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miércoles, diciembre 13, 2006

Libro fundamental en italiano


La monarchia tradizionale

Francisco Elias de Tejada y Spinola

A coloro che morirono senza cedere



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miércoles, diciembre 06, 2006

Un poco de historia: El Carlismo durante Franco

Por contener varios errores de apreciación, el artículo original ha sido reescrito. Agradecemos a J.L. de la CTC por sus puntualizaciones y correcciones sobre el mismo.
Nota bona: Tratar la historia del Carlismo posterior al fin de la Cruzada es un tema de por sí complejo. Los hechos son muy recientes y algunas cuestiones están aún en carne viva. Incluso, a la distancia y sin acceso a tanta bibliografía específica como al tratar períodos anteriores, se hace difícil entender algunas cuestiones sin caer en injusticias. Por todas estas razones, nos limitaremos a copiar la cronología de los sucesos acaecidos durante el período, aclarando las situaciones que puedan no ser claras para los lectores no familiarizados con la historia reciente del Carlismo. Agradecemos desde el vamos las críticas, sugerencias, etc.

10-III-1939 - Manifestación de los ideales tradicionalistas al Jefe del Estado. Manifestación de los ideales tradicionalistas al Generalísimo y Jefe del Estado español. (Ante el inminente final de la Cruzada y la organización definitiva del estado en la paz)
1939, IV, 1.- Termina la Guerra Civil. En los meses siguientes se desmoviliza el Requeté.
25-VII-1941 - Oferta de Regencia Nacional (Manifiesto del Príncipe Regente D. Javier desde Bostz, el día de Santiago de 1941 ofreciendo una Regencia Nacional y Legítima. Ante la muerte de Alfonso (XIII) y el lanzamiento de D. Juan de Borbón)
25-VII-1942 - Declaración del día de Santiago (Declaración de la Comunión Tradicionalista del día de Santiago de 1942. Ante la institución de las Cortes de Franco)
1943, VI, 29.- Desde Viareggio, el archiduque Carlos Pío de Habsburgo-Lorena y Borbón emite un manifiesto “aceptando el trono legítimo”, supuestamente transmitido por su madre Doña Blanca y que le es ofrecido por el grupo heredero del llamado Núcleo de la Lealtad, liderado por Jesús de Cora y Lira. El archiduque asume el título de “Carlos VIII” y sus seguidores son conocidos como carloctavistas.
15-VIII-1943 - Reclamación del poder (Escrito dirigido al Generalísimo por los Jefes de la Comunión Tradicionalista. Ante la crisis de la Guerra Mundial)
1944, Viernes Santo.- Desde Andorra, “Carlos VIII” emite un nuevo manifiesto.
1944, VII, 22.- Acusado de colaborar con el maquis en la región de Allier, D. Francisco Javier de Borbón-Parma, regente de la Comunión Tradicionalista, es detenido por la Gestapo. Posteriormente será remitido a un campo de concentración.
12-X-1944 - La lección de los hechos (Reiteración de la reclamación del poder ante la opinión pública y como desembocadura natural de la guerra)
1945, V, 8.- Tropas estadounidenses provenientes de Italia liberan a D. Javier de la cárcel de Prax en el Tirol.
25-VII-1945 - Carta de D. Javier tras su liberación (Carta a los carlistas de D. Javier tras su liberación)
¿?-VII-1945 - Manifiesto de D. Javier tras su liberación (Manifiesto a los españoles de D. Javier tras su liberación)
1947.- En forma clandestina, se reestablece el Consejo Nacional de la Comunión Tradicionalista.
2-II-1947 - La única solución (Llamamiento de la Comunión Tradicionalista con la concreción práctica de sus principios. Con ocasión de la presión internacional y el cerco de la ONU. Inminente Ley de Sucesión)
1948, V, 4.- El Jefe de Estado sanciona la validación de todos los títulos nobiliarios creados por los reyes carlistas, cuyos registros estaban en posesión de “Carlos VIII”.
¿?-IX-1948 - Una ideas sobre economía (Documento emanado de la ponencia para la IV Reunión del Consejo de la Tradición 16/18-X)
¿?-I-1950 - La Comunión Tradicionalista y la cuestión social (Debido a D. José María Lamamié de Clairac y D. Juan Sáenz Díez)
8-V-1950 - Mensaje de D. Javier a S.S. Pío XII (Mensaje entregado en Roma durante la audiencia pública con motivo de la Canonización del Beato Antonio María Claret)
1950, VI, 26.- D. Javier jura los fueros vascos ante el árbol de Guernica.
1951, XII.- D. Javier jura los fueros catalanes en la Abadía de Monserrat.
1952, V, 30-31.- En Barcelona tienen lugar la reunión del Consejo Nacional de la Comunión Tradicionalista con ocasión del Congreso Eucarístico.
31-V-1952 - Acto de Barcelona (Ante el Consejo de la Comunión Tradicionalista, y a petición del mismo, D. Javier asume la realeza de las coronas de España, aunque difiriendo su proclamación)
1953, XII, 24.- Fallece el archiduque Carlos Pío de Habsburgo-Lorena y Borbón, supuesto pretendiente carlista como “Carlos VIII”.
1-IV-1954 - Manifiesto en el XV aniversario de la Victoria (Manifiesto de D. Javier a los españoles en el XV aniversario de la Victoria en que se presenta comom sucesor de D. Alfonso Carlos)
1955.- Fal Conde renuncia como delegado regio y abandona la política activa. Se nombra una Secretaría Nacional de la Comunión Tradicionalista, presidida por José María Valiente (ex diputado de la CEDA y jefe nacional de las Juventudes de Acción Popular, JAP), con la colaboración de Juan Sáenz-Díez y José Luis Zamanillo.
17-I-1956 - Declaración de Madrid (Declaración oficial de S.M. el Rey al Consejo Nacional de la Comunión Tradicionalista, en Madrid, el 17 de enero de 1956)
12-X-1956 - Manifiesto de la Junta de las Regiones "Documento de Perpiñán". (Manifiesto "A los españoles" de la Junta Suprema Carlista de las Regiones, de fecha 12-X-56, que recoge sustancialmente el documento firmado por D. Javier en Perpiñán, el 27-IV-56. Avalado luego por la Regencia de Estella)
3-XII-1956 - El pensamiento Tradicionalista y la estructuración del Régimen (Documento elevado a Franco por José María Valiente con ocasión de las consultas sobre los anteproyectos de Arrese para la promulgación de Leyes Fundamentales)
5-V-1957 - Presentación de Carlos Hugo en Montejurra (Proclama dirigida por Carlos Hugo como Príncipe de Asturias en Montejurra)
1957, XII, 1.- Luego de varias reuniones preparatorias, en Madrid tiene lugar una asamblea de unas autodenominadas “personalidades tradicionalistas” con el fin de finiquitar la “cuestión dinástica” en la persona de D. Juan de Borbón y Battenberg, hijo de Alfonso XIII. Los “tradicionalistas” piden a D. Juan que de manera fehaciente manifestara si aceptaba o no los principios de la monarquía legítima señalados por Alfonso Carlos I. Se prepara el llamado Acto de Estoril.
12-XII-1957 - Invitación a la colaboración (Mensaje de D. Javier a los carlistas instándoles a participar en la estructuración definitiva del Régimen anunciada por Franco. Contrarrestando el Acto de Estoril)
1957, XII, 20.- Unos 44 dirigentes tradicionalistas, dirigidos por Luis Arellano (ex diputado navarro, voluntario requeté y ex presidente de las Juventudes Tradicionalistas), José María Arauz de Robles y José María de Oriol, visitan a D. Juan de Borbón en Estoril (Portugal) para reconocerlo rey tras haber aceptado solemnemente los Principios de la Monarquía Legítima. Tocado con una boina roja y con las insignias de capitán general, Don Juan preside un almuerzo en el que pronuncia unas palabras que cierra con “¡Viva España! ¡Viva el Requeté! ¡Viva la tradición!” La Comunión Tradicionalista denuncia el Acto como una farsa.
1958, I, 3.- Fal Conde dirige una carta a José María Arauz de Robles criticando su decisión de reconocer a D. Juan como rey carlista.
20-IV-1958 - Manifiesto de la Regencia de Estella (Manifiesto de proclamación de la Regencia Nacional Carlista de Estella)
14-VI-1959 - La Comunión Tradicionalista y la cuestión social y laboral (Ponencia del Consejo Nacional de la Comunión Tradicionalista. Retoma la parte general del documento de 1950)
1960.- Valiente es nombrado delegado regio por D. Javier.
1962.- El Jefe de Estado autoriza la creación de la Hermandad Nacional de Antiguos Combatientes de los Tercios de Requetés.
1962.- La Comunión Tradicionalista expulsa a José Luis Zamanillo por sus cargos en el gobierno de Franco.
1963.- En Murcia se funda el Movimiento Obrero Tradicionalista (MOT), órgano editor de “Vanguardia Obrera”.
1963, V.- Un grupo de intelectuales tradicionalistas españoles funda el Centro de Estudios Históricos y Políticos “General Zumalacárregui”.
23-V-1963 - El carlismo y la unidad religiosa (Ante la campaña por la libertad religiosa, y la marcha del Concilio Vaticano II) [Firman: el jefe delegado José María Valiente Soriano, el secretario general José María Sentís Simeón, el jefe nacional del Requeté José Arturo Márquez de Prado y los jefes regionales José Aramburu Elósegui (Guipúzcoa), Javier Astrain Baquedano (Navarra), Eduardo Clausent Castelló (Vizcaya), Luis Doreste Morales (Canarias), Eduardo de Esteban Frías (marqués de Matallana, Extremadura), Miguel Fagoaga Gutiérrez Solana (Castilla La Nueva), Rafael Ferrando Sales (Valencia), Jesús Martínez García (Murcia), Rufino Menéndez González (Asturias), Julio Muñoz Chapuli (Andalucía Oriental), Juan J. Palomino Jiménez (Andalucía Occidental), Manuel Piorno de los Ríos (León y Castilla), José Prat Piera (Cataluña), Vicente Puchades Tarazona (Valencia), José Quint-Zaforteza Amat (Baleares), Ricardo Ruiz de Gauna (Álava), Ildefonso Sánchez Romero (Aragón), José del Valle Vázquez (Galicia), Federico Ysart Pellón (Castilla La Vieja).]
1964.- El Centro Zumalacárregui organiza el Primer Congreso de Estudios Tradicionalistas en Madrid. Participan, entre otros, Juan Casañas Balsells, Jesús de Cora y Lira, Ramón Corbalán Sánchez, Francisco Elías de Tejada y Spínola (presidente del Centro), Pedro Galvâo de Sousa, Vicente Genovés Amorós, Ramón Guzmán Guerrero, Jesús Huguet Pascual, Carlos Ibáñez Quintana, Alberto Marinelli, Ginés Martínez Rubio, Eulogio Merino de Sedano Quílez, Francisco Puy Muñoz, José María Sánchez Diana, Ramón Tatay Tatay, Julián Torresano Vázquez.
1964, II.- D. Carlos Hugo asume el título de duque de Madrid.
1964, IV, 29.- En Roma, en la basílica de Santa María la Mayor, D. Carlos Hugo casa con la princesa Irene de los Países Bajos, frente a 5000 carlistas, la emperatriz Zita y el duque de Braganza; pero con la ausencia de su primo el duque titular de Parma y sus suegros los reyes de los Países Bajos.
17-I-1965 - Acto de Puchheim (Recapitulación y fin de la Regencia. Don Javier es el Rey.)
1965, II.- Congreso de Agrupación de Estudiantes Tradicionalistas (AET): se afirma la vía pacífica para la “democratización del Estado”.
1965, VII.- Durante el Aplec carlista de Villareal de los Infantes, uno de los oradores intercala citas de Marx, provocando multas.
1965, XI.- Congreso de Movimiento Obrero Tradicionalista: se confirma la vía pacífica “hacia la democracia”.
1965, XII?.- En Madrid, elementos de AET y MOT fundan los Grupos de Acción Carlista.
1966, II.- Congreso Nacional Carlista: Valiente es derrotado, acusándoselo de franquista. Se elige a José María de Zavala al frente de la Secretaría General del Partido Carlista, quien le imprime un giro izquierdista. Interviene la Guardia Civil para suspender el Congreso.
1967.- Durante las elecciones, el carlismo presenta candidatos propios al Tercio Familiar de las Cortes, obteniendo triunfos en Navarra y Guipúzcoa.
1967, XII, 8.- Javier I consagra el Carlismo a Nuestra Señora de Fátima.
1968.- El Centro Zumalacárregui organiza el Segundo Congreso de Estudios Tradicionalistas en Madrid. Entre otros, presentan ponencias Francisco Elías de Tejada, Francisco Canals Vidal, Carlos Ibáñez Quintana, Francisco Puy Muñoz y Juan Casañas Balsells.
1968.- Valiente dimite como delegado regio. Se forma una nueva Junta Suprema que queda bajo Juan José Palomino, también izquierdista.
1968, XII, 26.- Por “contravenir los términos de su residencia temporal”, como si fuesen extranjeros, la familia de los Borbón-Parma es expulsada de tierra española.
1969.- El Centro Zumalacárregui organiza las Primeras Jornadas Catalanas en Barcelona. Entre otros, presentaron sus trabajos Francisco Elías de Tejada, Juan Casañas Balsells, Juan Vallet de Goytisolo, Luis Luna Gil y Francisco Canals Vidal.
1969, VII, 16.- Como Jefe de Estado, Franco instaura (sic) la monarquía en cabeza de Juan Carlos I, hijo de D. Juan de Borbón y Battenberg y nieto de “Alfonso XIII”.
1970, VIII, 23.- Atentado principal de los Grupos de Acción Carlista con una bomba en la sede del periódico carlista “El Pensamiento Navarro”, cuyos dueños habían sido expulsados del Partido Carlista por oponerse a los nuevos aires en la Junta Regional de Navarra.
1971, III, 19.- Desde Santiago de Compostela, Francisco Puy Muñoz presenta el volumen “¿Qué es el Carlismo?”, edición cuidada por el presentador junto a Francisco Elías de Tejada y Rafael Gambra, y la colaboración de Carlos Abraira López, Enrique Alonso Yagué, Tomás Barreiro Rodríguez, Jorge Beneito de Mora, Jesús Evaristo Casariego, Jaime Calderilla y García del Villar, Luis Cortés Echanove, Carlos Esteve Montagut, Félix Fernández Murga, Emilio Fernández Pintado, Pedro Paulo de Figueiredo, Pedro Galvao de Sousa, Joaquín García de la Concha, José Iturmendi Morales, Félix Adolfo Lamas, Vicente Marrero Suárez, Ernesto Miramón, Diego Reyna de la Muela, Balbino Rubio Robla, Alberto Ruiz de Galarreta, Luis Ruiz Hernández, José Luis Santaló y Rodríguez Viguri, Emilio Serrano Villafañe, Carlos Alberto Soares, Eduardo Trigo de Yarto, Alfonso Treviño de Villalaín, Jesús Valdés Menéndez-Valdés, Ramón Villalón de Cuartas y Gustavo Villapalos Salas.
1971.- El Congreso del Pueblo Carlista decide abandonar la denominación Comunión Tradicionalista como una de las oficiales del carlismo y recuperar la de Partido Carlista. Se disuelve la Junta Suprema y se nombra una nueva Secretaría General bajo la dirección de José María Zavala. El Partido Carlista expulsa a Valiente. Se decide integrar el PC a la Asamblea de Cataluña.
1972, II.- Tras sufrir un accidente automovilístico, Javier I concede plenos poderes a su hijo Carlos Hugo para dirigir el Partido Carlista.
1972, VI.- Se realiza el 3er. Congreso Federal del Partido Carlista, donde éste se define como partido de masas, clasista, democrático, socialista, federalista y monárquico.
1974.- El Partido Carlista se une a la Junta Democrática de España.
1974.- Antiguos dirigentes carlistas como Antonio de Oriol, José Luis Zamanillo, José María Valiente y Miguel Fagoaga se separan del Partido Carlista, desconocen a Javier, apoyan el nombramiento de Juan Carlos I y fundan la Unión Nacional Española (UNE) –a la que posteriormente se unirá Gonzalo Fernández de la Mora.
1974.- La Hermandad Nacional Monárquica del Maestrazgo, con sede en Ulldecona (Maestrazgo), liderada por Ramón Forcadell, José María Valiente y Lucas María de Oriol, funda el Frente Institucional.
1974, V, 12.- La Regencia Nacional y Carlista de Estella lanza un manifiesto desconociendo al Partido Carlista.
1975, II.- El Partido Carlista se une a la Plataforma de Convergencia Democrática.
1975.- El Frente Institucional adopta el nombre Partido Social Regionalista.
1975, IV, 6.- En Madrid se reúnen varios carlistas descontentos con la llamada “nueva línea” del PC y se comprometen a dirigir una carta a Javier I.
1975, IV, 20.- Javier I abdica en su hijo Carlos Hugo.
1975, IV, 21.- Raimundo de Miguel, Alfonso María Caso, Julio Fonseca, Ramón María Rodón, Ignacio Hernando de Larramendi, José Cabrero, Antonio Segura, Miguel Virgós, Juan Arredondo, Pascual Agramunt, Antonio Garzón, Jaime de Carlos, Domingo Fal, Auxilio Goñi, Benito Tamayo, José Miguel Orts, Ignacio Laviada, José Antonio Cabrero, Modesto Botella, Carlos de Miguel y Ángel Onrubia firman una carta dirigida a Javier I respecto a la “nueva línea” del Partido Carlista.
1975, V, 18.- Los carlistas tradicionalistas vuelven a juntarse en Madrid para acomodar su pedido a la nueva situación del PC.
1975, V, 23.- R. de Miguel, Rufino Menéndez, I. Laviada, J. Fonseca, A. Garzón, A. Onrubia, A. Segura, D. Fal, Pedro Lozano, Juan Arredondo, A. Goñi, José G. Sarasa, Daniel Beunza, P. Agramunt, J.M. Orts, M. Botella, Vicente Porcar, R.M. Rodón, José Antonio Cabrero, Fernando Díaz de Bustamante Quijano, Ignacio Igea, José Millaruelo, Juan Sáenz Díez, Jaime de Carlos, J. Cabrero y C. de Miguel, en representación de sus círculos carlistas, dirigen una carta a Carlos Hugo I para que se pronuncie respecto a la Monarquía Tradicional.
1975, VI.- El Partido Carlista se suma a la Plataforma de Convergencia Democrática promovida por el Partido Socialista Obrero Español e integrada también por la Unión General de Trabajadores, la Izquierda Democrática, la Unión Social Demócrata, la Organización Revolucionaria de los Trabajadores y el Movimiento Comunista de España.
1975, VII, 10.- Ante el silencio de Carlos Hugo I, R. de Miguel, R. Menéndez, I. Laviada, J. Fonseca, Amparo Cuervo-Arango, A. Garzón, A. Onrubia, A. Segura, D. Fal, P. Lozano, J. Arredondo, José Ángel Zubiaur, D. Beunza, P. Agramunt, J.M. Orts, M. Botella, V. Porcar, R.M. Rodón, J.M. Andreu, J.A. Cabrero, Luis García, I. Igea, José Millaruelo, J. Sáenz Díez, J. de Carlos, J. Cabrero, C. de Miguel y F. Díaz de Bustamante Quijano envían una segunda carta a Carlos Hugo denunciando el camino seguido por el PC como desviación y desconociendo la legitimidad del pretendiente. A continuación, los “tradicionalistas”, liderados por Raimundo de Miguel, Juan Sáenz Díez y José Arturo Márquez de Prado, publican las cartas dirigidas a Javier I y Carlos Hugo I, y refundan la Comunión Tradicionalista en Sevilla.
1975, IX, 22.- D. Sixto Enrique de Borbón dirige una carta pública a su hermano acusándolo de haber abandonado los principios carlistas. Se define abanderado de la Tradición y se pone al frente de la Comunión Tradicionalista.
1975, XI, 20.- En Madrid fallece Francisco Franco poco antes de cumplir 83 años.

[Cronología propia elaborada con diversas fuentes en base al Índice de la “Antología de textos tradicionalistas”, dirigida por Luis María Sandoval y elaborada por el Centro de Estudios Históricos y Políticos General Zumalacárregui, sobre la base de las obras "Historia del Tradicionalismo Español" de Melchor Ferrer y de los "Apuntes y documentos para la historia del tradicionalismo español 1939-1966" de Manuel de Santa Cruz. Para el período 1966-1975 se utilizaron otras fuentes diversas. El uso de expresiones como "Carlos VIII" ó "Juan Carlos I" no implica en caso alguno el reconocimiento de sus pretensiones que sólo recaen en la monarquía legítima.]
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viernes, diciembre 01, 2006

Acto nacional en España de la Comunión Tradicionalista Carlista



El pasado domingo 26 de noviembre, Solemnidad de Cristo Rey, la Comunión Tradicionalista Carlista (CTC) celebró su Acto Nacional español.
A la 1 de la tarde se ofició una Santa Misa en el Cerro de los Ángeles, donde España fue consagrada al Sagrado Corazón de Jesús.
A la salida, según cuenta la crónica oficial, se dieron vivas a Cristo Rey, a España y al Rey Legítimo, y se entonó el Himno Oriamendi.
Posteriormente, carlistas y amigos procedentes de toda la España peninsular, e incluso invitados franceses, se juntaron en una comidad de hermandad en el restaurante Los Olivos. Siguieron unas palabras de Ana Fal Conde, Javier Vives y Javier Zazu Lafuente. Se cerró el acto con un nuevo canto del Oriamendi.
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jueves, noviembre 30, 2006

Un poco de historia: La Cruzada

El 18 de julio del '36 tiene lugar el Alzamiento. Ideado en un principio como un simple golpe republicano, las negociaciones con el Carlismo lo convierten en una causa nacional. Surgido bajo los ideales masónicos de Libertad, Igualdad y Fraternidad (según reza la proclama), se convierte en una lucha por Dios y por España, en una Cruzada --como fue proclamada por el Episcopado español y reiterado por casi todos los episcopados de todo el mundo.
Tras el estallido de la Cruzada se forman más de 40 tercios de requetés, voluntarios provenientes de toda España, pero especialmente en Navarra, Vascongadas, Castilla, Andalucía, Aragón, Asturias y Cataluña, donde se les permite combatir juntos. En muchos otros sitios, voluntarios carlistas se suman a las fuerzas militares nacionales.
El mismo día 19 se reúnen en la Plaza del Castillo de la ciudad de Pamplona (Navarra) entre seis mil y siete mil quinientos requetés que se suma al Ejército en la Columna que parte hacia Madrid y comandaba el coronel García Escamez. En los días siguientes se organizan compañías y tercios (a veces sin el número reglamentario de boinas rojas) por toda la Península.
Mientras tanto, cientos de carlistas, como muchos otros católicos, comienzan a ser perseguidos, encerrados, torturados y martirizados por todo el territorio español en manos aún de la República. Entre ellos, Víctor Pradera.
Los requetés combaten en la primera línea. Se distinguen por su arrojo, valentía y decisión. Aseguran las primeras posiciones cuando el Ejército aún se está movilizando. Forman columnas robustas y guerrillas astutas. No olvidan sus rezos y piden bendiciones a los sacerdotes que liberan. Los boinas rojas protegen las iglesias y los sagrarios, piden reparaciones y rezan, siempre rezan. Tan fieros en el combate, los milicianos republicanos prefieren evadirlos... "no hay como un requeté recién comulgado", se dice en las filas rojas.
Pero las bajas entre los voluntarios carlistas son numerosas e importantes, el mayor porcentaje de oficiales y jefes heridos y muertos. Unidades enteras de requetés son exterminadas por los rojos. Por lo que, cuando el Ejército logra organizar sus fuerzas, levantar los sitios y emprender guerra regular contra las fuerzas republicanas, los requetés son fusionados con el resto de la tropa nacional.
Sin embargo, algunos tercios logran permanecer unidos. Son legendarias las historias de algunos de ellos: el Apóstol Santiago, el Santa María de las Nieves, el Abarzuza, el Montserrat, el Numancia, la Radio Requeté, el San Ignacio, el Begoña, El Alcázar, el Zumalacárregui, el Cristo Rey... distinguiéndose en los combates de Logroño, el Alto de León, Peñaflor (donde es martirizado el joven pelayo Antonio Molle Lazo), Belchite, Huesca, Lopera, Porcuna, Ochandiano, Durango, Amorabieta, Codo, Quinto del Ebro, Belchite II, Caspe, Castellar, Villalba de los Arcos, Valsequillo. Todos nombres de gestas heroicas que se suceden en forma interrumpida hasta el fin de la guerra en 1939.
Pero, mientras los boinas rojas lavan con su sangre la tierra española, purificándola de la impiedad y las atrocidades cometidas por sus compatriotas bajo los efectos de un delirio satánico, la Comunión Tradicionalista enfrenta problemas en la retaguardia. Ya el 25 de julio, el periódico carlista El Pensamiento Navarro denuncia los excesos de falangistas exaltados, excesos que no son perseguidos por el comando militar del Alzamiento. El 28 de septiembre los carlistas pierden a su último rey legítimo, Alfonso Carlos I, tras un accidente automovilístico en Viena (Austria), complicando así --al no contar con descendientes directos-- la situación dinástica.
El Carlismo pretende mantener, armar y entrenar a sus requetés, pero estos planes no son del agrado del cuartel general de las fuerzas nacionales. Así, tras denunciar el incumplimiento del acuerdo firmado entre la Comunión y el general Mola, Fal Conde se ve obligado a exiliarse en Portugal el 8 de julio. En febrero del año '37, el generalísimo Franco prohibe El Sistema Tradicional, libro publicado por el dirigente carlista Ignacio Hernando de Larramendi, explicando los planes del Carlismo para el futuro. Fal Conde y Don Javier de Borbón Parma (sobrino de Alfonso Carlos I, regente carlista designado para buscar el sucesor y nombrado abanderado de la Comunión Tradicionalista) procuran estrechar lazos con la Falange y el Alfonsinismo, previendo alguna extraña movida por parte de los jefes militares nacionales.
Movida que finalmente se produce el 19 de abril. En el famoso Decreto de Unificación, el caudillo Francisco Franco unifica en un único movimiento a todas las organizaciones políticas del bando nacional: la Falange Española Tradicionalista y de las Juventudes de Ofensiva Nacional Sindicalista, más conocida por sus siglas FET de las JONS.
Si bien algunos carlistas aceptan el decreto como una necesidad de la guerra -entre ellos el conde de Rodezno, Dolz de Espejo, Arellano y Mazón-, Fal Conde y Don Javier se oponen. "Es una infamia lo que [Franco] ha hecho con nosotros", escribe la viuda de Alfonso Carlos I a Fal. Incluso en el frente, grupos de boinas rojas se oponen a usar la camisa azul o los símbolos falangistas. En octubre numerosos dirigentes carlistas son detenidos en Burgos, San Sebastián, Vitoria y Pamplona, zonas nacionales hacía tiempo aseguradas. Al mes siguiente, el mismo Don Javier se entrevista con Franco, llegándose a una tregua mientras dure la guerra.
El 1° de abril del '39 la guerra civil española llega a su fin. Mientras Franco ingresaba en Madrid escoltado por sus moros, los sobrevivientes requetés eran desmovilizados. Comenzaba una nueva época difícil para el Carlismo.



Imagen: Tercio de Montejurra en el Frente de Teruel. (Foto gentileza de Requetes.com)

Corregido el 22 de febrero de 2007.-

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jueves, noviembre 23, 2006

Un poco de historia: Años de preparativos


La primera mitad de la década del ’30 es de preparación. La República no trae el orden prometido. El Carlismo, que en un principio la apoyó, ya se encuentra totalmente desencantado de este régimen que tolera todo tipo de excesos hacia la tradición católica de España.

Mientras tanto, Alfonso Carlos I se dedica a la reorganización de la Comunión Tradicionalista. El monarca carlista refunda la Junta Suprema, bajo la presidencia de José de Selva Margelina (poco después reemplazado por el anciano conde de Rodezno). José Enrique Varela se hace cargo del Requeté y comienza a gestarse la estructura que tanto éxito tendrá en los primeros tiempos de la próxima Cruzada del ’36.

El 10 de agosto de ese año 1932 tiene lugar “la Sanjurjada”, la sublevación del general José Sanjurjo en Sevilla para poner fin a los excesos de la República. La sublevación no encuentra preparado al Carlismo; sin embargo, algunos de sus jefes, como el sevillano Manuel Fal Conde, manifiestan su apoyo a la insurrección.

Por levantar su voz, Fal sufre la cárcel unos meses, pero su valiente actitud no pasa inadvertida, especialmente en su tierra andaluza: En las elecciones de noviembre del ’33, de los 21 diputados carlistas electos, cuatro eran de Andalucía. Y en 1934, tras disolver la Junta, Alfonso Carlos lo nombra secretario general de la Comunión Tradicionalista (posteriormente, será su delegado regio).

Más que amedrentar a los católicos, la impiedad republicana los invita a unirse en grupos de resistencia. Repitiendo la Ordenanza del Requeté y practicando su Devocionario, numerosos jóvenes calzan la boina roja y el fusil. Tal es el número de quienes se suman al Requeté que el 15 de abril de ese año, en el Cortijo del Quintillo (Sevilla), el capitán Barrau, junto al general carlista veterano Diez de la Cortina y el comandante Redondo, pasan revista a los boinas rojas sevillanos.

Percibiendo la necesidad de un modernizar la instrucción militar carlista, en 1935 Alfonso Carlos pone al frente del Requeté a un artillero retirado y antiguo militante de la Falange recientemente ingresado al Carlismo, el teniente coronel Ricardo de Rada, que se hace cargo de una organización que ya cuenta con unos 30 mil voluntarios. Con el nuevo año se organiza el primer Tercio de Requetés en Pamplona con voluntarios entrenados rigurosamente el año anterior.

Por otro lado, conciente de su avanzada edad y de no contar con hijos, el monarca carlista instituye la Regencia en su sobrino político, Don Javier de Borbón Parma, y declara los Fundamentos de la Legitimidad española que deberá respetar el próximo monarca carlista.

Los meses que siguen son extremadamente complicados. Los militantes del Frente Popular atacan los círculos carlistas a la vista de la Guardia Civil que se dedica a detener a los requetés que intentan defender las instalaciones de la Comunión.

Para abril se hace inminente un alzamiento militar ante la intolerable persecución frentepopulista. En el seno del Carlismo se produce un profundo debate sobre la participación en el mismo. ¿Unirse a los monárquicos liberales? ¿a militares que sólo quieren traer “orden” a la República? Tal la diyuntiva.

Por presión de las bases, algunos planean su propio levantamiento, tal el caso del antiguo dirigente integrista y delegado nacional del Requeté, José Luis Zamanillo, rápidamente llamado a disciplinarse.

Por su lado, los generales golpistas debaten sobre la necesidad de contar con el Carlismo. Para junio se hace evidente que sin los voluntarios requetés no habrá posibilidad de triunfo.

La Jefatura carlista expone ante el general Mola los únicos fines políticos que el Carlismo está dispuesto a secundar para sumarse al Alzamiento. Fal manifiesta que no se apoyará una simple asonada republicana y que los boinas rojas sólo combatirán bajo la bandera nacional, la rojigualda.

Algunos carlistas pretenden sumarse al Alzamiento por su lado siguiendo al conde de Rodezno y a Víctor Pradera, pero la dirigencia de la Comunión procura evitar una división de fuerzas ante la inminencia de llegar a un acuerdo digno.

Fal Conde y Mola llegan a un acuerdo y el 14 de julio, desde San Juan de Luz, el regente Don Javier autoriza al Requeté a sumarse al Alzamiento. Para los carlistas, la última Cruzada.

Imagen: El Capitán Barrau acompañando al General Carlista Diez de la Cortina (Héroe de la Última Guerra Carlista) y al Comandante Redondo, pasando revista a los Requetés en el Cortijo de el QUINTILLO el día 15 de Abril de 1934. [Foto gentileza de Requetes.com]
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lunes, noviembre 13, 2006

Un poco de historia: Jaime III

Muerto Carlos VII, su hijo Jaime asume la pretensión carlista como duque de Madrid y la del legitimismo francés como duque de Anjou –como jefe de la Casa Capeta. Don Jaime mantiene a Bartolomé Feliú como su representante regio en España (reemplazado más tarde por una Junta Suprema, compuesta por 28 miembros y presidida por el marqués de Cerralbo) y nombra a Vázquez Mella como su secretario político.

En esos años el Requeté torna en una fuerza de choque para proteger las manifestaciones carlistas del ataque de anarquistas, comunistas y nacionalistas. Manifestaciones como la protesta a nivel nacional, que el Carlismo lidera, en defensa de la enseñanza católica.

Como muchos otros católicos con preocupaciones sociales de su tiempo, Jaime III expresa algunas posiciones que parecen a muchos cercanas al socialismo. En 1914 el Carlismo obtiene tan sólo 2 diputados y algunos sectores del Carlismo achacarán este pobre desempeño a las ideas “demasiado modernas” del rey legítimo.

Mientras tanto estalla la Gran Guerra europea del ’14: la Primera Guerra Mundial. Sucede entonces que, a fin de mayo del año siguiente, Vázquez de Mella defiende públicamente la neutralidad española en la contienda. Algunos quieren ver en esta neutralidad una germanofilia que se opone a los deseos expresos del duque de Madrid.

Mientras la guerra europea llega a su fin, el marqués de Cerralbo renuncia aduciendo problemas de salud y es sustituido por Romualdo Cesáreo Sanz Escartín como presidente de la Junta Suprema carlista. En tanto que en torno de Vázquez Mella se conforma una facción llamada “tradicionalista”. Los tradicionalista se oponen a las ideas socializantes de Don Jaime, a la vez que sienten inclinación hacia la causa de las Potencias Centrales (Alemania y Austria-Hungría, especialmente esta última).

La cuestión culmina con el manifiesto de París de Don Jaime, fechado el 30 de enero de 1919, en que el pretendiente desautoriza expresamente a los funcionarios carlistas que hubiesen manifestado sentimientos germanófilos durante la guerra, recordando que él es jefe de la Casa de Borbón “cuya historia milenaria está estrechamente entretejida con la gloriosa historia de la Francia tradicional y monárquica”, y acusando a la dirigencia carlista por haber manipulado el Carlismo contra las órdenes del monarca, incluso divulgando falsedades. Se quiere evitar el enfrentamiento a toda costa. Sigue un mes de negociaciones entre las facciones jaimista y mellista. Finalmente se culmina con el cisma de Vázquez Mella, Sanz Escartín, el marqués de Valdespina, Lezama Leguizamón y el duque de Solferino que fundan el Partido Católico Tradicionalista.

Mientras tanto, otros carlistas liderados por Víctor Pradera deciden mantenerse al margen de la disputa al tiempo que comienzan a vincularse con los conservadores alfonsinos de Antonio Maura y a nacionalistas vascos monárquicos y fundar el Partido Social Popular de ideario muy próximo al del integrismo. Por su parte Don Jaime disuelve la Junta Suprema, asume la dirección general del Carlismo y nombra como secretario general a Pascual Comín (poco después reemplazado por Luis Hernando de Larramendi).

Más allá de la crisis en la cúpula partidaria, en 1920 el Carlismo organiza una amplísima campaña de reclutamiento para el Requeté, alcanzando la increíble cifra de 10 mil efectivos. Estos requetés son fundamentales para frenar la agresión cada vez más radicalizada de los grupos izquierdistas, especialmente en Cataluña, hacia el catolicismo.

Mientras tanto, el gobierno alfonsino cae en picada y recurre a la dictadura del general Miguel Primo de Rivera, sobrino del perseguidor de los carlistas. Haciendo tripas corazón y entendiendo que se juega la misma existencia de España, el mellismo decide apoyar la dictadura. Lo mismo hace Don Jaime, mediante una carta al marqués de Villores.

Para 1925 se hace evidente el fracaso de la dictadura y Jaime III manifiesta su insatisfacción “al pueblo español”. Este manifiesto condena al Partido Carlista (jaimista) a ser perseguido por la dictadura. Persecución de la que el mellismo permanece al margen, mientras que la gente de Pradera se une a la Unión Patriótica fundada por simpatizantes del dictador.

Para 1930 el “crash” económico mundial y las propias inconsistencias del régimen aceleran la renuncia del dictador Primo de Rivera y la crisis de Alfonso XII culminan con la proclamación de la Segunda República tras las elecciones del 14 de abril de 1931.

En un primer momento el Carlismo, que había ido a las elecciones junto a nacionalistas vascos y regionalistas catalanes por indicación de Don Jaime, ve con buenos ojos la nueva república. Pero tan sólo unos días después la República muestra su verdadera faz cuando elementos exaltados se dedican a quemar conventos e iglesias madrileñas y asaltar las sedes de los partidos políticos “de derecha” ante la pasividad de las fuerzas republicanas.

En septiembre Jaime III y Alfonso XIII mantienen conversaciones para la firma de un nuevo “pacto de familia” y la restauración de la monarquía en España según la fórmula a la que se arribe. Pero las conversaciones culminan tras el fallecimiento de Don Jaime el 2 de octubre.

Muerto Jaime III sin hijos, el título carlista pasa a Don Alfonso, hermano de Carlos VII, veterano de la Tercera Guerra Carlista y de las guerras de Italia contra las fuerzas masónicas del rey de Cerdeña y Garibaldi. Católico devoto e integral, enemigo del modernismo y fiel del “Syllabus” papal, el nuevo pretendiente comprende que no es posible un acuerdo con el rey liberal depuesto.

Alfonso Carlos I, tal el nombre que asume, logra la reunión de casi todas las fuerzas carlistas: el Partido Carlista (jaimista), el Partido Católico Nacional (integrista) y el Partido Católico Tradicionalista (mellista). Se conforma así la Comunión Tradicionalista.

Imágenes (de arriba a abajo):
[1] Jaime III con uniforme de húsar del Zar.
[2] Alfonso Carlos I.
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viernes, noviembre 10, 2006

Resumen de doctrina carlista

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Un poco de historia: La consolidación doctrinal


Terminada la Tercera Guerra comenzará otro período para el Carlismo. Las bajas de la guerra, los exilios, a los que se suman las “cacerías” de veteranos y simpatizantes, hacen imposible un nuevo levantamiento. En situaciones similares, otros movimientos tradicionalistas sucumbieron, no es éste el caso del Carlismo que comienza un período de fecundidad intelectual frente a los desafíos que se le presentan.

En agosto de 1879, desde el exilio, Carlos VII nombra a Cándido Nocedal como su representante en suelo español con el fin de reorganizar el Carlismo conforme las posibilidades constitucionales. Nocedal, firme católico tradicional que había pasado por una desilusión con Alfonso XII, pone el énfasis de la acción carlista en la defensa de la religión católica a través de una extensa red de periódicos. Ésta doctrina, que supeditaba la acción política a la religiosa, conformará con el tiempo una facción llamada integrista.

Aún después de que Nocedal renuncie al frente del Carlismo en julio del ’85, el integrismo continuará sus campañas de prensa contra toda forma de liberalismo. Dos años después, otro integrista, Félix Sardá Salvany editará un clásico de todos los tiempos: “El liberalismo es pecado”. Más allá de los excesos en que pudo haber caído la acción integrista, su contribución a dilucidar los males del liberalismo es fundamental.

Mientras tanto, el Carlismo pasa por una redefinición de sí mismo que culmina con el alejamiento definitivo del nocedalismo. En marzo del ’88, se publica “El pensamiento del duque de Madrid”, donde Carlos VII expone lo fundamental y lo opinable de la doctrina carlista, desautorizando así a la facción integrista.

Ramón Nocedal, líder del integrismo e hijo de Cándido, acusa a Carlos VII de liberal por su manifiesto de 1874. En julio es entonces cuando se expulsa a los nocedalistas, quienes fundan el Partido Católico Nacional Monárquico, conformado por una red de 20 periódicos carlistas que se pasan a este sector.

En 1890 Carlos VII nombra al marqués de Cerralbo al frente del Carlismo. Cerralbo, que contaba con vasta experiencia política, habiendo sido senador por derecho propio, reorganiza el Carlismo sobre la base de círculos locales y juntas regionales con el fin de comenzar a participar de las elecciones.

Durante estos años electorales del Carlismo surge la figura señera de Juan Vázquez de Mella Fanjul. Sus discursos parlamentarios se convierten por sí solos en una especie de Summa Carlistae que resume y precisa el tradicionalismo hispánico. No en vano será llamado “el verbo de la Tradición”.

También en esos años va sistematizándose una mística carlista que va desde las boinas rojas hasta la Festividad de los Mártires de la Tradición (el 10 de marzo). Todo lo cual culmina con el Testamento Político de Carlos VII, redactado el 6 de enero del ’97.

Pero con el cambio de siglo se suceden algunos hechos traumáticos. Con motivo de la guerra cubana con los Estados Unidos, el Carlismo denuncia la falta de patriotismo y la ineptitud de los liberales. El plan por hacerse con el poder para revertir los fracasos alfonsinos fracasa, provocando una nueva crisis: el marqués de Cerralbo renuncia y es reemplazado por el catedrático y ex integrista Matías Barrio Mier, secundado en las Cortes por el joven ingeniero de caminos Víctor Pradera.

Mientras tanto, algunos grupos carlistas buscan soluciones por su cuenta, incluso contraviniendo la jefatura del partido. Algunos se suman a los planes pidalistas para casar a la Princesa de Asturias, hija de Alfonso XII, con el hijo del conde de Caserta, veterano carlista de la Tercera Guerra. Otros se sublevan, como los de Badalona. En Cataluña algunos se suman al regionalismo (en Vascongadas, con anterioridad, algunos carlistas se habían mudado al nacionalismo vasco). En 1907 el Carlismo pelea la lucha contra el centralismo madrileño en el terreno electoral, incluso junto a republicanos federales, alfonsinos y nacionalistas.

Es en ese tiempo que Juan María Roma funda el Requeté como organización juvenil carlista. Con el tiempo, posiblemente influenciados por los camelots du roi franceses, el Requeté se convertirá en una verdadera organización paramilitar capaz de tener una actuación destacadísima y fundamental durante la Cruzada de 1936.

Cuando el 18 de julio de 1909 fallece Carlos VII en Varese, el Carlismo ha dejado de ser un simple movimiento legitimista para convertirse en una doctrina fundamental dentro del ideario católico tradicional.
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viernes, noviembre 03, 2006

Un poco de historia: Tercera Guerra Carlista

La “Carta a los españoles” de la princesa de Beira se convierte en el programa de gobierno de Carlos VII, el duque de Madrid. Ya en septiembre de 1866 requiere a su padre Don Juan que aclara qué hay de cierto respecto a su abdicación y sumisión a Doña Isabel. En esa misma carta, asumiendo la tesis tradicionalista, manifiesta que si los derechos legitimistas han sido abandonados por su progenitor, él está dispuesto a ejercerlos.

Mientras tanto, la situación en la Península se hacía complicada para los liberales en el poder, ya que una vez más la Revolución se devoraba a sus propios hijos. Es que en septiembre del ’68 un golpe de estado depone a Isabel. Mientras la reina liberal marcha al exilio en Francia y el general Serrano entra en Madrid, el liderazgo carlista se solidifica al abdicar Juan III de todas sus pretensiones en su hijo Carlos VII.

El 30 de junio del año siguiente el duque de Madrid envía una carta pública a su hermano Alfonso que se convierte en un verdadero manifiesto programático del Carlismo. Allí se promete la restauración de los fueros, el llamado a Cortes según una estructura tradicional, la promulgación de una Carta constitucional y el seguimiento de una política económica proteccionista.

Durante todo ese año y el siguiente, Carlos VII reorganiza el Partido Carlista como Comunión Católica Monárquica y se le unen muchos isabelinos desengañados.

Mientras en Madrid se “elige” rey al liberal Amadeo de Saboya, el hijo del carcelero del Papa. Las Cortes llaman a elecciones en el ’71 y el Carlismo obtiene 50 diputados y 30 senadores, presididos por el conde de Orgaz.

El crecimiento del Carlismo es impresionante y los liberales amadeístas deben recurrir al fraude. En abril del ’72 la Comunión Católica Monárquica denuncia el fraude y Carlos VII llama a un nuevo alzamiento y se traslada a la frontera franco-española.

El 21 de abril Don Carlos lanza un manifiesto a los españoles. En Navarra se han juntado varios miles de voluntarios y el general Rada –nombrado comandante por el duque de Madrid—parte a su encuentro.

Durante abril se repiten los alzamientos en Vizcaya y Guipúzcoa donde los carlistas parten al monte. Numerosos exiliados, veteranos de anteriores intentos como el cura Santa Cruz, recruzan la frontera y se ponen al mando de los más jóvenes.

El 2 de mayo Carlos VII en persona ingresa en Navarra y se pone al frente de las tropas carlistas en Oroquieta. Allí son sorprendidos por las fuerzas gubernamentales que fuerzan a muchos carlistas y a su rey a recruzar la frontera hacia Francia.

Pero no todo está perdido. En vez de darse por vencidos, los carlistas se alzan por todos lados. Se levantan nuevas partidas en Vizcaya, Cataluña, Navarra, Aragón, Castilla y Guipúzcoa. Otra vez, los veteranos “matiners” catalanes se reorganizan en partidas comandadas por Tristany, Savalls y Castells.

En Amorebieta (Zornotza) un convenio entre liberales y carlistas intenta poner fin a la insurrección, pero los leales a Carlos VII no se dan por vencidos. Y así el 16 de julio Don Carlos, tras reingresar en Navarra, restaura los fueros de la corona de Aragón abolidos por su antepasado Felipe V. En su carácter de comandante general del Principado de Cataluña, su hermano Don Alfonso, publica el manifiesto a sus leales aragoneses, catalanes y valencianos que reciben las noticias con algarabía.

La llamada Tercera Guerra Carlista ha estallado. El gobierno suprime la prensa carlista y persigue a los simpatizantes. Al mismo tiempo se intenta dar una batalla decisiva en el Norte español, pero la derrota gubernamental en Santa Bárbara de Mañeru, da nuevos ímpetus al Carlismo.

Muchos de los firmantes del convenio se declaran en rebeldía. La chispa del alzamiento carlista se multiplica en diciembre del ’72. Muchos veteranos carlistas regresan a la Península. Se organizan nuevas partidas guerrilleras.

En febrero del año siguiente el monarca liberal finalmente abdica y se proclama la Primera República. Los isabelinos que aún dudaban, se suman al bando carlista. El general Dorregaray penetra en tierra española y se hace cargo de 50 mil voluntarios.

En Navarra y en Cataluña los carlistas combaten con éxito a los republicanos. En el curso del ’73 el tradicionalismo se hace fuerte en Navarra y gran parte del territorio catalán. En agosto toman Estella en Navarra, ciudad que se convertirá durante unos años en capital de un verdadero reino carlista independiente presidido por Carlos VII.

Pero los republicanos no se quedan de brazos cruzados. Los carlistas rechazan heroicamente ataques en Mañeru, Conca y el mítico Montejurra. Por su parte, el duque de Madrid contraataca y pone sitio a Bilbao.

Al año siguiente, en febrero, los republicanos intentan en vano levantar el sitio bilbaíno. El frente de Aragón se complica pero al mismo tiempo se obtienen triunfos en Cataluña.

En marzo el mismísimo mariscal Serrano, “protector de la República”, se llega hasta Bilbao con una poderosísima fuerza pero son detenidos en Samorrostro por los carlistas del general Elío. Recién en mayo Serrano logra levantar el sitio, ante una retira carlista en perfecto orden.

Habiendo liberado Bilbao en forma tan lastimosa, los liberales organizan una ofensiva durante junio. En Estella los carlistas detienen el avance, en Abárzuza lo rechazan y en Montemuro los obligan a retirarse. Al mes siguiente, y tras un revés en Gandesa, donde muere heroicamente el coronel Segarra, Don Alfonso lidera a los carlistas catalanes en la toma de Cuenca, a sólo 136 kilómetros de Madrid, ciudad que tras su saqueo es abandonada.

Para septiembre del ’74 los carlistas ocupaban casi todo el País Vasco y la Navarra, excepto las capitales. Al mando del general Lozano, parte entonces una expedición carlista hacia Murcia.

Comprobando que la causa republicana no tendrá éxito aún entre los españoles, las logias deciden jugar la carta isabelina. Es entonces a fin de año que en Sagunto, y luego en Madrid, algunos jefes liberales se pronuncian contra la república y a favor de Don Alfonso, el hijo de Isabel II.

Con el nombre de Alfonso XII, el líder liberal llega a tierra española a comienzos de 1875. En febrero logra escapar por milagro a la derrota de sus partidarios en la batalla de Lácar. Y en los meses siguientes reorganiza sus fuerzas.

Alfonsinos o republicanos, los liberales son igualmente despiadados e intentan someter a la población mediante el miedo y la ambición. En junio comienza el embargo masivo de bienes de sospechosos de carlismo.

Mientras tanto el 3 de julio, Carlos VII juraba los históricos fueros vizcaínos junto al mítico árbol de Guernica, acompañado de su padre, su mujer y cuñado, y muchos de sus jefes militares. Este hecho fue muy celebrado por los vascos emigrados en la Argentina.

A fines de agosto cae Seo de Urgel, heroicamente defendida por los carlistas al mando de Tristany, Savalls, Castells y Dorregaray durante meses.

Terminada la campaña catalana, a comienzos del ’76 los alfonsinos dan inicio a una feroz ofensiva en el Norte español. Martínez Campos ocupa el valle del Baztán, Jenaro de Quesada reprime Vizcaya y Guipúzcoa, mientras que Primo de Rivera arremete contra Estella –la capital carlista.

Los carlistas defienden Estella desde el Montejurra. Detienen el avance pero al saberse muy inferiores en número, se retiran ordenadamente, cayendo dos días después la capital de Don Carlos.

El 28 de febrero de 1876 en Valcarlos, cerca de la frontera con Francia, Carlos VII se despide sus voluntarios y termina con una promesa eterna: “¡Volveré!”
Superior: Retrato de Carlos VII.
Inferior: Imagen de la Tercera Guerra Carlista, cuadro de Augusto Ferrer Dalmau.
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lunes, octubre 30, 2006

Un poco de historia: En torno al '60

En 1854 tiene lugar en España la llamada revolución de los progresistas: una vez más la Revolución se devora a sus hijos.

Y los “progresistas” (liberales radicalizados) retoman la persecución de los carlistas sobrevivientes de los últimos 20 años. Nuevamente se producen insurrecciones carlistas en Álava, Navarra, el Bajo Aragón, el Maestrazgo y Cataluña. Nuevamente los nombres de Borges, Tristany, Gonfaus… Pero la rebelión dura poco.

Sin embargo, en 1860 el carlismo toma nueva fuerza (aparecen algunos nuevos periódicos de importante tirada como El Pensamiento Navarro). Y el pretendiente Carlos VI pergeña un audaz golpe.

En marzo el conde de Montemolín desembarca en las Islas Baleares y se entrevista con el capitán general Jaime Ortega Olleta. Éste, comandante de una expedición militar que se dirigía a África, se pliega secretamente a la causa carlista y hace desembarcar a sus 4.000 hombres en una playa cerca de San Carlos de la Rápita, en la España peninsular, a comienzos de abril.

Ortega Olleta ordena a sus hombres marchar sobre Tortosa sin indicar las razones. Se produce un motín, y un tal coronel Rodríguez Vera, dando vivas a Isabel II, toma el mando de la expedición. Mientras Ortega Olleta era fusilado, Carlos VI y su hermano Don Fernando son apresados por la Guardia Civil y enviados a Tortosa, donde son obligados a renunciar a sus derechos dinásticos y exiliarse.

Siguen meses de confusión. En junio el tercer hijo de Carlos V, el infante Juan, el conde de Montizón, que vivía en Londres, asume los derechos al trono como Juan III. Hace un llamamiento pacífico a las Cortes y a su prima Isabel II. Pero, al mismo tiempo, su hermano mayor Carlos VI, declara nulas las abdicaciones forzadas, se retracta y desautoriza a su hermano.

No obstante, desde Gran Bretaña, Juan III persiste en su reivindicación y se manifiesta abiertamente liberal, rompiendo así con la base histórica, tradicionalista, del Carlismo. El Carlismo se divide entre montemolinistas y juanistas. Pero las bases del Carlismo presionan una solución.

Tras la muerte de Carlos VI a comienzos de 1861, Juan III exige al Partido Carlista que lo siga por legitimidad y que adhiera a sus ideas políticas liberales. Crisis que amenaza destruir el Carlismo para siempre.

Es así que en septiembre de ese año, la princesa de Beira (segunda mujer de Carlos V) envía una carta pública a Juan III pidiéndole su reconvención e instándolo a retractarse o abdicar. Así esta princesa viuda de origen portugués, asistida por el obispo Caixal y el publicista Pedro de la Hoz, expone con precisión y fuerza el principio tradicional de legitimidad de ejercicio.

Juan III se encuentra sólo. Las bases sólo lo siguen nominalmente, pero no quieren saber nada con convertirse al liberalismo, la ideología que persiguió a sus padres y abuelos. Es así que finalmente en julio del ’62, Don Juan sigue el cauce natural de sus ideas liberales, renuncia a sus derechos y presta sumisión a Isabel II.

Pero justo cuando todo parecía perdido y el Carlismo condenado, asume la jefatura del mismo, junto a la pretensión a la corona de las Españas, Don Carlos María, el duque de Madrid, Carlos VII… el arquetipo del monarca carlista.
Imágenes (de arriba a abajo): Carlos VI y Juan III.
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lunes, octubre 23, 2006

Un poco de historia III: La Guerra de los "Matiners"



Tras la Primera Guerra, muchos carlistas huyen al destierro principalmente en Francia. La mayoría regresa a sus ocupaciones e intenta evitar la represión de los liberales. Otros emigran a América.

Mientras tanto, algunos hombres de bien buscan llegar a un acuerdo dinástico –proyecto en el que se comprometen especialmente el catalán Jaime Balmes y el valenciano Antonio Aparisi. Para facilitar el proyecto, el pretendiente Carlos V abdica a favor de su hijo el conde de Montemolín, Carlos Luis (Carlos VI).

Al mismo tiempo, algunos reductos carlistas continuaban la resistencia. Especialmente en Cataluña, donde tiene lugar la llamada “Guerra de los Matiners” (madrugadores). Combaten en la madrugada y luego regresan a su casa y a sus trabajos. En nombre de Carlos VI se levantan partidas numerosas, como la de los hermanos Tristany en Solsona.

Los liberales persiguen a los prófugos, sus familias y amigos… y a simples personas encontradas con “intención sospechosa”. La pena: la muerte inmediata. Al revés de minar la causa carlista, los liberales consiguen engrandecer las filas de aquéllos.

Algunos veteranos carlistas, junto a sus generales, recruzan la frontera franco-española y se unen a los insurgentes “montemolinistas”. En Cataluña la rebelión comienza con suerte: exitosos golpes de mano y las primeras batallas favorables. Pero en el resto de la Península, los focos carlistas son literalmente exterminados.

Una vez más, los liberales aprovechan la excusa del “monstruo carlista” para dar rienda suelta a su campaña anti-católica: saqueos y quemas de conventos e iglesias. Incluso, martirios, como el de San José de Calazanz.

Pero en abril del ’49 todo se cae. Carlos VI es detenido al intentar cruzar la frontera. El general Cabrera es derrotado, y junto con sus catalanes, aragoneses y valencianos, se exilia en Francia una vez más. Para mayo, los últimos guerrilleros de las montañas catalanas silencian las armas.

Pero la sangre de los carlistas no ha sido en vano. El gobierno liberal no puede darse el lujo de seguir provocando a los católicos. Se decreta una amnistía y en 1850 se firma un concordato con la Santa Sede.

Momentáneamente se ha llegado a una tregua…
Imagen: El general Cabrera
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viernes, octubre 20, 2006

Revista Ahora-Información, nº 81, "Sobre la República"


(El retraso en la publicación de este número se debe al traslado de la Administración de la revista de sede. En los próximos números se normalizará la frecuencia de aparición de la misma).
Índice de contenidos de la Revista Ahora-Información, nº 81.
Suscríbete ya llamando al teléfono (0034) 91 399 44 38 en horario de 9 a 14 h. y de 16 a 19 h. o rellenando este formulario y enviándolo a  carlistas@carlistas.es:


  • Portada El motor del cambio

  • Editorial A vueltas con la memoria

  • J.Mª Mozo de R. La República de "Real" Orden

  • Josep Pla El advenimiento de la República

  • J.Mª Mozo de R. Cuando la República se quitó la Corona

  • Alvaro de Albornoz Un discurso republicano

  • Evaristo Palomar Y a todo esto, ¿qué es la República?

  • A.C. Amaritriain Del Catalanismo a la República

  • Juan Stuse Memoria del 18 de julio Por orden del Rey.

  • Manuel Fal Conde La verdad del 18 de julio

  • Pío XII Con inmenso gozo

  • Evaristo Palomar Un juicio histórico sobre la guerra civil

  • Comentarios vizcaínos De Orduña requetés

  • El 18 de julio en territorio vasco

  • Francisco Canals La dialéctica del Régimen y las etapas del carlismo evolutivo

  • G. Navascués La Iglesia no olvida la Cruzada. Noticias para el camino

  • Juan Casañas Caricaturas con proyección escatológica (y III)

  • A.C.Amaritriain T.Luca de Tena. Embajador en el infierno E.P.M. Jose Javier Esparza. El bienio necio

  • J.Mª Mozo de R. Kim Amor. La última batalla. Pío Moa. Contra la mentira.

  • Angel Onrubia Evocación de don Manuel

  • 18 de julio de 1936
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jueves, octubre 19, 2006

Boletín "ACCIÓN CARLISTA"

Salió el Nº 83 (3ª Época) Agosto-Octubre 2006 de

ACCIÓN CARLISTA - Boletín Oficial de la Comunión Tradicionalista Carlista.

Temas:

  • RESPALDO FILIAL E INCONDICIONAL A S.S. BENEDICTO XVI
  • LA COMUNIÓN EN ACCIÓN: CAMPAMENTO CRUZ DE BORGOÑA
  • LA COMUNIÓN EN ACCIÓN: APLEC DE MONSERRAT 2006
  • REINO DE VALENCIA: Federico Martínez Roda, nuevo académico de al Real Academia de Cultura Valenciana.
  • MANIFESTACIÓN DE LA AVT EL 1 DE OCTUBRE
  • AGENDA CARLISTA
    4 DE NOVIEMBRE. SAN CARLOS BORROMEO: Día de la Dinastía Legítima.
    26 DE NOVIEMBRE. FESTIVIDAD DE CRISTO REY: DÍA DE LA CTC. XX ANIVERSARIO CONGRESO DE LA UNIDAD
    8 DE DICIEMBRE. Día de la Inmaculada y de la Juventud Carlista.
  • El Carlismo: luces sobre un pasado escondido
  • EL TERCIO DE NUESTRA SEÑORA DE MONTSERRAT VISITA CODO
  • Exposición "A mis amigos de la frontera. El País Vasco francés en la aventura carlista. 1833-1876".

    PARA RECIBIR EL ACCIÓN CARLISTA EN PDF
    Se ruega a todos los afiliados y simpatizantes comuniquen dirección de correo electrónico válida o actualizada para recibir EL BOLETÍN ACCIÓN CARLISTA en PDF con las últimas noticias sobre la Comunión Tradicionalista Carlista a  carlistas@carlistas.es o al teléfono (0034) 91 399 44 38. Se ruega especificar: afiliado, simpatizante, grupos y entidades afines, simpatizantes extranjeros, etc. Correo-e:  carlistas@carlistas.es
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lunes, octubre 09, 2006

Un poco de historia II: La Primera Guerra Carlista


En nuestra última nota histórica, nos referimos al surgimiento del Carlismo. Dijimos que el Carlismo fue derrotado en el terreno militar y que el Liberalismo se impuso por la fuerza –del mismo modo que lo hiciera en el resto de Europa e Hispanoamérica.

Pero el Carlismo no se dejó vencer. El Carlismo peleó, y su lucha es una de las más bellas páginas épicas de la historia.

Estamos en 1833, ha muerte Fernando VII, su hermano Carlos es proclamado por sus partidarios –los carlistas—pero los liberales se aseguran los engranajes del poder en Madrid.

En octubre de ese año, hace exactamente 173 años, los españoles se levantan por su rey legítimo, por sus libertades, por sus tradiciones… por su Dios. Las manifestaciones pacíficas carlistas son brutalmente reprimidas y los carlistas, reunidos en torno a veteranos de las guerras napoleónicas y realistas, se movilizan.

Para noviembre, el carlismo militarizado sólo sobrevive en Navarra. Se organiza una Real Junta Gubernativa en Estella –la mítica ciudad carlista- y se nombra al general Tomás de Zumalacárregui comandante. Al mismo tiempo, hay resistencia en otros lugares de la Península, como Aragón y Cataluña.

Comienzan así los combates y las batallas. La represión del Carlismo no es ningún picnic para los liberales. Zumalacárregui, Cabrera y otros combaten y rechazan las partidas cristinas –a veces como guerrilla, otras como ejércitos regulares. Tanto es así que los “liberales del mundo” se unen (¿cuando no?) para hacer frente a estos guerrilleros. Pero vascos, navarros, aragoneses y catalanes, junto a voluntarios venidos de los cuatro puntos cardinales, hacen frente a los mercenarios y reclutas cristinos –muchos de los cuales se cambian de bando al caer prisioneros.

Aprovechando la ocasión, los liberales organizan saqueos y quemas de conventos e iglesias y matanzas de religiosos. Los combates son encarnizados y la represión cristina no se detiene. El gobierno liberal formaliza el saqueo de la Iglesia con sus “desamortizaciones”.

Mientras los cristinos deben recurrir a la intervención directa de potencias extranjeras para evitar que todo el Norte quede en posesión de Carlos V; los carlistas organizan expediciones que atraviesan la Península de punta a punta, perseguidos de cerca por inmensas fuerzas liberales.

En marzo de 1837, tiene lugar la épica victoria de Oriamendi, donde los carlistas derrotan a una muy superior fuerza liberal reforzada por mercenarios británicos. Al mismo tiempo, Cabrera se hace dueño del interior catalán-aragonés.

Con objeto de poner fin a la guerra, Carlos V parte con sus fuerzas en una nueva expedición en dirección a Madrid. Durante esa expedición, Cabrera llegó a entrar en Madrid y arrollar a un batallón de guardias reales que salió a oponérsele. Pero el Cuartel General Carlista le ordenó volver porque temían quedar cercados por Espartero, que venía con sus columnas persiguiendo a las carlistas. Así, los carlistas regresan hacia el norte tras cinco meses de una épica Expedición Real.

Pero llegados a 1839, cuando la situación carlista ocupaba buena parte del territorio español y los ejércitos legitimistas eran dueños del campo de batalla, acontece la traición. El general carlista Maroto, en un complejo suceso, luego de asegurarse la preeminencia en el ejército de Carlos V, en una especie de golpe, negocia un cese de hostilidades con el general cristino Espartero. Es el infame “Abrazo de Vergara”, una verdadera traición y la sentencia de muerte de numerosos carlistas que serán cazados como conejos en los meses siguientes.

En Cataluña, los carlistas resisten algo más, pero ya es inútil pues los cristinos logran unificar sus fuerzas y atacarlos con todo lo que tienen. El 6 de julio de 1840, el general Cabrera, “el Tigre del Maestrazgo”, cruza la frontera francesa con los restos de su ejército. Es el fin de la Primera Guerra Carlista.
IMAGEN: "Cabrera rompe el cerco de Morella", cuadro de Augusto Ferrer Dalmau.
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viernes, septiembre 29, 2006

Carlismo, ¿argentino?

Nos dicen: “¿Qué tiene que ver el Carlismo con la Argentina?” “¿No es acaso una doctrina política española?” Y nos llegan otras preguntas en el mismo tenor.

Hay varias respuestas. Ensayaremos algunas. La vinculación de la Argentina con el Carlismo se da en varios niveles.

En primer lugar está el hecho histórico de la inmigración de veteranos de las Guerras Carlistas a la Argentina.

Generalmente se ha vinculado el Carlismo a la inmigración vasca temprana, la que se dio en tiempos de Rosas, de vascos pastores que entraron por Montevideo, de ahí a la campaña uruguaya, cruzaron el río Uruguay y se establecieron en Entre Ríos, sur de Santa Fe y Provincia de Buenos Aires. Muchos de ellos volvieron a empuñar las armas, identificándose con las causas de Oribe y Rosas en un primer momento, luego con Urquiza y aún con López Jordán. Fueron importantes ganaderos –primero de ovejas, luego de vacunos—y algunos de sus descendientes se mezclaron con las familias tradicionales del país, conservando en muchos casos los vínculos con su cultura.

Pero no sólo hubo vascos entre los carlistas inmigrantes, sino también un importante grupo de catalanes –familias como Bargalló o Tristany que también se integraron a la sociedad porteña. Y grupos de españoles “en general”, simpatizantes de la causa, como los fundadores de la Sociedad Española “La Marina”, creadora del tradicional club de remo del Tigre: “Club de Regatas La Marina” –cuyos colores gules y plata (rojo y blanco) son un recuerdo del carlismo de sus fundadores.

Tal fue la presencia del Carlismo en estas tierras que, como ha documentado el historiador y genealogista Bernardo Lozier Almazán (“Presencia carlista en Buenos Aires”), sostuvieron un diario –“El Legitimista Español”, una Comisión Central de Propaganda Carlista de América del Sud con sede en Buenos Aires e, incluso, una Juventud Carlista de Buenos Aires –que no sólo agrupaba a descendientes de inmigrantes carlistas, sino a muchos simpatizantes, incluso de origen italiano. Con el paso del tiempo, muchas familias olvidaron su origen, pero unas pocas sí conservaron el recuerdo de la lucha de sus antepasados con orgullo.

Pero hay una causa más profunda que nos permite hablar de la posibilidad del Carlismo en la Argentina. Una causa que no es nostalgia de “aquellos buenos tiempos”. Una causa más profunda.

El gran franciscano porteño del 1820, Francisco de Paula Castañeda, repetía eso de que “por Castilla somos gente” y así le recordaba a los jacobinos que nos gobernaban en ese momento e intentaban imponernos doctrinas foráneas, castillos en el aire pergeñados en tenidas y clubes de pensamiento europeos; les recordaba que la Argentina es una rama del gran tronco que es la Hispanidad, las Españas. Y siendo el Carlismo la concreción en el tiempo de las tradiciones hispánicas, el Carlismo no sólo atañe la actual nación-estado hoy llamada España, sino a ese conjunto, esa “unidad de destino en lo universal” según genial resumen de alguien ajeno al Carlismo, esa nación espiritual o, mejor, esa patria que es la Hispanidad, las Españas plurales que se extienden desde el antiguo Franco Condado hasta las Filipinas, pero que se han conservado en la América hispana, desde la California hasta la Tierra del Fuego, que se han transmitido quizás en su forma más pura –si hemos de creer como muchos historiadores que mientras en la España peninsular se extendían las doctrinas del humanismo renacentista, en la España de allende el mar se continuaba la Hispánitas medieval. Esa cultura profundamente católica, hispánica a la vez que orgullosa de sus peculiaridades locales y –en cierta forma- monárquica que aún podemos encontrar (no sin dificultad) en el interior de nuestro país y en las tradiciones de algunas familias.

Entonces, aquí, el lema Dios-Patria-Fueros-Rey no es una ideología, sino una realidad concreta que se vive y se siente instintivamente, aunque esté en estos momentos marginada y en vías de extinción. Desde “Carlismo Argentino” queremos defender esta tradición hispano-católica y reconquistar lo que aparentemente ya se ha perdido, pero que en realidad se encuentra sólo un poco olvidado, ayudándole a adoptar una forma concreta de la mano de los grandes teóricos del Carlismo.
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martes, septiembre 19, 2006

Respaldo filial e incondicional a S.S. Benedicto XVI

Nota de la Permanente de la Junta de Gobierno de la Comunión Tradicionalista Carlista (C.T.C.)

RESPALDO FILIAL E INCONDICIONAL A S.S. BENEDICTO XVI

El contenido de una conferencia dictada por su santidad el Papa en un recinto universitario de Ratisbona, interpretado con ligereza y fuera de contexto por algunos medios de comunicación, ha servido de pretexto a distintos medios y personajes del mundo musulmán para arremeter contra la persona del Papa, la Sta. Sede y el cristianismo. Simultáneamente, algunos medios "occidentales" obedientes a la trama anticristiana, han desatado una campaña de descrédito y de difamación contra el Vicario de Cristo, tratando de devaluar y desautorizar el esfuerzo permanente de reconciliación y pacificación que la Iglesia Católica hace en el conflictivo mundo actual.

Ante todo ello, la Comunión Tradicionalista Carlista quiere hacer públicas las siguientes afirmaciones:

1ª La persona y la investidura de S.S. el Papa merecen y exigen la veneración más absoluta, por lo que los ataques, calumnias y vejaciones de cualquier orden o procedencia recibirán de los cristianos un repudio total.
Esta Comunión estudia la posibilidad de emprender las acciones legales pertinentes, a nivel nacional e internacional, en defensa de la imagen de S.S.

2º Consideramos que la reacción de algunos sectores musulmanes en distintas latitudes es producto de la desinformación, la incultura y la manipulación. Resulta especialmente significativo que sea un monarca desacreditado y sumiso a las potencias anglosajonas el que trate de lavar su imagen ante el mundo árabe arremetiendo contra el Vicario de Cristo.

3º Rechazamos la interpretación sectaria que de este incidente han hecho algunos medios de comunicación (N.York Times, El País, la BBC etc.) que precisamente obedecen a aquellos intereses económicos y políticos en cuyo servicio se efectúa la intervención armada en Oriente Medio.

4º Rechazamos así mismo cualquier intento de utilización de la figura del Papa en aras de electoralismos oportunistas. Y más aun el uso de su autoridad moral como supuesto respaldo de políticas que, en su día, fueron condenadas por la Sta. Sede y por su predecesor como contrarias al derecho internacional.

5º Consideramos que el escandaloso tratamiento dado a este incidente, al producirse después de una visita del Vicario de Cristo al centro de Europa, de consecuencias pastorales trascendentales, ilustra suficientemente que algunos sectores del extremismo musulmán son juguetes de la manipulación de poderes mundiales en la sombra.

Ante todo ello, la C.T.C. reitera públicamente su filial adhesión a Benedicto XVI y a la Iglesia Católica, e insta a todos sus miembros, amigos y simpatizantes, así como al pueblo católico en general, a formar una piña en torno al Papa y a rechazar con firmeza, caridad y claridad estas insidias y manipulaciones.

Madrid, 17 de Septiembre del 2006
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viernes, septiembre 15, 2006

Un poco de historia

Pero antes de proseguir con el ideario, un poco de historia.

Por lo menos cuando yo iba al secundario, los argentinos estudiamos la historia española más o menos durante lo que suele llamarse (mal) “período colonial” hasta 1810 y después parece que a España se la traga la tierra.

Si hacemos un poquito de memoria, recordaremos a la Casa de Austria al frente del Imperio Español en los siglos XVI y XVII, defendiendo lo que queda de la Cristiandad en los mares y las campos de batalla europeos. Pero con la muerte del último de los Austrias, se quedan con el poder los Borbones, ya en el XVIII.

A mano de los ministros franceses o afrancesados de estos reyes, comienza así un período de “modernización”: centralismo, supresión de libertades locales (fueros), penetración de la llamada Ilustración, persecución de los jesuitas, excesos en política religiosa (regalismo), etc., etc. Todo lo cual culmina con la derrota frente a Gran Bretaña en Trafalgar y (años después) la invasión napoleónica. Y como consecuencia inmediata: las independencias americanas. Todo lo cual dañó la economía y, lo que es más importante, la sociedad española de manera que para el 1800 poco quedaba del gran imperio hispánico.

En el medio de esto, las intrigas del Príncipe Fernando (el futuro Fernando VII), el Ministro Godoy, el rey Carlos IV, Napoleón y los ingleses. Por otro lado, el movimiento juntista, originalmente de tendencia tradicionalista, pero luego copado por el liberalismo afrancesado y la masonería pro-británica, pareció asumir para sí (en nombre de ese concepto tan vago: “el pueblo”) la soberanía de la nación. Es así como las Cortes reunidas en Cádiz promulgan una constitución liberal.

El absolutismo ilustrado daba a luz al liberalismo, que primero será monárquico-constitucional, luego republicano y hoy prefiere una monarquía que “ni pincha ni corta”. Enfrente el tradicionalismo. El mismo que en nombre de la libertad (o de las libertades, en realidad) se había opuesto a las reformas absolutistas, ahora volvía a enfrentarse a quienes pretendían luchar por la “Libertad”. Un nuevo absolutismo en realidad, el de los partidarios de “la igualdad, la libertad y la fraternidad” de las guillotinas, las revoluciones, el comercio libre, las logias secretas, el monopolio de la enseñanza, la proletarización, la centralización y la burocratización...

Tras la llamada Guerra de Independencia española (respecto de Francia, que no de Gran Bretaña), Fernando VII osciló entre el tradicionalismo, el absolutismo y el liberalismo. Pero mientras los últimos se unificaban y aburguesaban, gracias a los negocios que significaba el reemplazo del monopolio hispánico por la globalización británica, los tradicionalistas esperaban la sucesión de Fernando en su hermano menor Carlos gracias a la falta de hijos del primero.

Simplificando así mucho, llegamos a 1830 y la sanción de la Pragmática por la que el rey impedía la sucesión en su hermano y favorecía a su hija recién nacida, Isabel. Ya desde esos tiempos, los tradicionalistas, partidarios del infante Carlos María Isidro, comienzan a ser conocidos como “carlistas”.

Muerto Fernando VII, su mujer Cristina, en nombre de Isabel, comienza a gobernar de la mano de los liberales. Se producen manifestaciones anti-liberales, especialmente entre los veteranos realistas, el pueblo más tradicional y algunos elementos militares. Se producen sublevaciones a favor de Don Carlos por todo el territorio español y comienza así la Primera Guerra Carlista, a la que le seguirán dos más, hasta la heroica Cruzada de 1936-1939.

“Casi sin medios, con más voluntarios que fusiles, los carlistas supieron crear ejércitos de la nada y poner en serios apuros a los gobiernos liberales.

“Pero a pesar de todos los enormes sacrificios y heroísmos, el carlismo no llegó a triunfar militarmente. EL LIBERALISMO SE IMPUSO POR LA FUERZA.”
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lunes, septiembre 04, 2006

Dios, Patria, Fueros, Rey

Si me seguiste hasta acá, posiblemente querés saber qué esto del lema: Dios, Patria, Fueros, Rey.

Dice uno de los textos citados en la entrada anterior, n. 45 “el lema”:

“Los puntos fundamentales en que compendia el ideario carlista son cuatro: Dios, patria, fueros, rey,

a) El Carlismo invoca a Dios para afirmar su concepción teocéntrica del mundo y de la vida, en la más estricta fidelidad a las enseñanzas seculares de la cátedra de San Pedro, cuya misión adopta.

b) El Carlismo invoca a la patria para significar que sustenta un federalismo histórico tradicional, fundamentado en la idea tridentina del hombre concreto y desfalleciente.

c) El Carlismo invoca los fueros para manifestar que con ellos defiende las reales libertades jurídico-políticas concretas acuñadas por la historia.

d) Y el Carlismo invoca al rey para significar que postula una monarquía servidora de aquellos principios, y por eso mismo llave de la unidad de las Españas, definidas por Carlos VII en su Testamento como una entidad política ‘una e indivisible’.”

En otras palabras, el Carlismo quiere un estado confesional (que no un estado clerical o teocrático) –que actúe según el Derecho Natural y Cristiano, una verdadera y legítima “política cristiana” como pedía Juan Pablo II en su homilía en París con motivo de la celebración de la Conversión de Clodoveo. El Carlismo, siendo tradicionalista, es consecuentemente patriótico al considerar al hombre en su contexto familiar, social, espacial y temporal –sin utopismo universalistas o centralismos totalitarios. El Carlismo respeta (y busca restaurar) las costumbres y tradiciones de carácter legal que se han ido cimentando a lo largo de los siglos y las generaciones, especialmente en cuanto tienen de respeto de las libertades concretas de las personas, las comunidades y las actividades socioeconómicas. Finalmente, el Carlismo es monárquico, según su sentido tradicional –una corona que respetando las diferencias culturales, históricas, políticas y sociales, que obediente de la ley de Dios, de la Patria y de las libertades históricas (fueros), unifique a los pueblos hispanos en sus comunes afanes y aspiraciones.

Sé que para un argentino (quizás como para cualquier otro hispanoamericano) este último punto del ideario carlista puede resultar excéntrico, como mínimo; pero ya iremos analizando el porqué de esta propuesta.
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jueves, agosto 17, 2006

¿Qué es el Carlismo?


Te preguntarás, entonces, qué cosa sea esto del Carlismo.

Como seguramente ya te imaginas, Carlismo viene del nombre Carlos. Pues efectivamente, el Carlismo nace como manifestación concreta del tradicionalismo hispánico en medio de una disputa dinástica en 1833.

Quienes lucharon por unas Españas –como el Carlismo llama al conjunto de naciones que una vez compartieron rey y un modo concreto (hispánico) de ser--, decíamos, unas Españas fieles a su esencia, al “quid”, a aquello que las hace ser lo que son y no otra cosa; ésos fueron los carlistas. Eso somos los carlistas.

Frente a ellos –como ahora frente a nosotros—la cultura de la muerte, la Revolución anticristiana, en sus diversas manifestaciones: liberalismo, secularismo, progresismo, hedonismo, consumismo, capitalismo salvaje...

El Carlismo levanta, entonces, la bandera tradicional, el lema Dios-Patria-Fueros-Rey, que iremos explicando en sucesivas entradas.

Y, para terminar, unas palabras sobre el Tradicionalismo. El Tradicionalismo se sabe heredero y es agradecido por eso. El Tradicionalismo es culto, porque sabe que los pueblos que desprecian sus tradiciones se vuelven salvajes. El Tradicionalismo es verdaderamente progresista en sentido estricto, pues somos “enanos sobre hombres de gigantes”, como dijo Newton, y sólo así han progresado las ciencias y la técnica, aprovechándose y mejorando lo recibido. El Tradicionalismo es, entonces, historia viva y vivida. El Tradicionalismo no es individualista, pues no podría serlo; sabiéndose deudor, el tradicionalista será agradecido y conciente de su papel en cuanto a la mejora de la comunidad de la que forma parte. El Tradicionalismo desconfía, por tanto, de los ideólogos y arquitectos sociales, porque respeta y estima la diversidad y la costumbre tal como se ha ido labrando a lo largo de una historia de siglos. El Tradicionalismo es, al mismo tiempo, esperanzador porque conserva lo que merece ser conservado y acrecienta la heredad recibida para entregarla así, mejorada, a sus hijos y nietos.

Por todo esto, el Tradicionalismo, y en su faz concreta, el Carlismo, es una doctrina que brinda esperanzas para un cambio profundo y de raíz hacia una sociedad donde valga la pena vivir –todo, si Dios lo quiere.

Para profundizar, recomendamos:

  • ¿Qué es el Carlismo?, edición virtual de la Comunión Tradicionalista Carlista.
  • ¿Qué es el Carlismo?, edición del Centro de Estudios Históricos y Políticos “General Zumalacárregui”, cuidada por Francisco Elías de Tejada, Rafael Gambra y Francisco Puy Muñoz. (Madrid: Escélicer, 1971).

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miércoles, agosto 16, 2006

Acerca de "Carlismo Argentino"

Nace CARLISMO ARGENTINO. Es éste un sitio que pretende reunir a todos los carlistas argentinos y a aquéllos que, sin considerarse carlistas, simpatizan con la historia y la doctrina del Carlismo o quieren profundizar en ellas. Al mismo tiempo, el sitio procurará difundir el ideario carlista entre los argentinos, al considerar el Carlismo como una visión sociopolítica integral de verdadera raigambre hispánica, católica y tradicional que puede dar respuesta a muchos interrogantes en la presente hora.
A lo largo de sucesivas entradas iremos plasmando el ideario carlista tradicional, nos explayaremos sobre su devenir histórico y explicaremos sus vinculaciones con el pensamiento católico tradicional argentino e hispanoamericano. También comentaremos algunas noticias de actualidad y mencionaremos hechos anecdóticos, así como influencias carlistas desconocidas en nuestro país.
Desde ya, los invitamos a visitar nuestros enlaces a sitios carlistas y tradicionalistas que encontrarán a la derecha del sitio.
Bienvenidos al apasionante mundo del Carlismo.

--Los editores.
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La Tradición es la Esperanza

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