Responder a este argumento bastante frecuente requiere varios enfoques, algunos de los cuales pasaremos a describir a continuación.
El tradicionalismo no es un “ismo” en el sentido con el cual hoy se entienden las palabras que terminan con ese sufijo. Es decir, no es una ideología, no es una moda de la politología o la sociología pergeñada en la reclusión de una biblioteca o en la academia, ni algo así como una nueva apertura de ajedrez reservada a unos pocos entendidos. Es “algo” orgánico que existía mucho antes de que los hombres se hallasen en la infeliz necesidad de estudiar algo llamado pomposamente Ciencia Política o Ciencia Social. El tradicionalismo fue la forma de vida política y social de Europa durante siglos, y era lo que animó a los hombres que descubrieron y poblaron el Nuevo Mundo. Lógico es, entonces, que los hombres no tuviesen que darle un nombre hasta que fue decretada su destrucción por las logias y los ideólogos.
En este sentido, podemos decir no que el tradicionalismo hispánico ha ido evolucionando, sino mejor que ha ido desarrollándose o develándose a lo largo de más de 200 años de vida, desde los primeros “enemigos de la Ilustración” hasta los académicos actuales. Pero ya en los primeros teóricos del Carlismo, como Fr. Magín Ferrer, el Dr. Vicente Pou y Fr. Mariano Roquer, tenemos bastante bien enunciados muchos de los principios defendidos por los partidarios de la tradición de las Españas frente a los ataques de la Revolución.
Pero, además, frente a quienes creen suponer la posibilidad de otros tradicionalismos no carlistas, el Carlismo tampoco es estrictamente “la concreción en forma de partido del ‘tradicionalismo español’. Antes al contrario ‘tradicionalismo’ fue el término empleado al asumir la causa ‘carlista’ hombres de formación política parlamentaria y de ideología y actitud típicamente imitada del ultramontanismo político europeo.” Dice muy lógicamente Francisco Canals Vidal. Y agrega: “fuera de los ambientes periodísticos, universitarios o profesionalmente políticos, nadie entiende seriamente por ‘tradicionalistas’ más que a ‘los requetés’. ¿Cree alguien que hubiera podido sustituirse, como fuerza eficiente en el curso de la historia española, los navarros de la Plaza del Castillo en julio de 1936, por escritores balmesianos u oradores ‘tradicionalistas’?” Finalizando rotundamente: “Suponer que el ‘tradicionalismo’, como ideología o doctrina, existió con anterioridad al ‘carlismo’, y que se concretó accidentalmente en éste al tomar carácter de partido, es a la vez una inversión de sentido y un desfase cronológico más que secular.”
Entonces, Carlismo (la causa) y Tradicionalismo (la doctrina) se identifican necesariamente.
2) ¿Los separatismos vasco y catalán son herederos del Carlismo?
Es curioso que esta afirmación se sostenga tanto desde los separatismos que necesitan validarse ante la opinión pública, pasando por los anti-carlistas – aún en la “derecha” – que quieren desprestigiar al Carlismo convirtiéndolo en enemigo de la unidad territorial española, hasta quienes han buscado desvirtuar el Carlismo desde dentro acercándolo a ideologías ajenas a su doctrina e historia.
Contra todos ellos es determinante la opinión de un historiador no carlista como Jordi Canal quien afirma: “El hecho incontrovertible de que algunos antiguos carlistas se convirtieran, con el tiempo, en catalanistas o nacionalistas catalanes (o vascos) no significa, sin embargo, que ésta fuese la única opción posible, ni que éste fuese un paso natural como consecuencia de supuestas esencias pre-nacionales, ni tampoco que la evolución fuese recta o inexorable, exenta de dudas o de posibles retornos. Resultan además imposibles de comprender estas situaciones sin tener en cuenta las conflictivas relaciones entre carlismo y nacionalismos en la etapa de entresiglos, alimentadas por la competencia, la existencia de espacios de intersección política y la necesidad de buscar o conservar un espacio propio”.
Más allá de alguna alianza electoral de naturaleza táctica con grupos regionalistas alrededor del año 1920, el Carlismo fue siempre enemigo del separatismo. Tanto fue así que en muchas ocasiones se llegó a enfrentamientos de puños y pistolas, como lo acontecido en Azúa (Vizcaya) el 2 de mayo de 1910, cuando durante una gira de carlistas bilbaínos por el campo se enfrentaron, primero a los gritos y luego a golpes y tiros, con los nacionalistas parapetados en el Centro de dicha localidad. El hecho fue relatado al día siguiente por el periódico alfonsino ABC, que – curiosamente (o no tanto) – se solidarizó con los separatistas.
El Carlismo siempre ha denunciado los símbolos equívocos del nacionalismo vasco como la ikurriña o el neologismo Euskadi por Euscalerría o la supuesta identidad entre las Vascongadas desconociendo sus particularidades incluso lingüísticas o sus “pretensiones” sobre Navarra. Asimismo siempre se ha opuesto a los “imperialismos” catalanistas que pretenden imponerse desde Barcelona en la Cataluña Interior y en los viejos reinos de la Corona de Aragón.
Incluso en la Argentina, donde entidades como la Fundación Vasco-Argentina “Juan de Garay” pretenden ahora identificar el surgimiento del nacionalismo vasco en la Argentina con los emigrados carlistas, los estudios más serios como el de José C. Moya, Primos y Extranjeros: La Inmigración española en Buenos Aires (1850-1930), repasa las disputas y enfrentamientos entre los sectores “españolista” y “nacionalista” en el Laurak-Bat, siendo el primer grupo el de los inmigrantes carlistas originales y el segundo partido – que apoyaba “doctrinas nuevas y radicales”, al decir del presidente del Centro – el de nacidos en la Argentina con apellido vasco.
3) ¿No es el Carlismo sólo relevante para descendientes de españoles y, por lo tanto, qué importancia puede tener en un país como la Argentina con tantos descendientes de italianos, judíos, ingleses, alemanes, árabes, etc.?
El hispanismo de que hace gala el Carlismo no es una doctrina racial. También esta pregunta admite diversas respuestas en distintos planos.
En primer lugar, desde el punto de vista histórico, debe recordarse que Las Españas no se limitaron al territorio que actualmente forma parte del moderno Estado Español sino que iba desde las Filipinas al este hasta América en el oeste, pasando por los Países Bajos, Nápoles, el norte de África y toda la Península Ibérica. Aunque el castellano fue el idioma predominante y la lingua franca, y por eso hoy es equivalente a “idioma español”, en Las Españas se hablaba desde el yopará guaranítico, o desde el galaico-portugués, vasco o catalán, hasta cualquier dialecto aimara o tagalo.
Adicionalmente, aclaremos que, como decía Ignacio Braulio Anzoátegui, nuestro hispanismo “no es hispanofilia, sino hispanofiliación”. Es reconocer que, como decía el Padre Castañeda, “por Castilla somos gente”. Que la Argentina no surgió de un repollo. Cultural y espiritualmente, la Argentina (y la América Hispánica con ella) es legítima heredera de España y, por ese tronco, de toda Europa cristiana. Es decir, que la Argentina no sería la Argentina si no fuese por España y gracias a España. O, con otras palabras, la Hispanidad es esencial a la Argentinidad.
Incluso como nación independiente (si es que alguna vez lo ha sido realmente), la Argentina se forma por el concurso de las provincias originales, surgidas entorno a las ciudades primitivas fundadas por los conquistadores hispanos (El Barco y Nuevo Maestrazgo de Santiago del Estero [1550], Mendoza del Nuevo Valle de La Rioja [1561], San Juan de la Frontera [1562], San Miguel del Tucumán [1565], Santa Fe de la Vera Cruz [1573], Córdoba de la Nueva Andalucía [1573], Santísima Trinidad en el Puerto de Santa María de los Buenos Aires [1580], San Felipe de Lerma en el Valle de Salta [1582], San Juan de Vera de las Siete Corrientes [1588], Todos Santos de la Nueva Rioja [1591], San Salvador de Velazco en el Valle de Jujuy [1593], San Luis de Loyola Nueva Medina del Río Seco [1594] y San Fernando del Valle de Catamarca [1683 sobre la base de Nueva Londres, 1558]).
Se ha dado en estas tierras evangelizadas y civilizadas por España “ese fenómeno singular que yo llamaría el fenómeno del injerto – nos explica el filósofo cordobés Alberto Caturelli, nieto de italianos, rememorando su infancia en Arroyito (Provincia de Córdoba) – lo tomo de la botánica, para explicar esa sociedad de gauchos tiyanos y de criollos de sangre italiana, española o francesa. Injerto es la parte de una planta con una o más yemas que aplicada al patrón, con él se suelda: por eso, la savia del tronco, que viene de las raíces de la tierra originaria, vivifica el todo. Así, los hijos y los nietos de gringos se injertan en la savia vital de la misma tradición que es, entonces, la suya. Recuerdo, como dato simpático, que el conjunto de música criolla, estaba formado por tres guitarristas: los hermanos… Giannoni. Eran gordos, con anchos cinturones de cuero, a veces con bombachas batarazas y todo el pueblo los llamaba ‘los sapos’. La socarronería ambiente, cuando llovía, anunciaba que estaban por cantar ‘los sapos’”. Y sintetiza, “todo esto nos pasó a nosotros: nos injertamos en la tradición greco-romana, íbero católica americana. Urquía el fundador, la Virgencita de la Merced, los sucedidos históricos de las tierras tiyanas, eran y son tan nuestros como de cualquier otro. El rápido ‘Vizcacha’ que hacía volar por el campo, era tan mío como del gaucho Muñoz, su dueño y primer maestro”.
Roque R. Aragón, argentino descendiente de conquistadores, refiriéndose al Padre Castellani, descendiente de inmigrantes italianos, decía: “Era un argentino de primera generación, su madre también era argentina, su padre, no. Era italiano. Pero un italiano metido en el país. Se había comprado con su sangre la nacionalidad argentina, porque fue asesinado a causa de las discrepancias políticas en las que estaba metido. Además de eso, de ser hijo de un hombre que compra así su nacionalidad, Castellani nació en Reconquista, en Santa Fe.
“La gente sabe que en un país de grandes afluencias inmigratorias, lo que nacionaliza es sobre todo el campo. No digo que el campo sea más que la ciudad, seguramente el campo no tiene la hondura política que tiene la ciudad. Los campesinos suelen ser muy patriotas pero muy ingenuos e incapaces de defender su patriotismo. Pero es cierto que el campo penetra, da formas nacionales. Yo lo he visto en mi vida. Me acuerdo de haber ido un año a Puerto Madryn: ya habían dejado de ser galeses pero todavía no habían empezado a ser argentinos. Estaban en la mitad del camino. Ese mismo año, en otro viaje, estuve en Santiago del Estero. Y ahí, junto a un rancho sobre un patio de tierra vi bailar a un japonés una chacarera llevando un cuchillo en la cintura. El país se lo había tragado.
“Castellani venía como un criollo de tierra adentro a Buenos Aires. Pero ésa es una forma casi material, sensible. El entendía que aquí había restos de un gran imperio, que éste era un noble país, que tenía la herencia de la Cristiandad metida adentro, y que no acertaba bien a luchar por ella contra los embates siempre repetidos y cada vez más victoriosos del liberalismo.”
Estaba por mandarte un mail con algunas dudas que me surgían de tus anteriores posts. Ahora leo éste y, en la última de las preguntas, te adelantás a varios de mis interrogantes. Igual, uno de estos días te escribo para expresar mis ideas que, me parece, están muy cerca de las tuyas.
ResponderBorrarSoy (ahora lo sé) un "carlista italoargentino.
Saludos y seguí con este blog. Hace falta que ideas así tengan más difusión.
Saludo. Les recomiendo este blog:
ResponderBorrarhttp://catolicidad-catolicidad.blogspot.com/
Un abrazo
Carlos: No dudes en escribirnos con las dudas que te surjan.
ResponderBorrarAnon.: Gracias.
Mirad lo que hicieron en España los rojos del PSO€ y los separatistas comunistas de E.T.A. el 11 de marzo de 2004 ...
ResponderBorrarhttp://www.gobernando.es/?p=650
Rezad por España porque los masones han hecho mucho daño.
Si los carlistas incuban el huevo de los fueros que es la desigualdad entre españoles, el oriamendi -la exaltaciión del vascuence, etc, luego no puede extrañarnos que algunos ex-carlistas sean ahora separatistas.
http://www.eka-partidocarlista.com/
Dios, Patria y Rey légitimo SÍ (no este usurpador masón rendido a los rojos del PSOE y de la ETA. Pero los fueros y el partido carlista de "Eskualherría" -A LA BASURA.
Trilema y Trinidad SÍ, Tetralema NÓ.
Como dirían ustedes, hermanos americanos,
ResponderBorrar"¡¡¡mirad vos, mirad vos!!!"
Ahora tenés vos en Argentina a los terroristas comunistas en el gobierno arruinando más a los argentinos y incitandolos al odio a los españoles y a los uruguayos, menos mal que muchos hermanos como vosotros no os dejáis llevar por la presión de estos miserables rojos.
Pero la propaganda roja va avanzando "de a poco", poco a poco.
Estimado Anónimo del 7/23/2009 9:31 PM. No debe confundir foralismo con separatismo o nacionalismo. La igualdad es revolucionaria y su utópica búsqueda nos ha traído a donde estamos. Le recomendamos que profundice en el foralismo. Puede leer "¿Qué es el carlismo?", texto que encontrará en el margen derecho de este sitio.
ResponderBorrarEn cuanto a la existencia de separatistas entre ex-carlistas o descendientes, el caso no es distinto a todos los demás partidos políticos españoles como el PSOE o el PP donde, por ej., puede encontrar ex-franquistas.
No podemos hacer culpables a los traicionados por las traiciones de los traidores.
Estimado anónimo del 7/23/2009 9:38 PM. Lamentablemente tanto españoles peninsulares como americanos estamos bajo regímenes revolucionarios, de derecha a izquierda. La revolución y su ideología, el liberalismo, siempre han sido contrarios a la unidad de las Españas. No nos extrañe entonces que siembren odio para dividirnos cada día más.
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