: una cosa de solera, pero con debilidad. En parte vivimos de rentas. Y en tiempos como el nuestro no se puede vivir de rentas mucho tiempo. Demasiados cristianos descristianizados, testigos incapaces de testificar."



III



Éste es el análisis, pormenorizado, de cómo estamos. Ahora intentaremos dar unas breves pautas de cómo ha de ser el futuro o, por decirlo de otra manera, de cómo nos gustaría que fuera. Ya se sabe que el deseo y la realidad están siempre en desacuerdo. Como escribió Su Santidad Juan XXIII en la carta-encíclica Pacem in terra: "El nuevo orden que todos los pueblos anhelan... ha de alzarse sobre la roca indestructible e inmutable de la ley moral, manifestada por el mismo Creador mediante el orden natural y esculpida por El en los corazones de los hombres con caracteres indelebles... Como faro resplandeciente, la ley moral debe, con los rayos de sus principios, dirigir la ruta de la actividad de los hombres y de los Estados, los cuales habrán de seguir sus amonestadoras, saludables y provechosas indicaciones si no quieren condenar a la tempestad y al naufragio todo trabajo y esfuerzo para establecer un orden nuevo."



Cuanta razón tiene Juan XXIII al comentar que el nuevo orden mundial debe cimentarse sobre el orden natural. Esto no deja de ser Tradición o, dicho de otra manera, tradicionalismo. El orden natural, como hemos visto a lo largo de estas páginas, es por lo que lucharon los reyes y el pueblo carlista. Un orden natural que, intrínsecamente, siempre ha estado ligado al pueblo carlista pues, de todos es conocido el trilema, cuya primera persona es Dios. El orden natural, establecido por Dios, ha de servirnos para gobernar la Patria y, sobre estos dos parámetros el Rey debe gobernar. Nada más sencillo y, debido a su sencillez, olvidado ya no sólo por los gobernantes, sino por el pueblo. En ese nuevo orden, el pueblo carlista, fiel seguidor, desde la noche de los tiempos, debe ponerse a la cabeza y arrastrar a todos los demás. De no volver al origen, esto es, al orden natural, ya no sólo el Carlismo, sino la
sociedad actual -tal y como la conocemos- está condenada al fracaso. Hay muchos casos precisos y elocuentes, en nuestra vida diaria, que no inducen a pensar que, en vez de acercarnos, nos estamos alejando del orden natural. Quizás la sociedad se de cuenta de su error y, como si de un Ave fénix se tratara, resurgirá de sus cenizas y volverá hacia la verdad. Una verdad muy sencilla y fácil de encontrar pues, todos los caminos, por muy retorcidos que estos sean, siempre conducen a Dios.

Hasta el momento presente hemos valorado el pasado del Carlismo y su presente. ¿Qué le deparará el futuro? Podríamos decir que la Tradición nunca muere y no nos equivocaríamos. Si bien es cierto que éste axioma es verdadero, nosotros, todos nosotros, como futuro, tenemos que hacer algo pues, no se puede vivir ni del recuerdo ni dejar que las cosas evoluciones por una fuerza natural que le ha permitido subsistir hasta el momento presente. ¿Qué queremos decir con esto? Si bien es cierto que la Tradición nunca muere, tenemos que poner de nuestra parte no sólo para que no muera, sino para que resurja y de luz a todos aquellos que están ciegos por el liberalismo. Muchos han confundido la libertad con el libertinaje. Los principios de la Tradición quedan perfectamente resumidos en las palabras de Su Santidad Juan XIII al encabezar su carta-encíclica al afirmar que: "la paz entre todos los pueblos, ha de fundarse en la verdad, la justicia, el amor y la libertad." Ninguno de estos postulados se contradice al principio tradicionalista que, como ya hemos apuntado anteriormente, es aquel que adopta ante la vida la íntima postura de respeto a cuanto siendo esencial nos legaron nuestros mayores. Verdad, justicia, amor y libertad son los principios del orden natural y sobre ellos debemos basar el futuro.

¿Cómo debe enfrentarse a ese futuro el pueblo carlista? Leamos lo que recientemente a escrito Álvaro d'Ors: "el vínculo personal de la Monarquía, es entre un rey que gobierna como delegado de Dios, de quien procede toda potestad -concretamente, de Cristo Rey-, y unos súbditos personales y responsables, que confían a ese rey la defensa de su libertad y de su seguridad. En esta fidelidad natural radica la legitimidad esencial de toda Monarquía como forma de gobierno; falta, en cambio, en la Democracia, régimen de legalidad, que prescinde de Dios y de la familia, y carece por tanto de toda legitimidad (...) Nuestro trilema sigue siendo así el de las fidelidades tradicionales, aunque con un nuevo sentido: a la Fe, a la Libertad y a la Legitimidad del gobierno monárquico. Y su principal adversario es hoy la Democracia."

Como vemos, volvemos a las palabras expresadas por Su Santidad Juan XXIII. Ahí esta la base. No la debemos olvidar porque, de lo contrario, estamos condenados al caos. Ahora bien, alguien puede decir que estas palabras están muy bien pero, ¿dónde esta el rey? Por suerte tenemos una contestación a esta pregunta. Carlos VII, en su testamento, pensó en esta posibilidad y dejo escrito lo siguiente: "Mantened intacta nuestra fe, y el culto a nuestras tradiciones, y el amor a nuestra bandera. Mi hijo Jaime o el que en derecho, y sabiendo lo que ese derecho significa y exige, me suceda, continuará mi obra. Y aún así, si apuradas todas las amarguras la dinastía legítima que nos ha servido de faro providencial estuviera llamada a extinguirse, la dinastía de mis admirables carlistas, los españoles por excelencia, no se extinguirá jamás. Vosotros podéis salvar a la Patria, como la salvasteis, con el Rey a la cabeza, de las hordas mahometanas y, huérfanos de Monarca, de las legiones napoleónicas. Antepasados de los voluntarios de Alpens y de Lácar eran los que vencieron en las Navas y Bailén. Unos y otros llevaban la misma fe en el alma y el mismo grito de guerra en los labios" [3].



Por lo tanto, aún sin rey, la dinastía continúa en el pueblo carlista. Aunque no haya, hoy por hoy, un líder que pueda dirigir los designios del Carlismo, siempre habrá un pueblo carlista, que infunda a la sociedad los eternos principios de Dios-Patria-Rey. Es ese pueblo el que debe seguir adelante, "por Dios y por España", como dijo Carlos VII. Sólo, con la ayuda de Dios, se podrá establecer el orden natural a una sociedad que, cegada por liberalismos y democracias se ha apartado de la verdad, esto es, de la Tradición


Revista Arbil nº 79
"ARBIL, Anotaciones de Pensamiento y Crítica", es editado por el Foro Arbil.
La reproducción total o parcial de estos documentos esta a disposición del público siempre bajo los criterios de buena fe, gratuidad y citando su origen.


César Alcalá (Barcelona, 1965) es historiador y escritor. Colabora en numerosas publicaciones y medios de comunicación escrita y radiofónica sobre temas históricos, de actualidad y música. Es autor, entre otros, de los libros: La música a Catalunya fa 300 anys; Represión en la retaguardia: Cataluña 1936-1939; María de las Nieves de Braganza y de Borbón: Mis memorias sobre nuestra campaña en Cataluña en 1872 1873 y en el centro en 1874; Mauricio de Sivatte: Una biografía política (1901-1980); Diario de campaña de un soldado catalán; La tercera guerra carlista; Tradicionalismo y espiritualidad en Antonio Gaudí; La campaña de Marruecos (1859-1860); Checas de Barcelona; La represión política en Cataluña (1936-1939); Checas de Valencia; Claves históricas del independentismo catalán; La Falange de Hedilla: De la cercanía del poder a la prisión más lejana; Primera Guerra Carlista; y Segunda Guerra Carlista: De los Matiners.