Juan Marzal Soler nació en Valencia el 5 de febrero de 1872. Estudió en el Colegio de San José que regenteaban en la clandestinidad los Padres Jesuitas. La Compañía de Jesús había sido expulsada del suelo español y su centenario colegio valenciano, secularizado. En 1870, el Provincial Jesuita de Aragón había enviado a un par de jesuitas, que vestidos de seglar y con apoyo del Marqués de Bellet y otros notables, fundaron en relativo secreto otro colegio.
Tocó al joven Juan Marzal estudiar en los años de la Tercera Guerra Carlista y, entre los católicos valencianos, no faltaban simpatías por la causa de Don Carlos. Se festejaban en forma más o menos secreta los éxitos de las armas legitimistas y, especialmente, se anhelaba la buena fortuna del príncipe Don Alfonso y de sus capitanes en el frente del Este, especialmente en el Maestrazgo y en Castellón, a pocos kilómetros de Valencia.
D. Alfonso y su esposa, Da. María de las Nieves en tiempos de la III Guerra Carlista |
En 1890, Juan termina el Colegio y, poco después, el 11 de febrero de 1892, ingresa a la Compañía de Jesús en Veruela (Zaragoza). Cursa las Humanidades y un año de Filosofía allí en Veruela (1894-97). Posteriormente, enseña en el Colegio del Salvador de Zaragoza (1897-1901). Empezó la Teología en el San Jerónimo de Murcia (1903-05) y la termina en Tortosa (1905-06). El 29 de julio de 1906 es ordenado sacerdote en Tortosa (Tarragona). Enseña Literatura en el Colegio de Zaragoza (1906-07). Hace la Tercera Probación en Manresa y es enviado a la Argentina, a donde llega en Julio de 1908.
Aquí fue profesor en el Colegio del Salvador en Buenos Aires (1908-11). Sus últimos votos los toma el 2 de febrero de 1909 en esta ciudad. Estuvo, luego, un año en el Colegio San Ignacio de Santiago de Chile. Y, de allí, regresa a la Argentina pero ahora reside en la ciudad de Santa Fe.
El Colegio de la Inmaculada c. 1915, mientras se realizaban las ampliaciones del segundo piso. |
En Santa Fe vive casi toda su vida en Santa Fe, siendo profesor de Literatura en el prestigiosísimo Colegio de la Inmaculada Concepción (1913-31).
Todos los que fueron alumnos suyos coincidían en lo cautivantes que eran sus clases. Fundó allí la Academia Literaria, de la que era "presidente honorario perpetuo", y en la que era un verdadero honor ingresar.
Fue maestro admirado y querido de Horacio Caillet Bois, Agustín Zapata Gollán, el P. Leonardo Castellani, Carlos María Aranguren, Gustavo Martínez Zuviría (Hugo Wast), Alfonso Durán, Francisco Magín Ferrer, entre otros muchos notables de la cultura argentina.
Mucho quiso al taciturno adolescente Leonardo Castellani. Este, pasaba los recreos leyendo en la biblioteca del Colegio, donde abundaba la literatura tradicionalista y contrarrevolucionaria así como los clásicos del Siglo de Oro español. Marzal y otros profesores jesuitas de la "carlista" Provincia de Aragón guiaron al joven en sus lecturas de Gaspar Melchor de Jovellanos, Juan Donoso Cortés, Jaime Balmes, Ramón Nocedal y Romea, Manuel Tamayo y Baus, Adolfo Claravana, Pedro de Alarcón, Antonio Aparisi y Guijarro, Marcelino Menéndez y Pelayo, José María de Pereda, Juan Vázquez de Mella, el Padre José Francisco de Isla y, por supuesto, Santa Teresa de Jesús. No sólo a través de los volúmenes de sus obras, sino también de los periódicos y revistas que se recibían en abundancia -- publicaciones no sólo "serias" sino también "satíricas" (un género muy cultivado por los publicistas españoles tradicionalistas del cambio de siglo. Algunos conocidos y celebrados versos del Padre son adaptaciones de estas lecturas al ámbito local.)
Tanto cariño le tuvo Castellani (su biógrafo, Sebastián Randle, considera que el joven Leonardo quiso hacerse jesuita para imitar a su maestro), que muy probablemente los dichos de su "tío, el cura", que aparecen una y otra vez en la obra castellaniana, hayan sido efectivamente inspirados en consejos y reflexiones que Marzal hacía a este niño tan peculiar. La correspondencia con su condiscípulo Caillet-Bois, así parece darlo a entender.
Tanto cariño le tuvo Castellani (su biógrafo, Sebastián Randle, considera que el joven Leonardo quiso hacerse jesuita para imitar a su maestro), que muy probablemente los dichos de su "tío, el cura", que aparecen una y otra vez en la obra castellaniana, hayan sido efectivamente inspirados en consejos y reflexiones que Marzal hacía a este niño tan peculiar. La correspondencia con su condiscípulo Caillet-Bois, así parece darlo a entender.
El P. Marzal escribió, además, numerosos ensayos literarios, pero fundamentalmente obras de teatro, como “El crimen de hoy” (con el seudónimo Pedro de Arlanza, 1915), “Verdugo y víctima: Cuadros dramáticos” (también como Pedro de Arlanza, 1916), “La bandera argentina” (1917), “Noche de ánimas” (1918), “El caballero de Dios: San Ignacio de Loyola” (Bs. As., 1923), “Fe y patria: Teatro escolar” (1943), “Estampas de Navidad” (1945), entre otras.
Su prestigio cruzaba los mares e incluso fue consultado con frecuencia por el poeta y dramaturgo español Juan Antonio Cavestany. Su nombre aparecía cada tanto y con orgullo en las Cartas y Noticias Edificantes de la Provincia de Aragón de la Compañía de Jesús.
Entre 1925 y 1932, dirigió la revista del colegio, La Inmaculada, que alcanzó un altísimo nivel.
En 1932 será trasladado a Mendoza, donde fue Superior de las Residencias (1932-34). Luego pasa a Buenos Aires, donde nuevamente y por varios años será Superior de las Residencias (1934-41).
Ese año ‘41 regresó a Santa Fe, a su querido Colegio de la Inmaculada, siendo Director Espiritual de Alumnos hasta su muerte diez años después.
Este devotísimo hijo de María, falleció en la Ciudad de Santa Fe el 15 de agosto de 1951, fiesta de la Asunción de la Santísima Virgen María.
Salvador Cabedo dibujó un retrato del P. Marzal que se conserva en el patrimonio del Museo Provincial de Bellas Artes “Rosa Galisteo de Rodríguez” (Santa Fe).
Algunos de sus versos fueron publicados en la antología de Veintiséis Poetas Argentinos: 1810-1920 (Buenos Aires: Editorial Universitaria, 1960). En 1964 se estrenó en Bilbao, “Desdén, afición y amor: Drama histórico”, obra póstuma del P. Marzal.