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lunes, octubre 30, 2006

Un poco de historia: En torno al '60

En 1854 tiene lugar en España la llamada revolución de los progresistas: una vez más la Revolución se devora a sus hijos.

Y los “progresistas” (liberales radicalizados) retoman la persecución de los carlistas sobrevivientes de los últimos 20 años. Nuevamente se producen insurrecciones carlistas en Álava, Navarra, el Bajo Aragón, el Maestrazgo y Cataluña. Nuevamente los nombres de Borges, Tristany, Gonfaus… Pero la rebelión dura poco.

Sin embargo, en 1860 el carlismo toma nueva fuerza (aparecen algunos nuevos periódicos de importante tirada como El Pensamiento Navarro). Y el pretendiente Carlos VI pergeña un audaz golpe.

En marzo el conde de Montemolín desembarca en las Islas Baleares y se entrevista con el capitán general Jaime Ortega Olleta. Éste, comandante de una expedición militar que se dirigía a África, se pliega secretamente a la causa carlista y hace desembarcar a sus 4.000 hombres en una playa cerca de San Carlos de la Rápita, en la España peninsular, a comienzos de abril.

Ortega Olleta ordena a sus hombres marchar sobre Tortosa sin indicar las razones. Se produce un motín, y un tal coronel Rodríguez Vera, dando vivas a Isabel II, toma el mando de la expedición. Mientras Ortega Olleta era fusilado, Carlos VI y su hermano Don Fernando son apresados por la Guardia Civil y enviados a Tortosa, donde son obligados a renunciar a sus derechos dinásticos y exiliarse.

Siguen meses de confusión. En junio el tercer hijo de Carlos V, el infante Juan, el conde de Montizón, que vivía en Londres, asume los derechos al trono como Juan III. Hace un llamamiento pacífico a las Cortes y a su prima Isabel II. Pero, al mismo tiempo, su hermano mayor Carlos VI, declara nulas las abdicaciones forzadas, se retracta y desautoriza a su hermano.

No obstante, desde Gran Bretaña, Juan III persiste en su reivindicación y se manifiesta abiertamente liberal, rompiendo así con la base histórica, tradicionalista, del Carlismo. El Carlismo se divide entre montemolinistas y juanistas. Pero las bases del Carlismo presionan una solución.

Tras la muerte de Carlos VI a comienzos de 1861, Juan III exige al Partido Carlista que lo siga por legitimidad y que adhiera a sus ideas políticas liberales. Crisis que amenaza destruir el Carlismo para siempre.

Es así que en septiembre de ese año, la princesa de Beira (segunda mujer de Carlos V) envía una carta pública a Juan III pidiéndole su reconvención e instándolo a retractarse o abdicar. Así esta princesa viuda de origen portugués, asistida por el obispo Caixal y el publicista Pedro de la Hoz, expone con precisión y fuerza el principio tradicional de legitimidad de ejercicio.

Juan III se encuentra sólo. Las bases sólo lo siguen nominalmente, pero no quieren saber nada con convertirse al liberalismo, la ideología que persiguió a sus padres y abuelos. Es así que finalmente en julio del ’62, Don Juan sigue el cauce natural de sus ideas liberales, renuncia a sus derechos y presta sumisión a Isabel II.

Pero justo cuando todo parecía perdido y el Carlismo condenado, asume la jefatura del mismo, junto a la pretensión a la corona de las Españas, Don Carlos María, el duque de Madrid, Carlos VII… el arquetipo del monarca carlista.
Imágenes (de arriba a abajo): Carlos VI y Juan III.
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lunes, octubre 23, 2006

Un poco de historia III: La Guerra de los "Matiners"



Tras la Primera Guerra, muchos carlistas huyen al destierro principalmente en Francia. La mayoría regresa a sus ocupaciones e intenta evitar la represión de los liberales. Otros emigran a América.

Mientras tanto, algunos hombres de bien buscan llegar a un acuerdo dinástico –proyecto en el que se comprometen especialmente el catalán Jaime Balmes y el valenciano Antonio Aparisi. Para facilitar el proyecto, el pretendiente Carlos V abdica a favor de su hijo el conde de Montemolín, Carlos Luis (Carlos VI).

Al mismo tiempo, algunos reductos carlistas continuaban la resistencia. Especialmente en Cataluña, donde tiene lugar la llamada “Guerra de los Matiners” (madrugadores). Combaten en la madrugada y luego regresan a su casa y a sus trabajos. En nombre de Carlos VI se levantan partidas numerosas, como la de los hermanos Tristany en Solsona.

Los liberales persiguen a los prófugos, sus familias y amigos… y a simples personas encontradas con “intención sospechosa”. La pena: la muerte inmediata. Al revés de minar la causa carlista, los liberales consiguen engrandecer las filas de aquéllos.

Algunos veteranos carlistas, junto a sus generales, recruzan la frontera franco-española y se unen a los insurgentes “montemolinistas”. En Cataluña la rebelión comienza con suerte: exitosos golpes de mano y las primeras batallas favorables. Pero en el resto de la Península, los focos carlistas son literalmente exterminados.

Una vez más, los liberales aprovechan la excusa del “monstruo carlista” para dar rienda suelta a su campaña anti-católica: saqueos y quemas de conventos e iglesias. Incluso, martirios, como el de San José de Calazanz.

Pero en abril del ’49 todo se cae. Carlos VI es detenido al intentar cruzar la frontera. El general Cabrera es derrotado, y junto con sus catalanes, aragoneses y valencianos, se exilia en Francia una vez más. Para mayo, los últimos guerrilleros de las montañas catalanas silencian las armas.

Pero la sangre de los carlistas no ha sido en vano. El gobierno liberal no puede darse el lujo de seguir provocando a los católicos. Se decreta una amnistía y en 1850 se firma un concordato con la Santa Sede.

Momentáneamente se ha llegado a una tregua…
Imagen: El general Cabrera
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viernes, octubre 20, 2006

Revista Ahora-Información, nº 81, "Sobre la República"


(El retraso en la publicación de este número se debe al traslado de la Administración de la revista de sede. En los próximos números se normalizará la frecuencia de aparición de la misma).
Índice de contenidos de la Revista Ahora-Información, nº 81.
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  • Portada El motor del cambio

  • Editorial A vueltas con la memoria

  • J.Mª Mozo de R. La República de "Real" Orden

  • Josep Pla El advenimiento de la República

  • J.Mª Mozo de R. Cuando la República se quitó la Corona

  • Alvaro de Albornoz Un discurso republicano

  • Evaristo Palomar Y a todo esto, ¿qué es la República?

  • A.C. Amaritriain Del Catalanismo a la República

  • Juan Stuse Memoria del 18 de julio Por orden del Rey.

  • Manuel Fal Conde La verdad del 18 de julio

  • Pío XII Con inmenso gozo

  • Evaristo Palomar Un juicio histórico sobre la guerra civil

  • Comentarios vizcaínos De Orduña requetés

  • El 18 de julio en territorio vasco

  • Francisco Canals La dialéctica del Régimen y las etapas del carlismo evolutivo

  • G. Navascués La Iglesia no olvida la Cruzada. Noticias para el camino

  • Juan Casañas Caricaturas con proyección escatológica (y III)

  • A.C.Amaritriain T.Luca de Tena. Embajador en el infierno E.P.M. Jose Javier Esparza. El bienio necio

  • J.Mª Mozo de R. Kim Amor. La última batalla. Pío Moa. Contra la mentira.

  • Angel Onrubia Evocación de don Manuel

  • 18 de julio de 1936
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jueves, octubre 19, 2006

Boletín "ACCIÓN CARLISTA"

Salió el Nº 83 (3ª Época) Agosto-Octubre 2006 de

ACCIÓN CARLISTA - Boletín Oficial de la Comunión Tradicionalista Carlista.

Temas:

  • RESPALDO FILIAL E INCONDICIONAL A S.S. BENEDICTO XVI
  • LA COMUNIÓN EN ACCIÓN: CAMPAMENTO CRUZ DE BORGOÑA
  • LA COMUNIÓN EN ACCIÓN: APLEC DE MONSERRAT 2006
  • REINO DE VALENCIA: Federico Martínez Roda, nuevo académico de al Real Academia de Cultura Valenciana.
  • MANIFESTACIÓN DE LA AVT EL 1 DE OCTUBRE
  • AGENDA CARLISTA
    4 DE NOVIEMBRE. SAN CARLOS BORROMEO: Día de la Dinastía Legítima.
    26 DE NOVIEMBRE. FESTIVIDAD DE CRISTO REY: DÍA DE LA CTC. XX ANIVERSARIO CONGRESO DE LA UNIDAD
    8 DE DICIEMBRE. Día de la Inmaculada y de la Juventud Carlista.
  • El Carlismo: luces sobre un pasado escondido
  • EL TERCIO DE NUESTRA SEÑORA DE MONTSERRAT VISITA CODO
  • Exposición "A mis amigos de la frontera. El País Vasco francés en la aventura carlista. 1833-1876".

    PARA RECIBIR EL ACCIÓN CARLISTA EN PDF
    Se ruega a todos los afiliados y simpatizantes comuniquen dirección de correo electrónico válida o actualizada para recibir EL BOLETÍN ACCIÓN CARLISTA en PDF con las últimas noticias sobre la Comunión Tradicionalista Carlista a  carlistas@carlistas.es o al teléfono (0034) 91 399 44 38. Se ruega especificar: afiliado, simpatizante, grupos y entidades afines, simpatizantes extranjeros, etc. Correo-e:  carlistas@carlistas.es
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lunes, octubre 09, 2006

Un poco de historia II: La Primera Guerra Carlista


En nuestra última nota histórica, nos referimos al surgimiento del Carlismo. Dijimos que el Carlismo fue derrotado en el terreno militar y que el Liberalismo se impuso por la fuerza –del mismo modo que lo hiciera en el resto de Europa e Hispanoamérica.

Pero el Carlismo no se dejó vencer. El Carlismo peleó, y su lucha es una de las más bellas páginas épicas de la historia.

Estamos en 1833, ha muerte Fernando VII, su hermano Carlos es proclamado por sus partidarios –los carlistas—pero los liberales se aseguran los engranajes del poder en Madrid.

En octubre de ese año, hace exactamente 173 años, los españoles se levantan por su rey legítimo, por sus libertades, por sus tradiciones… por su Dios. Las manifestaciones pacíficas carlistas son brutalmente reprimidas y los carlistas, reunidos en torno a veteranos de las guerras napoleónicas y realistas, se movilizan.

Para noviembre, el carlismo militarizado sólo sobrevive en Navarra. Se organiza una Real Junta Gubernativa en Estella –la mítica ciudad carlista- y se nombra al general Tomás de Zumalacárregui comandante. Al mismo tiempo, hay resistencia en otros lugares de la Península, como Aragón y Cataluña.

Comienzan así los combates y las batallas. La represión del Carlismo no es ningún picnic para los liberales. Zumalacárregui, Cabrera y otros combaten y rechazan las partidas cristinas –a veces como guerrilla, otras como ejércitos regulares. Tanto es así que los “liberales del mundo” se unen (¿cuando no?) para hacer frente a estos guerrilleros. Pero vascos, navarros, aragoneses y catalanes, junto a voluntarios venidos de los cuatro puntos cardinales, hacen frente a los mercenarios y reclutas cristinos –muchos de los cuales se cambian de bando al caer prisioneros.

Aprovechando la ocasión, los liberales organizan saqueos y quemas de conventos e iglesias y matanzas de religiosos. Los combates son encarnizados y la represión cristina no se detiene. El gobierno liberal formaliza el saqueo de la Iglesia con sus “desamortizaciones”.

Mientras los cristinos deben recurrir a la intervención directa de potencias extranjeras para evitar que todo el Norte quede en posesión de Carlos V; los carlistas organizan expediciones que atraviesan la Península de punta a punta, perseguidos de cerca por inmensas fuerzas liberales.

En marzo de 1837, tiene lugar la épica victoria de Oriamendi, donde los carlistas derrotan a una muy superior fuerza liberal reforzada por mercenarios británicos. Al mismo tiempo, Cabrera se hace dueño del interior catalán-aragonés.

Con objeto de poner fin a la guerra, Carlos V parte con sus fuerzas en una nueva expedición en dirección a Madrid. Durante esa expedición, Cabrera llegó a entrar en Madrid y arrollar a un batallón de guardias reales que salió a oponérsele. Pero el Cuartel General Carlista le ordenó volver porque temían quedar cercados por Espartero, que venía con sus columnas persiguiendo a las carlistas. Así, los carlistas regresan hacia el norte tras cinco meses de una épica Expedición Real.

Pero llegados a 1839, cuando la situación carlista ocupaba buena parte del territorio español y los ejércitos legitimistas eran dueños del campo de batalla, acontece la traición. El general carlista Maroto, en un complejo suceso, luego de asegurarse la preeminencia en el ejército de Carlos V, en una especie de golpe, negocia un cese de hostilidades con el general cristino Espartero. Es el infame “Abrazo de Vergara”, una verdadera traición y la sentencia de muerte de numerosos carlistas que serán cazados como conejos en los meses siguientes.

En Cataluña, los carlistas resisten algo más, pero ya es inútil pues los cristinos logran unificar sus fuerzas y atacarlos con todo lo que tienen. El 6 de julio de 1840, el general Cabrera, “el Tigre del Maestrazgo”, cruza la frontera francesa con los restos de su ejército. Es el fin de la Primera Guerra Carlista.
IMAGEN: "Cabrera rompe el cerco de Morella", cuadro de Augusto Ferrer Dalmau.
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La Tradición es la Esperanza

La Tradición es la Esperanza
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