Amado Alonso nació en Lerín (Reino de Navarra) el 13 de septiembre de 1896. Era hijo de Wenceslao Alonso y Clementa García. Su madre era originaria ella Arróniz y una mujer muy piadosa. Tuvo otros cuatro hermanos: José, Valentín, Martina y Felisa.
Su padre Wenceslao se dedicaba por aquellos años a la compraventa de animales. Era veterano de la última guerra carlista y había sido pintado por Zuloaga con el título “El requeté más viejo de la guerra”.
Amado estudió al Seminario de Pamplona entre 1907 y 1912. Fue, luego, alumno no oficial del Instituto General y Técnico de Pamplona, de 1912 hasta 1914.
Aún estudiante, comenzó a colaborar en el diario tradicionalista El Pensamiento Navarro, aunque sin derecho a firmar artículos.
En 1914, pasa al Instituto de Vitoria y comienza como redactor de El Eco de Álava, diario carlista dirigido entonces por el Sr. Uribe.
Ingresa a la Facultad de Letras de Madrid en 1916, donde tuvo como maestro a Ramón Menéndez Pidal. Fue lector de Español en Alemania, entre 1922 y 1924.
A partir de 1924, se desempeña como profesor de Español para Extranjeros en la Residencia de Estudiantes, donde conoce a la inglesa Joan Evans, quien sería su mujer.
Por recomendación de R. Menéndez Pelayo, emigra a la Argentina, llegando a ser director del Instituto de Filología de la Universidad de Buenos Aires, durante casi veinte años, entre 1927 y 1946. Tanto quiso a la Argentina que pronto pidió su nacionalización. Victoria Ocampo lo introdujo en su círculo cultural, y allí conoció a Borges, con quien compartiría amistades y polémicas.
En 1946 acepta el ofrecimiento como profesor titular de Español en la Universidad de Harvard, cargo que desempeñará hasta su muerte sólo seis años después.
Falleció el 26 de mayo de 1952 en Arlington, Estado de Massachussets, en los Estados Unidos, y está enterrado en el cementerio de Mount Auburn, Cambridge, en el mismo estado.
Aquí en la Argentina publicó numerosas obras, quizá la más importantes, entre las que se destaca Castellano, español, idioma nacional: Historia espiritual de tres nombres, editado por Losada de Buenos Aires en 1938, cuya tapa reproducimos más abajo. Otras de sus obras fundamentales de este período son El problema de la lengua en América, Poesía y estilo en Pablo Neruda, Gramática castellana (en colaboración con el dominicano también radicado aquí Pedro Henríquez Ureña), y muchos artículos que luego serían recopilados y publicados póstumamente como Estudios lingüísticos: Temas españoles y Estudios lingüísticos: Temas hispanoamericanos, o Materia y forma en poesía o De la pronunciación medieval a la moderna en español.
Aunque para esa época parecería que Amado Alonso había abandonado el carlismo de su infancia y juventud, tenemos el testimonio de Manuel Muñoz Cortés que decía, en la revista Clavileño, en 1952: "Amado Alonso era navarro y cuando le conocí, hace pocos años, comprobé que era cierto cuanto de su vitalidad me habían dicho: su recia figura, su alegría, su vivacidad, herencias sin duda paternas. Su padre, nonagenario, es un espléndido tipo de raza, el requeté más antiguo de España, pintado por Zuloaga, para simbolizar las virtudes de una raza -lealtad, nobleza, gallardía- que nuestro Amado nunca desminitó. ¡Con qué orgullo hablaba Amado Alonso de su padre, de su tierra! ¡Cómo evocaba las tardes de frontón, las bulliciosas mañanas de encierro! Yo estaba hace tres veranos con nuestro amigo en una terraza donostiarra hablando pausadamente de materias filológicas, escuchándole más bien, con esa delicia que era ser aconsejado por él. De pronto, se incorporó vivamente, soltando una exclamación rotunda, de sabor a tierra y a sol, y fue a abrazar a un viejo pelotari. Yo lo he visto exaltado ante una jugada de remonte. Y le he visto reír con mis niños en la playa o ceder a los caprichos de sus hijos. Era y fue siempre un mocé ribero noble y fuerte." (Juan María Lecea, "Navarra en la vida y en la obra de Amado Alonso", Revista Príncipe de Viana, nº 59, 1998)
Sintiéndose siempre un navarro, nunca renunció a su nacionalidad argentina a pesar de los ofrecimientos que se le hicieron en los Estados Unidos. Explicó las influencias peninsulares sobre el castellano tal cual es hablado en la Argentina y sus peculiaridades, e intentó un equilibrio entre quienes querían imponer un "castellano gauchesco" artificial y los que criticaban el "castellano argentino" como idioma bastardo. Terciando, Alonso reclamó la unidad del castellano, del cual, el "argentino" es digno integrante.
Por ordenanza del Consejo Directivo de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, del 5 de abril de 1965, el Instituto de Filología fue renombrado como Instituto de Filología y Literaturas Hispánicas "Dr. Amado Alonso".
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