Adaptado de un antiguo panfleto de la Comunión Tradicionalista. Se agradece a los correligionarios y simpatizantes que puedan ayudar a mejorar las respuestas.
a) ¿Cómo sé si soy carlista?
Si sos católico y amás la Argentina y su tradición hispánica, posiblemente ya lo eres sin siquiera saberlo.
b) ¿Qué es el Carlismo?
El Carlismo es la concreción histórica, la plasmación real, del tradicionalismo hispánico que emerge en 1833 tras la proclamación de Carlos V como rey de España en abierto desafío al liberalismo revolucionario que se hace con el poder. Por más de 170 años, a lo largo de tres siglos, el Carlismo ha existido en forma ininterrumpida como movimiento político hispánico.
c) ¿Qué defiende el Carlismo?
El Carlismo se basa en el trilema Dios, Patria-Fueros, Rey. Lucha por implantar el Reinado Social de Cristo a través de las instituciones naturales de la sociedad y los usos y costumbres de Las Españas, por medio de la monarquía tradicional y legítima. Ya desde el siglo XVIII, si no antes, la España histórica y auténtica se ve atacada en sucesivos embates por doctrinas extrañas y antinaturales que podemos resumir bajo el apelativo de “Liberalismo”. El Liberalismo busca revolucionar y destruir el espíritu hispánico de Covadonga, Las Navas de Tolosa y Lepanto, Don Pelayo, San Fernando y los Reyes Católicos, los santos y apóstoles, la pacificación y evangelización de América y la doctrina de Trento. En 1833 la Revolución llega al poder de la mano de la regente Cristina, y es esta España la que explota en el grito contrarrevolucionario “¡Viva Don Carlos! ¡Viva el rey legítimo! ¡Viva la tradición!” Eso es el Carlismo.
d) ¿Qué es el Estado Confesional?
La confesionalidad del estado, doctrina tradicional de la Iglesia, implica el reconocimiento público de la ley de Dios y de la Iglesia en la sociedad, en sus leyes y en su accionar. El Estado Confesional respeta la libertad de la Iglesia y coopera con ella en materia de enseñanza, ayuda en el mantenimiento del culto debido a Jesucristo y defiende el Evangelio de doctrinas que ataquen su verdad o la deformen. La neutralidad del Estado es perniciosa porque supone igualar la Verdad con la mentira, lo correcto con lo incorrecto, lo bueno con lo malo, la justicia con la injusticia. La confesionalidad del Estado no es clericalismo ni integrismo que mezclan el área de acción propia del gobernante con la propia de la Iglesia, sino el reconocimiento de los derechos y deberes de cada uno, su colaboración, independencia y respeto. De ninguna manera debe entenderse la confesionalidad del estado como la imposición de la religión católica a los que no creen; al contrario, los estados católicos siempre han protegido de alguna manera a las minorías religiosas, acordándoles derechos y deberes específicos. En la Argentina, es conocido el caso del judío Manfred Schonfeld que se negó rotundamente a la eliminación de los poquísimos artículos de carácter confesional que quedaban en nuestra constitución.
e) ¿Es el Carlismo un movimiento religioso?
No, el Carlismo es un movimiento político que da a sus miembros plena libertad a la hora de seguir su carisma o vocación particular dentro de la Iglesia.
f) ¿Qué es la patria para el Carlismo?
La palabra patria proviene del latín “patres” que hace alusión a los bienes paternos, la casa, el lugar de trabajo, los sitios donde se desarrolla nuestra vida y la de nuestra familia. La patria es extensión de la familia y el municipio, y es por lo tanto, una institución natural. Es herencia de nuestros antepasados y tesoro para nuestros descendientes. Nos hallamos sujetos a la obligación de amarla, defenderla, cuidarla y procurar su mejoramiento. Nuestra patria chica es el pago donde desarrollamos nuestra vida. Nuestra patria grande es el conjunto de Las Españas plurales, el destino histórico de la Hispanidad católica. Durante la pacificación de las Indias (el término “conquista” es posterior y poco preciso), las mismas fueron divididas en Reinos o Provincias que respetaban las realidades geográficas y políticas de cada región. En el territorio que hoy pertenece a la llamada República Argentina, existieron tres reinos, el Argentino (o del Plata) en la cuenca del Paraná, el del Tucumán en el actual Noroeste y el de Cuyo. Eventualmente, y por diversas razones históricas, los tres reinos confluirían en el Argentino o del Río de la Plata (gobernado por un virrey en representación de su rey legítimo, el de Castilla). El movimiento juntista americano de 1809 y 1810, que comenzó --al menos en algunos casos y en la mente de algunos de sus dirigentes-- como un movimiento monárquico e hispanista de reacción ante la invasión napoleónica de la Península y las traiciones de los liberales, dio inicio al resquebrajamiento de la hermandad hispanoamericana y el subdesarrollo de la América Española. Incluso el Reino del Río de la Plata perdería algunas de sus más preciadas provincias gracias a este proceso. Desde 1810 y sucesivamente la Argentina ha ido apartándose de su tradición, pretendiendo ser una creación original y espontánea. Luego no nos extrañe que amplios sectores de la población --y en especial los jóvenes-- hayan perdido todo orgullo por su país y les sea indiferente vivir en los Estados Unidos o la Unión Europea que tan poco tiene que ver con la Cristiandad tradicional.
g) ¿El Carlismo es un partido político?
El Carlismo no es un partido que lucha para llegar al poder y ejercer un programa de gobierno; sino un movimiento político que busca cambiar el sistema para conformarlo a la tradición política hispánica. A lo largo de su historia, el Carlismo sí ha conformado plataformas electorales con el fin de defender sus principios en todo tiempo y lugar; eso sí, sin engañar respecto a sus fines. Desde 1986, tras la unificación de diversos sectores carlistas, quedó conformada en España la Comunión Tradicionalista Carlista (C.T.C.) con el fin de testimoniar y dar batalla por el Carlismo también en el terreno electoral. No creemos en el electoralismo como un fin; no queremos votos, sino hombres concretos. En la Argentina las posibilidades electorales del carlismo son actualmente inexistentes pero eso no quiera decir que no se pueda actuar en la sociedad difundiendo la buena doctrina y reconquistando para Cristo Rey pequeñas o grandes áreas de la cosa pública.
h) ¿Qué hay de malo con la democracia?
La democracia moderna, de raíz liberal y revolucionaria, hace depositario de la soberanía política al pueblo a través de una supuesta representación parlamentaria. Esta supuesta representación se hace a través de estructuras artificiales que son los partidos políticos. Los partidos no emanan de forma natural de la sociedad ni la representan en sus intereses concretos, sino que dividen a la sociedad en ideologías. En las democracias modernas, los partidos compiten por obtener cuotas de poder con el fin de imponer su ideología particular a los demás, a las minorías. Por su parte, los representantes responden a su partido y a su ideología, sin tener en cuenta los intereses de sus (supuestamente) representados. Se absolutiza el poder estatal emanado del voto de una sociedad secuestrada por los partidos políticos. Así el proceso de estatización es inevitable en perjuicio de la sociedad y los cuerpos intermedios. En la Argentina tenemos la particularidad de una política “legal” de partidos, elecciones, parlamentos, etc. y una política “real” de punteros, caudillos, dádivas, intereses sectoriales, etc., demostrando la caducidad y artificialidad de nuestra democracia.
i) ¿Cuál es, entonces, la propuesta política del Carlismo?
Ante todo, el Estado debe sujetarse a la Ley Natural y la moral cristiana. Esto es el reinado de Jesucristo en la sociedad. Esta soberanía de Cristo es la que da legitimidad política. En la monarquía católica tradicional, el rey gobierna auxiliado por secretarios o ministros por él nombrados, y asesorado por consejos reales que reúnen a autoridades reconocidas en cada materia. Uno de esos Concejos fue el de Indias que aconsejaba al Rey sobre las cuestiones relativas a sus reinos de ultramar. La Justicia es independiente y está limitada por la moral cristiana y las leyes legítimas, siendo el rey el último nivel de apelación. Para que las leyes sean legítimas las mismas deben ser promulgadas por el rey y la sociedad representada naturalmente en las Cortes. Las Cortes están formadas por los representantes designados por todos los cuerpos intermedios de la sociedad regidos por el mandato imperativo de su designación. Una vez restaurado este sistema político tradicional e hispánico, el Carlismo habrá logrado su aspiración y desaparecerá como movimiento político. Los carlistas defendemos principios, no principados.
j) ¿El Carlismo es de derecha?
La división entre derecha e izquierda es un invento liberal que data de los primeros días de la Revolución francesa. Según el interesado, la dupla derecha e izquierda representa respectivamente a los conservadores y los reformistas, los reaccionarios y los progresistas, los partidarios del orden y los del desorden, los anticuados y los avanzados, los privatistas y los estatistas, y así podríamos seguir por largo rato. El tradicionalismo hispánico es anterior a estas falsas disyuntivas: defiende a Dios y a su Iglesia, a la Patria y el legado hispánico, a las libertades concretas, los usos y costumbres plurales de Las Españas, a la monarquía legítima, representativa y federativa. Ni más, ni menos.
k) ¿Defender los fueros es querer regresar a los privilegios feudales?
Foralismo no es lo mismo que feudalismo. Los fueros son los usos y costumbres de cada lugar, pago, municipio, provincia, región, señorío, principado o reino (también cada cuerpo intermedio), emanados de la propia sociedad a lo largo de las generaciones y reconocidos y codificados en forma de ley, y que deben ser respetados y acatados (jurados) por el monarca para ser legítimo. La base del sistema tradicional eran los pactos establecidos libremente entre el poder estatal y la sociedad, no la imposición de normas desde el estado hacia los cuerpos sociales como en el sistema liberal. En la Argentina los fueros –que no eran muchos dada la corta vida en comparación con los reinos y provincias de la Península Ibérica– fueron legalmente eliminados por la llamada Asamblea del Año XIII y por el presidente Rivadavia. Sin embargo, hasta no hace mucho, en algunas pequeñas comunidades y en familias tradicionales se conservaban costumbres y tradiciones que gracias a algunos vericuetos legales hacían las veces de los antiguos fueros.
l) ¿Qué son los cuerpos intermedios para el Carlismo?
Los cuerpos intermedios naturales son todas aquellas instituciones nacidas de forma espontánea en la sociedad y que la representan. La sociedad orgánica agrupa a todas aquellas sociedades menores o cuerpos intermedios que median entre el hombre y la autoridad política, empezando por la familia, célula base de esta sociedad. Ejemplos de cuerpos intermedios son las universidades, las cámaras de comercio, los gremios, los colegios profesionales, los municipios, etc. Al contrario de la doctrina liberal de “un hombre, un voto”, el Carlismo beneficia a quienes más participen de la sociedad al pertenecer a varios cuerpos intermedios, teniendo por lo tanto mayor representación. Los cuerpos intermedios son, además, fuentes de legislación dentro de su ámbito exclusivo de competencia. Las sociedades de mayor jerarquía, hasta llegar al estado, sólo se ocuparán de aquello que los cuerpos intermedios menores no son capaces de hacer por sí mismos. El foralismo y la doctrina carlista de los cuerpos intermedios son concreciones del principio de subsidiariedad de la Doctrina Social de la Iglesia. En la Argentina se da el caso paradójico de cuerpos intermedios que no son reconocidos por la constitución y leyes fundamentales (códigos), pero que sin embargo tienen mucho poder: universidades como la de Buenos Aires o Nacional de Córdoba, los sindicatos obreros agrupados en la CGT, las cámaras empresariales vinculadas a la UIA, algunos colegios profesionales como los de abogados, de medicina o de ciencias económicas, incluso los municipios están agrupados. Pero, de nuevo, la falta de reconocimiento de la Argentina “real” por la Argentina “legal” hace que estos cuerpos intermedios –no reglamentados como debieran– busquen imponerse sobre el resto de la sociedad mediante medidas de fuerza o acciones de “lobby”.
m) ¿El Carlismo es absolutista?
No, la monarquía tradicional hispánica: católica, federativa, social y representativa no es absoluta, sino que se halla limitada por la Ley Natural y cristiana, y los fueros, y el pueblo naturalmente representado en las Cortes. El rey legítimo reina “y” gobierna, asistido por un consejo ejecutivo, y es responsable ante Dios y ante los cuerpos intermedios, por respetar y hacer respetar la ley y los pactos inmemoriales. Según la doctrina tradicional (ya desde San Isidoro de Sevilla), el rey que no cumple la ley deja de ser rey y se convierte en usurpador. Por el contrario, la democracia revolucionaria moderna es totalitaria al presentarse como la única alternativa posible y persiguiendo de formas más o menos veladas a quienes piensen por fuera del sistema.
n) ¿Quién es el rey para el Carlismo?
Entre 1833 y 1936 los derechos de la monarquía tradicional hispánica estaban depositados legítimamente en los herederos de Su Majestad Católica Carlos V (Carlos VI, Juan III, Carlos VII, Jaime III y Alfonso Carlos I). Con la muerte en 1936 del último de sus descendientes, los derechos pasaron a Don Javier de Borbón-Parma de acuerdo con los fundamentos de la monarquía legítima. Pero tras la muerte de Javier I (cuyos derechos –por distintos motivos– no fueron reconocidos por todos los carlistas como había sucedido con sus antecesores) y el abandono del tradicionalismo por parte de su primogénito Carlos Hugo, el trono legítimo de Las Españas ha quedado vacante.
El monarca que esté llamado a ocuparlo ha de reunir la doble cualidad de ser legítimo de origen, por provenir de una familia real que jamás haya transido con el liberalismo, y legítimo de ejercicio, garantizando los principios de Dios, Patria y Fueros.
Del mismo modo que un soltero puede perfectamente creer en el matrimonio sin estar casado, los carlistas creemos en la monarquía legítima sin contar con un rey que la asuma. La institución monárquica garantiza un poder político independiente de poderes económicos y mediáticos, en manos de una sola persona formada desde la infancia para ejercer un puesto de responsabilidad en beneficio de Dios y de la Patria. La corona hispánica ha sido la esencia de la unidad de Las Españas, por lo que es utópico pensar en alguna forma de unidad iberoamericana sin un rey que la encarne.
o) ¿El Carlismo es franquista?
Durante la Cruzada de España contra el marxismo entre 1936 y 1939, los milicianos carlistas, los requetés, se alzaron por Dios y por España, en coincidencia con otros movimientos políticos y partes de las Fuerzas Armadas. En 1937 el generalísimo Franco, como jefe del bando nacional, unificó la Comunión Tradicionalista con los otros movimientos políticos nacionales. El Carlismo jamás aceptó esta unificación contra-natura, si bien la toleró mientras duró la guerra. Los boinas rojas carlistas lucharon por la España católica y tradicional, no para implantar una dictadura militar.
p) ¿De dónde viene la boina roja?
La masa del Carlismo siempre ha sido de raíz popular. En España el tocado característico del medio rural ha sido siempre la boina, de modo que los voluntarios se presentaban al ejército carlista de paisano con su boina. Sin la posibilidad de contar con uniformes más elaborados, primero en Navarra y Vascongadas, y luego en el resto de España, los carlistas comenzaron a usar la boina roja como distintivo. Aún hoy la imposición de la boina (roja en los hombres, blanca en las mujeres) es un ritual cargado de mucho simbolismo.
q) ¿Vale la pena ser carlista en el siglo XXI?
Sí, más de 175 años de lucha es un granero inagotable de ejemplos admirables y de una doctrina política original, a la vez tradicional y joven. Aunque el tradicionalismo hispánico no haya alcanzado nunca un triunfo completo (aún tras la Cruzada de 1936-1939 se vio defraudado), al menos ha servido de freno al liberalismo, no se ha resignado a la ruina de Las Españas y su doctrina ha influido en lo mejor del pensamiento argentino e hispano (el Padre Leonardo Castellani recordó una y otra vez el mucho bien que le hicieron las lecturas de los autores tradicionalistas españoles del siglo XIX como Aparisi, Torrás, Mella, etc., así como sus profesores jesuitas carlistas exiliados del Colegio La Inmaculada de Santa Fe donde hizo el secundario). Aún hoy, el Carlismo sigue dispuesto a dar la cara.
r) ¿Qué es la Comunión Tradicionalista Carlista (C.T.C.)?
A lo largo de su historia, el Carlismo se ha organizado políticamente de diversas maneras y bajo nombres distintos. En 1986, tras un Congreso para la Unidad del Carlismo en El Escorial, los carlistas reconstituyeron la Comunión Tradicionalista Carlista. La CTC es una organización política que está haciendo posible el resurgir del Carlismo con hombres y mujeres que quieren ser coherentes con su Fe y con la tradición histórica de Las Españas y el Carlismo.
Las “leyes” actuales del Estado Español no permiten a los argentinos sin ciudadanía española afiliarse formalmente a la CTC. Sin embargo, sí es posible colaborar con ella y disfrutar de muchos de los beneficios del afiliado. Para ponerte en contacto con ella, podés escribir a la Secretaría de la Junta de Gobierno por correo electrónico carlistas@carlistas.es
s) ¿Para qué el Carlismo hoy?
Hoy el Carlismo es el único movimiento político que cuenta con todas las siguientes características:
- gente con vocación de servicio, sentido común y honradez que no busca lucrar con la política;
- defensa irrestricta del derecho a la vida sin condicionamientos;
- la denuncia sistemática, constante y consecuente de los abusos del poder y la falta de transparencia en la Administración pública;
- la prioridad del principio de subsidiariedad en todos los niveles, devolviendo el protagonismo a las familias y los municipios, defendiendo la personalidad y pluralidad de Las Españas;
- la constante búsqueda de nuevas formas que encaucen la expresión social por fuera de un sistema partidocrático perimido;
- la promoción no ideológica del progreso económico equitativo y la justicia social;
- el hincapié en la educación integral de la juventud sobre la base de principios morales sanos, libre de la intervención ideológica y corruptora del liberalismo.
Referencias para profundizar:¿Qué es el Carlismo?, publicación de la Comunión Tradicionalista Carlista.¿Carlista, yo?, publicación de la Comunión Tradicionalista Carlista del Reino de Valencia.
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