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sábado, abril 20, 2013

El día después del 18-A

Habiendo pasado 24 horas desde la manifestación de protesta del día de ayer, algunos carlistas argentinos nos permitimos hacer la siguiente reflexión.
La Argentina no termina de encontrar su camino y parece destinada a una cada vez más pronunciada decadencia que la asemeje, ya no a los países hermanos menos favorecidos del continente americano, sino a las más postradas naciones africanas. Esta decadencia se ha hecho evidente en los últimos cuarenta años. Y esto, en el marco de las protestas de ayer, merece una reflexión desde el punto de vista de la tradición.
Esta decadencia de que hablamos se refleja también en los reclamos que abanderaron a los manifestantes de hace unas pocas horas. Inseguridad, inflación, intromisión del Gobierno en la Justicia y en los medios de difusión, y corrupción podrían resumir bien las distintas quejas.
Pero, atribuir a la presidente bCristina Fernández y sus colaboradores, o a 'los políticos' en general, las culpas de este estado de situación es quedarse en lo anecdótico y superficial, corriendo el riesgo de que, como aconteció en 2001-2, a pesar del que 'se vayan todos', volvieron 'todos' y con más fuerza que antes.
Creemos que esto sucedió por miopía en la mirada sobre el problema institucional argentino que no es un problema de 'malos' políticos y funcionarios en un sistema impoluto, sino de un 'esquema' que produce este tipo de políticos y funcionarios casi exclusivamente.
Si bien podemos rastrear las causas yendo más de 200 años hacia atrás, digamos para abreviar que, cuanto más nos alejamos de la tradición política hispánica, más nos hundimos en el fango de un sistema que no encuentra salida y que sólo sirve para sumir en la indigencia material y (más importante) espiritual a cada vez más millones de argentinos.
Nuestro pasado hispánico ciertamente no era un paraíso, pero en él no había necesidad de ejércitos ni cuerpos permanentes de policía, porque se vivía en paz y seguridad.
La economía se manejaba dentro de límites sensatos, donde se penaba la especulación y la usura, al tiempo que el poder cobraba impuestos razonables, temporales y con asignación específica, se protegía la industria local mientras se penaba el aumento injustificado de precios o la disminución de la calidad de los productos.
Aunque el Rey, y los funcionarios designados por él para este cometido (el Virrey en primer lugar), administraban la justicia, se cuidaba de las arbitrariedades ya que debía respetar, sobre todo, la ley de Dios, el orden natural y las leyes tradicionales del Reino, las cuales no podía modificar (¡ni aún con el 54%!) sin convocar a Cortes en forma específica dentro de límites muy estricto. A esas Cortes concurrían representantes de intereses 'concretos' del Reino (municipios, universidades, gremios, etc.), que debían cumplir un explícito mandato entregado por sus mandantes, y, por lo tanto, no se encontraban sujetos a ideologías, disciplinas partidarias, sobornos, etc., sino a opinar y votar dentro de los límites del mandato imperativo, independientemente de las ideas personales que pudiese tener sobre el punto en discusión. Y si no cumplía, su mandato caducaba y los representados debían nombrar a otro mandatario que hiciese escuchar su voz ante el Rey y los representantes del Reino.
Por su parte, los medios de difusión no podían convertirse en un poder 'en las sombras' que respondiesen a oscuros intereses financieros o revolucionar
ios, cuando, dejando a salvo el decoro y respeto a las dignidades, y contando con las licencias que acreditaran un mínimo de nivel intelectual, actuaban con la mayor libertad, sin coaccionar la conciencia de sus lectores con la (supuesta) 'opinión pública'.
La venerable institución del Juicio de Residencia sometía a todo funcionario público, desde un simple sereno hasta el más encumbrado virrey, a una rigurosa auditoría y sumario al término de su mandato con la participación de todos los involucrados, supuestos perjudicados, testigos y demás. Nuestros archivos del mal llamado período colonial (nuestra Argentina no fue jamás una colonia sino un Reino) están plagados de estos procesos. Hasta el más humilde vecino se aproximaba al cabildo o la audiencia para exponer sus agravios; los cuales, tal elevado personaje se veía obligado a explicar y justificar, si podía. Y no era una parodia de formalismo, no fueron pocos los funcionarios que, no pudiendo sortear exitosos este trámite, hubieron de pagar multas, restituir salarios 0 verse inhabilitados para volver a ocupar un cargo cualquiera en nombre del Rey. Lamentable, la Argentina, en su historia independiente, se fue alejando de esta venerable institución. El último desastre, en este sentido, fue la supresión de los Tribunales de Cuentas, la Ley de Contabilidad Pública y los últimos sobrevivientes de las instituciones hispánicas, durante la 'reforma del Estado' del Menemismo. De aquellos polvos, estos lodos que hoy nos inundan.
Por todo esto, creemos que no alcanza sólo con salir a protestar. Hay que replantearse, en serio, una reforma. Una reforma que no es una utopía, sino un regreso a tradiciones venerables de nuestra patria que nunca debieron haber sido abandonadas.
Ante todo, un retorno al respeto absoluto de la ley natural. ¿Cómo no va atropellar una Constitución, en última instancia una convención de personas que se ponen de acuerdo en unos mínimos, quien no ve mal que los invertidos se casen y adopten hijos, que los inocentes sean asesinados en los vientres de sus madres, que las familias se hagan y deshagan según el particular humor de los cónyuges? El gran pensador católico inglés, G. K. Chesterton decía qud cuando no se respetan las grandes leyes, aparecen las 'pequeñas' leyes. Bueno, la Argentina, en poco más de un siglo, ha acumulado casi 30.000 leyes nacionales, infinidad de leyes provinciales, decretos, ordenanzas municipales, reglamentaciones administrativas, etc., de manera que hoy nadie puede estar seguro de no estar en infracción sobre alguna cosa.
Tampoco es posible olvidar a Dios y el culto público que se le debe. Un Estado neutro en materia de religión es algo que nunca se ha visto ni se ha de ver. Un Estado que no rinde culto a Dios termina siendo alabado como si de un dios se tratara. Él decide que es lo correcto y lo incorrecto, lo bueno y lo malo. Hoy decide que un niño no es persona hasta 'x' semanas de concebido... Y mañana, quizás, se le ocurra abolir la ley de gravedad. 'El Estado somos todos', será la gran mentira que repta de su boca, mientras suprime la sociedad y los cuerpos intermedios, quedándose con individuos aislados que, cada tantos años, meten una papeleta en una urna, elegida de entre una terna que ese mismo Estado le ha proporcionado y bajo la presión de los medios de difusión que ya le han dicho a quién votar si no quiere apostar a 'perdedor'.
Hay que volver a los grandes ideales, como el de la Patria en primer lugar, como aquel patrimonio que se ha heredado de nuestros padres y antepasados, y que debe ser fructificado para entregar a nuestros hijos y descendientes. Si fuésemos verdaderos patriotas, no acumularíamos deuda pública hipotecando el futuro de los que vendrán, no explotaríamos los recursos naturales, el suelo productivo ni el agua potable como si mañana se acabase el mund o, ahorraríamos en vez de consumir todo nuestro ingreso en subterfugios cada vez más innecesarios, crearíamos ciudades más humanas y no levantaríamos torres cada vez más altas con departamentos para familias cada vez más pequeñas, pagaríamos a nuestros empleados no sólo lo necesario pama vivir sino también lo que les permita ahorrar un pequeño capital para vivienda e independencia económica...
Debemos respetar la sabiduría popular plasmada en innumerables costumbres, pactos tácitos, tradiciones locales y familiares, dando libertad para la constitución de patrimonios familiares, comunales, cooperativos, mutuales, etc., protegidos de la especulación bancaria y financiera. Reformar un sistema impositivo asfixiante a la vez que inoperante, armado de forma completamente artificial y anti-subsidiario, con un régimen de co-participación que, en la práctica, sólo ha servido para someter a las provincias a la voluntad del poder central, y a los partidos, departamentos y municipios a los caprichos de la capital provincial. Regresar a un federalismo bien entendido, donde Buenos Aires respete a las provincias, ellas a sus municipios y éstos a sus localidades, dándoles las herramientas para resolver la mayor cantidad posible de problemas al nivel local.
Hacia arriba también es tiempo de que comencemos en serio a actuar mancomunadamente con los países hermanos de Hispanoamérica y con la Madre Patria. Un bloque iberoamericano representaría un actor de peso en la economía y en el comercio mundial. Nuestros países, así unidos, no deberían seguir mendigando las migajas que nos quieran ofrecer China, los Estados Unidos o la Unión Europea.
Claro que esta unión no puede ser simplemente una sociedad comercial. Es mucho más que eso lo que nos une. Son 500 años de una misma cultura con una raíz milenaria. Donde ya San Isidoro de Sevilla, en el siglo V, estampaba este principio fundante de la política hispánica, 'Rey eres si rectamente actúas, si no lo haces, no eres Rey'.
Esta unidad de países hispánicos, 'las Españas' plurales de la tradición, reclaman un principio que encarne ese punto de unión cultural e histórico. Ese principio no es otro que el de la monarquía legítima, tradicional, social y representativa. No el personaje que ocupa el cargo de jefe del Estado español y que usurpa el título de rey, sino el Rey legítimo de la dinastía injustamente desposeída en 1833 por la revolución liberal que azotó la España peninsular.
Sabemos que es éste el punto tal vez más polémico, el escollo insalvable para la gran mayoría de argentinos formados en 200 años de mentiras, tergiversaciones y malosentendidos. Sobre las ventajas de la monarquía sobre la forma republicana se han escrito cientos de obras y no es este el momento de adentrarnos en esto. Sólo dejamos planteado el tema y esperamos despertar el interés en algunos de nuestros lectores...
Por el momento, nos contentamos con señalar que no alcanza con protestar, que de nada sirve cambiar las caras si el juego no cambia, que existen alternativas válidas y viables a nuestro sistema decadente y fracasado, que sólo se puede hacer el cambio positivo en el respeto de la ley natural y cristiana, que hay que rescatar el ideal patriótico si se quiere superar egoísmos disolventes, y que es necesario reconstruir el tejido social devolviendo el poder a los gobiernos locales, a los cuerpos intermedios y a las familias.
Hay que estar dispuesto a romper estructuras mentales y pensar por fuera de la caja. Y, sobre todo, escapar de las imposiciones de los medios de difusión. Hay un mundo de posibilidades allí afuera. No nos contentemos con más de lo mismo. Atrevámonos a soñar con otra realidad. Seamos originales, que, como decía el gran arquitecto catalán Gaudí, no es más que volver al origen. La Tradición es la Esperanza, también para nuestra patria.

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viernes, octubre 12, 2012

Día de la Hispanidad y una anécdota del carlismo argentino


A fines de 1903, El Legitimista Español, periódico carlista argentino animado por Francisco de Paula Oller, lanzó la idea de que en alguna buena plaza o parque de la Ciudad de Buenos Aires se levantase un monumento escultórico dedicado a Isabel la Católica, la gran Reina española que fue autora moral del descubrimiento y evangelización de América.

Desde entonces, la Redacción del diario no tuvo reposo hasta lograr que otros periódicos adoptasen la idea. Un año después, quedó conformada una Comisión Pro Monumento a Isabel la Católica que contó entre sus filas a prominentes diputados, senadores y diplomáticos. Finalmente, el Sr. Oller logró una entrevista con el presidente Manuel Quintana quien accedió a ocuparse del asunto.


Fue así que, durante el período legislativo 1905, tras los trámites parlamentarios y legales de rigor, el Congreso de la Nación sancionó con fuerza de ley la autorización para "la erección en la capital de la República, de un monumento conmemorativo del descubrimiento de América y sus promotores".

La noticia fue festejada por los carlistas y patriotas, argentinos y españoles, a ambos lados del Atlántico. Se proclamaba así el afecto del Nuevo Mundo a la Reina Católica que, con sus alientos y protección a Cristóbal Colón, logró el descubrimiento, la evangelización y la conquista del mismo para la Civilización Cristiana.

Don Francisco de Paula Oller recibió merecidos elogios de la prensa carlista y tradicionalista de toda América y la Península Ibérica por este logro de la causa.

Se hicieron varios bosquejos y proyectos, sin llegarse a acuerdo, y lamentablemente los planes fueron atrasándose. Tampoco la situación económica, generada por la crisis sobrevenida en aquel tiempo, ayudó.

En el medio se levantaron otros monumentos, como el de Colón (detrás de la casa de gobierno) y el de los Españoles Residentes en el País por el Centenario del 25 de Mayo 1810 (en el cruce de las avenidas del Libertador y Sarmiento). El primero parecía haber cumplido con la celebración del descubrimiento pero, como indicaron los medios tradicionalistas, el proyecto de El Legitimista Español era celebrar a la gran Reina de Castilla, sin cuyos auxilios la empresa colombina hubiese sido imposible. El segundo, por otro lado, agotó las arcas de la colectividad española en la Argentina.

Finalmente, el escultor Arturo Dresco, encargado del trabajo en 1910, concluyó su obra, que fue inaugurada el 12 de octubre de 1936 y se la conoce como Monumento a España sobre la Costanera Sur, en ese entonces lugar en pleno auge, donde los porteños pasaban sus fines de semana y bañaban en las aguas del Río de la Plata aún no contaminado. Para quien desee visitarlo, el grupo escultórico se encuentra en la Avenida España 2400, sobre la plazoleta Ciudad de Salamanca.

Quizá el monumento no sea exactamente lo que sus promotores carlistas más de treinta años antes pensaban, pero igualmente es de una belleza sublime. Dresco buscó con su obra "compendiar un pedazo de historia hispanoamericana que podría ser la del descubrimiento, la conquista, la colonización o el virreinato".

Se trata de una gran base de granito colorado, con la frase "Fecunda, Civilizadora, Eterna", grabada en el centro. Sobre este basamento se apoyan veintinueve personajes históricos. En el centro abajo está Cristóbal Colón arrodillado frente a la reina Isabel la Católica en un gesto magnífico bendiciendo el proyecto.


En lo más alto del grupo encontramos dos esculturas que representan a una joven de pie, la Argentina, y a una mujer madura sentada, su madre, España. En el lateral que mira al NE está el explorador Juan Díaz de Solís, descubridor del Río de la Plata y fundador del primer asentamiento en estas cosas, el fuerte de Sancti Spiritus. En el lateral que mira al SO está el gran Fernando de Magallanes, quien exploró en su viaje de circunvalación las costas de la actual Provincia de Buenos Aires y de la Patagonia.

En la cara que mira hacia el NO, tenemos sobre el ala NE al explorador Alvar Núñez Cabeza de Vaca,  al caudillo Domingo Martínez de Irala, al fundador Jerónimo Luis Cabrera, al explorador Sebastián Elcano y, sentado, al cronista Martín del Barco Centenera. En esa misma cara, pero sobre el ala SO, se encuentran el explorador Sebastián Gaboto, el Padre Bartolomé de Las Casas consolando a una aborigen que se arrodilla a sus pies, a los fundadores Juan de Garay y Pedro de Mendoza.


En la cara que da al SE: tenemos sobre un ala a los virreyes Juan José de Vértiz y Pedro de Cevallos,  a San Francisco Solano junto a un niño indígena y al caudillo gobernador Hernandarias de Saavedra. Sobre la otra ala, el Padre Fernández junto a un niño indio, el explorador Félix de Azara, los virreyes Joaquín del Pino, Pedro Cerviño y Baltasar Hidalgo de Cisneros.


Además, el monumento constaba de una placa de bronce de la Asociación Patriótica Española, fundada durante la Guerra de Cuba y en donde revistaban unos cuantos carlistas, que tenía grabada los nombres de los marinos que acompañaron a Cristóbal Colón en el descubrimiento del Nuevo Mundo el 12 de octubre de 1492, día de la Virgen del Pilar.

¡Feliz día de la Hispanidad!



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viernes, septiembre 21, 2012

Nuevo atentado a la memoria de Hugo Wast

A través de amigos y correligionarios santafesinos nos enteramos hace un tiempo de la intención de quitar el nombre de don Gustavo Martínez Zuviría, mejor conocido por su seudónimo "Hugo Wast", a la calle de la ciudad de Santa Fé de la Vera Cruz que lo recuerda. Es ésta una nueva afrenta contra el gran autor católico argentino, como la acontecida en la ciudad de Buenos Aires cuando le retiraron el nombre a la Hemeroteca de la Biblioteca Nacional por él creada y al intento de su Córdoba natal.

Traemos a continuación dos cartas enviadas a los diarios santafesinos por dos de los numerosos nietos que tuvo Martínez Zuviría, donde se explican bien los turbios manejos de los "democráticos" y anti-discriminadores para borrar a Hugo Wast de la historia de las letras argentinas que supo honrar.  A los carlistas la figura del gran escritor nos es muy cara, no sólo por sus indudables dotes literarias y ortodoxia doctrinal, sino por sus vínculos con el tradicionalismo hispánico en estas tierras (con  Oller, de Mas, Alcaraz, el P. Marzal, Carbia, el P. Vizcarra, entre otros) y en Europa (incluso con Don Jaime y Don Alfonso Carlos).

Como decía hace tiempo el presidente del comité ejecutivo de la Exposición del Libro Católico, Manuel Outeda Blanco, hablando de lo acontecido en la Hemeroteca Nacional, "en la Divina Comedia, en los pasajes sobre el infierno, el Dante coloca en el lugar más abismal y tenebroso a los desagradecidos". Por eso y por lo dicho antes, desde aquí, sumamos nuestras voces al justo reclamo  de los santafesinos honrados y rechazamos esta nueva afrenta a la memoria de un gran católico argentino.


¿Homenaje o lapidación? Otra vez con Hugo Wast

Gustavo Zenón Sonzini Astudillo (*)

Me acerco a este diario con la intención de hacer conocer a la opinión pública lo heterogéneo del pensamiento en las instituciones de nuestro país. Los días 17 y 18 de agosto de 2012 se llevó a cabo el Primer Congreso Nacional sobre escritores argentinos, en homenaje a Hugo Wast -en el cincuentenario de su fallecimiento (1883-1962)-, organizado por el Instituto de Formación Católica ‘Alfredo Bufano‘ de San Rafael de Mendoza.

Gustavo Martínez Zuviría, -conocido mundialmente como Hugo Wast- fue un novelista cordobés considerado en su tiempo el escritor argentino que más libros vendió en el mundo. Traducido a casi todos los idiomas e incluso a varios dialectos, fue premiado por la Real Academia Española de la Lengua que lo distinguió en 1918 con su premio Quinquenal, diploma de honor, medalla de oro y membrecía, por la publicación de Valle negro. Entre sus numerosos premios y distinciones, fue merecedor en 1926, del Gran Premio Nacional de Literatura Argentina por Desierto de piedra.

El congreso realizado en la provincia de Mendoza tuvo amplia cobertura en numerosos medios periodísticos, con gran repercusión y contó con la participación de grandes figuras del mundo literario de nuestro tiempo. Los que defendemos la obra de este gran escritor, difundiendo su maravilloso trabajo y negando a rajatabla las calumnias que le dedican, sentimos que de alguna manera eventos como éste pueden considerarse como los esperados y merecidos ‘propósitos de enmienda‘ en desagravio de las perversas injurias que pretenden mancillar la imagen de esta figura literaria que llenara de gloria las letras argentinas.

Al día siguiente de clausurado el congreso, el domingo 19 de agosto ppdo., desde la oficina del Distrito Noroeste del Municipio de la Ciudad de Santa Fe, se organizó una volanteada casa por casa con un grupo de vecinos para ‘informar‘ al barrio sobre la iniciativa del INADI para rebautizar una vez más una calle que lleva el nombre del escritor, accionando con el falaz pretexto del supuesto ‘antisemitismo‘ del novelista, y ocultando así sus verdaderos y obscuros motivos. Siete días después obligaron a los vecinos a concurrir a mesas de votación en la esquina formada por las calles Hugo Wast y 12 de Octubre, entre las 9 y las 13 del domingo 26 de agosto de 2012, para que optaran en entre tres nombres para el cambio: Rodolfo Walsh, Pocho Lepratti y Octavio Duarte. Nombres ‘propuestos por los estudiantes‘ del lugar, sin que existiera la opción de mantener la vigencia del nombre actual.

¿Cómo podrían estos estudiantes ‘escrachar‘ la obra de Hugo Wast, que obviamente no conocen, si es más fácil conseguir sus libros en París que en Buenos Aires? ¿se sabe que en nuestro país Hugo Wast está ‘de hecho‘ proscripto? Ahora que se han cumplido 50 años de su muerte y la reedición de sus libros es por tanto de libre albedrío, sus obras abarrotan las estanterías de las grandes librerías del mundo que ven el fantástico resurgir de este escritor y novelista que enalteciera a las letras argentinas y sudamericanas.

Sólo pretendo con estas líneas poner de manifiesto la ambigüedad del accionar de distintas instituciones de nuestro país, ya que en una franca superposición de los tiempos, por un lado se organiza el Primer Congreso Argentino de Escritores en homenaje a Hugo Wast y, por el otro, en simultáneo, a través de un proceder solapado y muy bien orquestado, pretenden una vez más cambiar el nombre de una calle identificada con su seudónimo. Algo parecido había ocurrido en diciembre de 2010 en en barrio Cerro de las Rosas en la ciudad de Córdoba, a instancias de grupos afines a los que ahora impulsan la propuesta en Santa Fe, pero no pasó de un intento fallido y sin mayores consecuencias.

(*) El autor de este comentario es arquitecto y nieto de Gustavo Martínez Zuviría (Hugo Wast).

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Para juzgar a Hugo Wast hay que conocerlo.

Prudencio Martínez Zuviría

Con asombro he tomado conocimiento que gente del Inadi, junto a miembros de la Daia, intentan cambiar el nombre de la calle Hugo Wast de esa ciudad [Santa Fe], seudónimo del Dr. Gustavo Martínez Zuviría, mi abuelo.

El año pasado vivimos en las ciudad de Córdoba una historia parecida y con los mismos protagonistas. Tal vez ahora cambien los nombres pero no los grupos. En aquella oportunidad no tuvieron éxito, ya que se pudieron aportar fundamentos que dieron por tierra con las mentiras dichas contra el querido novelista. Lamentablemente esta gente ataca y demoniza la figura de Hugo Wast sin, por lo general, haber leído su obra ni conocer su persona.

Nuestra familia siente y vive a Santa Fe como algo propio, ya que llevamos en nuestras venas sangre de antiguas familias que protagonizaron la historia vieja de Santa Fe. Vayan pues algunos datos.

Gustavo Martínez Zuviría nació en la ciudad de Córdoba el 23 de Octubre de 1883, siendo su padre el prestigioso jurisconsulto Zenón Martínez Cabanillas, de larga trayectoria en su querida provincia mediterránea y que de niño estudiara en el prestigioso colegio jesuítico de la Inmaculada Concepción, en la ciudad de Santa Fe. Allí trabará amistad con otros jóvenes estudiantes que luego alcanzarán notoriedad como escritores y políticos; entre ellos, Juan Zorrilla de San Martín, Miguel Ángel Cárcano y José Gálvez, quien siendo gobernador de Santa Fe invitará a don Zenón a su provincia para que se incorpore a la flamante Universidad de Santa Fe. Martínez aceptará el convite; llegará a viudo y con dos pequeños hijos, y se afincará allí hasta su muerte.

Durante esos años, el conocido jurisconsulto ejercerá tres veces el rectorado de la universidad provincial, y será decano de su Facultad de Derecho. También ocupará los cargos de Defensor de Menores en Rosario y Santa Fe, juez del Crimen, juez en lo Civil y Comercial, camarista, convencional constituyente, diputado, senador y presidente del Superior Tribunal de Justicia de Santa Fe. En ese tramo de su vida, volverá a contraer nupcias con la joven santafesina Margarita Gálvez, hermana de su viejo amigo.

A su vez, la madre de Hugo Wast era doña Carolina de Zuviría, nieta de un ilustre abogado y tribuno salteño, el Dr. Facundo de Zuviría, bisabuelo de Hugo Wast, redactor de la primera Constitución de Salta, senador, canciller, ministro de Justicia e Instrucción Pública y presidente del Congreso General Constituyente que en 1853 sancionó la Constitución Nacional en la ciudad de Santa Fe.

El joven Hugo Wast ingresó al Colegio de la Inmaculada Concepción, como antes lo había hecho su padre. Allí se educó y formó, recibiéndose de bachiller en 1901. Fue designado primer bibliotecario de la Universidad de Santa Fe y, al año siguiente, inició en esa casa la carrera de Derecho. Se recibió de abogado en 1907 y ese mismo año actuó como secretario de la Asamblea Constituyente de Santa Fe. Al año siguiente contrajo matrimonio con la joven santafesina Matilde de Iriondo Iturraspe, y también obtuvo una plaza de profesor en el Colegio Nacional Simón de Iriondo de Santa Fe. Más adelante enseñará la asignatura de Sociología, de reciente creación, en la Universidad de Santa Fe.

Fue uno de los fundadores del Partido Demócrata Progresista en 1914 y al año siguiente integró la fórmula Thedy-Martínez Zuviría que perdió las elecciones provinciales.

En 1916 obtuvo por oposición la cátedra de Economía Política en la Universidad de Santa Fe y fue elegido diputado nacional por esta provincia. Ese mismo año su novela “La Casa de los Cuervos”, que habla de la historia santafesina, ganó el primer premio del Ateneo Nacional.

En 1922 renunció al partido Demócrata Progresista por el carácter anticatólico que había tomado la agrupación, pero manteniendo la gran amistad que lo unió siempre a don Lisandro de la Torre.

En 1923 la Real Academia Española premió con medalla de oro (el máximo premio en lengua española) a su obra “Valle Negro”. Y tres años después el gobierno argentino le otorgó el Gran Premio Nacional de Literatura por su obra “Desierto de Piedra”. Un lustro más tarde, la Real Academia Española lo designó académico correspondiente. También fue nombrado miembro de número de la Academia Argentina de Letras.

Su vasta obra literaria lo convierte en uno de los escritores argentinos más premiados, como asimismo el que más libros escribió y vendió en la historia de las letras argentinas. Sólo en nuestro país vendió más de 3 millones de ejemplares, y otro tanto en los 15 idiomas a los que fue traducido, además de haber sido en su tiempo el escritor más leído en el mundo de habla hispana.

Este abogado católico, que tenía dos doctorados y hablaba varios idiomas, integró muchas instituciones, entre ellas la Academia Colombiana de Letras, fue miembro de número del prestigioso Instituto de Investigaciones Científicas de Madrid, presidente de la Comisión Nacional de Cultura, director de la Biblioteca Nacional durante 24 años (1931-1955). Durante su dirección -que fue la segunda más larga después de la de Paul Groussac-, el acervo literario y documental creció de poco más de 200.000 libros a más de 700.000, con las mejores colecciones. Fue el creador de su hemeroteca.

La gente del Inadi y la Daia lo ataca diciendo que Hugo Wast fue antisemita y nazi por dos de sus novelas: “El Kahal” y “Oro”. Nada más lejos de la verdad y tan próximo a la mentira.

Dichas novelas fueron “prohibidas en la Alemania nazi”, por que sus autoridades no aceptaban que Hugo Wast tratase en sus obras la cuestión judía desde una óptica católica. Es decir, desde un punto de vista bíblico y no racial, como ellos pretendían. La consecuencia de su rotunda negación como católico a aceptar ese planteo, fue su prohibición por los nazis bajo la acusación de que mentía en sus obras. Esto es importante saberlo y decirlo.

Desde Berlín se le informaba el día 3 de Mayo de 1939 lo siguiente (textual): “La obra del Sr. G. Martínez Zuviría 'Oro' traducida por el Dr. Wurschmith ha sido objetada por las autoridades. En consecuencia es imposible editar el libro en Alemania con su actual redacción. Sobre todo la última parte del libro, es contraria a las formas alemanas del problema del judaísmo, que únicamente ha sido contemplado desde el punto de vista de las razas”.

Ante esa situación, el escritor les escribió diciéndoles que no aceptaba bajo ningún concepto que el tema de los judíos fuera tratado como algo racial, ya que él como católico jamás lo podría aceptar de esa forma.

Las autoridades nazis le contestaron otra carta. Allí, entre otras cosas, le decían, (textual): “Berlín, 27 de junio de 1939. Hemos recibido su carta del 3 de junio... Como hilo rojo corre a través de todo el libro la cuestión judía tratada como un problema religioso. Este modo de ver se lo considera actualmente en Alemania como una ‘falsificación’. Nos veríamos obligados a cambiar el libro en todos esos lugares en que se considera al judaísmo una secta religiosa y no como una raza con características indelebles...”.

Gustavo Martínez Zuviría fue condenado y perseguido por haber escrito “El Kahal” y “Oro” bajo el pseudónimo de Hugo Wast, pero lo realmente imperdonable en Hugo Wast a los ojos de sus perseguidores consiste en que el protagonista de esta novela, de origen judío, se convierte al catolicismo.

Hugo Wast no profesaba enemistad hacia los judíos -como sus detractores señalan-, porque eso era inaceptable para un católico practicante como él, sino que combatió a los enemigos de la Iglesia sin temer las consecuencias, porque su fe era fuerte, su amor grande y su coraje admirable.

Lo llamativo es que los que pretenden quitar su nombre de la calle Hugo Wast no mencionan su inmensa obra literaria, ni todo lo que hizo y dio por ésta su querida Santa Fe, ciudad a la que amó y en donde encontró su primer y único amor, una santafesina que le daría trece hijos y casi sesenta nietos.

Hugo Wast, en Flor de durazno, Córdoba, con parte de sus nietos mayores.FUENTE: Página Hugo Wast en Facebook

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jueves, agosto 16, 2012

Juan Marzal: Carlista, jesuita, literato y maestro


Juan Marzal Soler nació en Valencia el 5 de febrero de 1872. Estudió en el Colegio de San José que regenteaban en la clandestinidad los Padres Jesuitas. La Compañía de Jesús había sido expulsada del suelo español y su centenario colegio valenciano, secularizado. En 1870, el Provincial Jesuita de Aragón había enviado a un par de jesuitas, que vestidos de seglar y con apoyo del Marqués de Bellet y otros notables, fundaron en relativo secreto otro colegio.



Tocó al joven Juan Marzal estudiar en los años de la Tercera Guerra Carlista y, entre los católicos valencianos, no faltaban simpatías por la causa de Don Carlos. Se festejaban en forma más o menos secreta los éxitos de las armas legitimistas y, especialmente, se anhelaba la buena fortuna del príncipe Don Alfonso y de sus capitanes en el frente del Este, especialmente en el Maestrazgo y en Castellón, a pocos kilómetros de Valencia.

D. Alfonso y su esposa, Da. María de las Nieves en tiempos de la III Guerra Carlista

En 1890, Juan termina el Colegio y, poco después, el 11 de febrero de 1892, ingresa a la Compañía de Jesús en Veruela (Zaragoza). Cursa las Humanidades y un año de Filosofía allí en Veruela (1894-97).  Posteriormente, enseña en el Colegio del Salvador de Zaragoza (1897-1901). Empezó la Teología en el San Jerónimo de Murcia (1903-05) y la termina en Tortosa (1905-06). El 29 de julio de 1906 es ordenado sacerdote en Tortosa (Tarragona). Enseña Literatura en el Colegio de Zaragoza (1906-07). Hace la Tercera Probación en Manresa y es enviado a la Argentina, a donde llega en Julio de 1908. 

Aquí fue profesor en el Colegio del Salvador en Buenos Aires (1908-11). Sus últimos votos los toma el 2 de febrero de 1909 en esta ciudad. Estuvo, luego, un año en el Colegio San Ignacio de Santiago de Chile. Y, de allí, regresa a la Argentina pero ahora reside en la ciudad de Santa Fe.

El Colegio de la Inmaculada c. 1915, mientras se realizaban las ampliaciones del segundo piso.

En Santa Fe vive casi toda su vida en Santa Fe, siendo profesor de Literatura en el prestigiosísimo Colegio de la Inmaculada Concepción (1913-31). 

Todos los que fueron alumnos suyos coincidían en lo cautivantes que eran sus clases. Fundó allí la Academia Literaria, de la que era "presidente honorario perpetuo", y en la que era un verdadero honor ingresar. 

Fue maestro admirado y querido de Horacio Caillet Bois, Agustín Zapata Gollán, el P. Leonardo Castellani, Carlos María Aranguren, Gustavo Martínez Zuviría (Hugo Wast), Alfonso Durán, Francisco Magín Ferrer, entre otros muchos notables de la cultura argentina. 

Mucho quiso al taciturno adolescente Leonardo Castellani. Este, pasaba los recreos leyendo en la biblioteca del Colegio, donde abundaba la literatura tradicionalista y contrarrevolucionaria así como los clásicos del Siglo de Oro español. Marzal y otros profesores jesuitas de la "carlista" Provincia de Aragón guiaron al joven en sus lecturas de Gaspar Melchor de Jovellanos, Juan Donoso Cortés, Jaime Balmes, Ramón Nocedal y Romea, Manuel Tamayo y Baus, Adolfo Claravana, Pedro de Alarcón, Antonio Aparisi y Guijarro, Marcelino Menéndez y Pelayo, José María de Pereda, Juan Vázquez de Mella, el Padre José Francisco de Isla y, por supuesto, Santa Teresa de Jesús. No sólo a través de los volúmenes de sus obras, sino también de los periódicos y revistas que se recibían en abundancia -- publicaciones no sólo "serias" sino también "satíricas" (un género muy cultivado por los publicistas españoles tradicionalistas del cambio de siglo. Algunos conocidos y celebrados versos del Padre son adaptaciones de estas lecturas al ámbito local.)

 
 


Tanto cariño le tuvo Castellani (su biógrafo, Sebastián Randle, considera que el joven Leonardo quiso hacerse jesuita para imitar a su maestro), que muy probablemente los dichos de su "tío, el cura", que aparecen una y otra vez en la obra castellaniana, hayan sido efectivamente inspirados en consejos y reflexiones que Marzal hacía a este niño tan peculiar. La correspondencia con su condiscípulo Caillet-Bois, así parece darlo a entender.

El P. Marzal escribió, además, numerosos ensayos literarios, pero fundamentalmente obras de teatro, como “El crimen de hoy” (con el seudónimo Pedro de Arlanza, 1915), “Verdugo y víctima: Cuadros dramáticos” (también como Pedro de Arlanza, 1916), “La bandera argentina” (1917), “Noche de ánimas” (1918), “El caballero de Dios: San Ignacio de Loyola” (Bs. As., 1923), “Fe y patria: Teatro escolar” (1943), “Estampas de Navidad” (1945), entre otras. 

Su prestigio cruzaba los mares e incluso fue consultado con frecuencia por el poeta y dramaturgo español Juan Antonio Cavestany. Su nombre aparecía cada tanto y con orgullo en las Cartas y Noticias Edificantes de la Provincia de Aragón de la Compañía de Jesús. 

Entre 1925 y 1932, dirigió la revista del colegio, La Inmaculada, que alcanzó un altísimo nivel. 

En 1932 será trasladado a Mendoza, donde fue Superior de las Residencias (1932-34). Luego pasa a Buenos Aires, donde nuevamente y por varios años será Superior de las Residencias (1934-41). 

Ese año ‘41 regresó a Santa Fe, a su querido Colegio de la Inmaculada, siendo Director Espiritual de Alumnos hasta su muerte diez años después. 

Este devotísimo hijo de María, falleció en la Ciudad de Santa Fe el 15 de agosto de 1951, fiesta de la Asunción de la Santísima Virgen María. 

Salvador Cabedo dibujó un retrato del P. Marzal que se conserva en el patrimonio del Museo Provincial de Bellas Artes “Rosa Galisteo de Rodríguez” (Santa Fe). 

Algunos de sus versos fueron publicados en la antología de Veintiséis Poetas Argentinos: 1810-1920 (Buenos Aires: Editorial Universitaria, 1960). En 1964 se estrenó en Bilbao, “Desdén, afición y amor: Drama histórico”, obra póstuma del P. Marzal.





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miércoles, agosto 01, 2012

Anécdota americana



Es sabido que, cuando don Carlos VII visitó la Argentina en 1887, su intención era entrevistarse con algún líder católico local y algunos emigrados carlistas, para, luego, embarcar sin demora hacia Europa. Pero aquí se vio gratamente sorprendido por la hospitalidad y el cariño con que fue recibido, no sólo por los emigrados españoles y dirigentes católicos argentinos, sino también por figuras públicas de ideas totalmente contrarias a los principios del carlismo.

Uno de ellos fue el entonces presidente Miguel Juárez Celman que lo invitó a visitar la Provincia de Córdoba, aún en ese entonces con un aspecto hispánico muy característico. Fue así que, el 18 de agosto, en tren despachado especialmente por Marcos Juárez —hermano del presidente y futuro gobernador cordobés—, partió el Rey legítimo de Las Españas. Lo acompañó parte de su séquito y algunos amigos y correligionarios que encontró en Buenos Aires. El mismísimo Presidente Juárez Celman lo acompañó hasta el andén para despedirlo. Su hermano Marcos también se unió a la comitiva motorizada.

En el trayecto, Don Carlos conocerá la ciudad de San Nicolás, siendo homenajeado por un grupo de veteranos navarros que residían allí, y Rosario, donde aunque intentó pasar desapercibido, provocó un gran revuelo de personas que querían saludar afectuosamente al legendario Rey español en el exilio.

Una anécdota poco conocida fue la acontecida en el mismo tren. Allí fue reconocido por un veterano de la última Guerra Carlista que casualmente viajaba. La conversación fue cordialísima, llena de recuerdos y anécdotas. Los coches de primera clase de aquel tiempo eran grandes salones sin divisiones, corridos de extremo a extremo, y pronto los pasajeros que iban en el mismo vagón se arremolinaron en torno a Don Carlos, el veterano y los miembros de la comitiva.

Fue entonces que se le aproximó un hombre que, no pudiendo contenerse, se presentó como español, confesándose liberal. Es más, recordó haber peleado contra los carlistas, como integrante de los Voluntarios de Castro Urdiales.

En una salida desgraciada de aquel cuerpo, fue que cayó prisionero de los carlistas. Genuinamente interesado, el Duque de Madrid le preguntó cómo había sido tratado por sus captores.

“Perfectamente, señor.” Y agregó: “No tengo más que motivos de gratitud por las atenciones empleadas con nosotros, y me alegro de que esta circunstancia me permita decírselo al señor y manifestar mi reconocimiento.” Finalizó diciendo: “En cuanto salgamos del tren, voy a escribir a Castro-Urdiales, a mi anciana madre, que es carlista decidida, y que llorará de gozo cuando le diga que he hablado con Don Carlos.”

En la estación del ferrocarril en la ciudad de Córdoba, Don Carlos y su comitiva fueron calurosamente recibidos por los dirigentes de la Asociación Católica de aquella provincia, el superior provincial de la Compañía de Jesús (Juan Cherta) y los responsables del diario católico Los Principios.

En fin, una anécdota más del primer viaje de un soberano español (¡y qué soberano!) a las Españas americanas.



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jueves, junio 28, 2012

El Coco


De Eva Canel, exclusivo para El Legitimista Español (Buenos Aires, Noviembre de 1902).

El coco es el carlismo para mucha gente.

Nadie lo ha visto ni sabe cómo es, pero es el coco. El coco no asusta más que a los chiquillos: el carlismo asusta únicamente a los ignorantistas.

La palabra carlismo es ocasional y no definitiva; es transitoria como lo fue el isabelismo y lo fue el alfonsinismo, cuando pretendía el trono el que pasó más tarde a ser Alfonso XIII.

El carlismo, en el nombre, habrá de fenecer cuando por ley de la naturaleza sea el Príncipe Don Jaime lo que su Augusto Padre es en el día. Entonces quedará la verdadera frase, el adjetivo único: el Tradicionalismo, que así se llama y así se llamará ese partido grande y poderoso, hijo de las ideas, no de los hombres ni de sus miserias; arca donde se guarden los gonfalones de la invicta Iberia; receptáculo inmenso que no pueden vaciar, por mucho que lo intenten, los funestos pigmeos que año tras año vienen achicando las glorias de la Patria.

Contrasentido bárbaro resulta leer y oír ideas mantenidas por la alimentación novísima de la inteligencia, que adelantándose a la química, fórmula decretada como alimento físico del porvenir, ingiere concentraciones propinadas en glóbulos de cocina ajena, antes que regodearse con el sanísimo puchero de la cocina propia.

— La tradición es la barbarie —exclama un químico, jefe de cápsulas y píldoras.
— La tradición es la barbarie —responde el eco, en los estómagos que engullen el alcaloide alimenticio.

Pero esos mismos profesionales de cocina y farmacia, añaden en sus momentos líricos, que también los tienen:

“¿Qué se hizo el Rey don Juan?
Los infantes de Aragón
¿Qué se hicieron!”

Pues no se hicieron nada: llevarse al otro mundo las tradiciones, los respetos, la Religión, la moral pública y privada, el amor a la Patria, las paternales solicitudes por su pueblo… el cutis y otras mil antiguallas que no sirven sino para echar roncas, cuando al mirar atrás nos contemplamos sublimes de altivez, sobre el indestructible pedestal de esa barbarie.

Lloramos extraviadas, que no perdidas, las glorias del pasado abominado, de ese pasado mismo, que supo levantarlas encima del pavés y supo mantenerlas al través de los siglos.

Cantamos las conquistas del presente y maldecimos la situación a que nos condujeron estas conquistas… de la microfonía.

Culpamos a los frailes del atraso de España, y no vemos a España sin hábitos desde 1833 hasta 1876, precisamente cuando empezó el descenso rápido; como tampoco vemos que fueron ellos los que exaltaron el alma nacional contra las huestes napoleónicas, atraídas por los que se iban ilustrando y perdiendo colonias desde Cabezas de San Juan y desde Cádiz.

Nos quejamos de haberse escabullido dos provincias en el mar Caribe, y las colonias de la Oceanía, y no decimos que ni frailes, ni Curas, ni tradicionalistas pusieron mano pecadora en semejante crimen, callándonos también que hubo frailes heroicos, mártires de la Patria y Curas que se batieron días y meses antes de arriar la honra de sus antepasados.

No recordamos o no queremos recordar que la reciente entrega de nuestro poderío colonial tenía un espejo con luna biselada donde mirar su raquitismo y su deformidad: tenía la entrega del Virginius, debida a Castelar y a su Gobierno, entrega que fue el primer peldaño para que se subiesen los norteamericanos a las patillas de los que habían sabido fusilar sin pedirles permiso al bandolero anexionista Narciso López y a sus acompañantes.

Pero tampoco damos razón de aquel pasaje insólito que registran las crónicas de nuestro barbarismo, cuando un hombre de Estado, soldadote inculto, puso los pasaportes en las mismas narices de todo un lord inglés, embajador de casi nadie: de la reina Victoria.

El general Narváez, que tal hizo, era también el coco para los progresistas, para los que cantaban:

“Valientes progresistas,
Combatid al Borbón”;

y luego, andando y al caer del tiempo, cayeron ellos en la trampa fullera de las evoluciones y de las reducciones.

Hoy no queda más coco que el carlismo, porque le han hecho una leyenda roja para el vulgo; una leyenda como a Weysler se la hicieron en Cuba, y en otros pueblos la fabricaron a tiranos que sólo fueron justicieros, y que ya tamizados y purificados, se les aclama como el marqués de Tenerife frente al Palacio de la Habana.

Cuando la España honrada se avergüence de ser Galeoto de ambiciosos farsantes; cuando vea claro en eso de la tradición y del oscurantismo, y se dé cuenta de que tan sólo caen los pueblos que no tienen raíces ni amor por el pasado; cuando a través de la verdad advierta que las naciones poderosas son las tradicionales, y que su poderío se encierra en esos edificios, que ni destruye el tiempo ni la intemperie afea, entonces no será coco el Tradicionalismo, y pedirá alimentos nutritivos a la tradición, como los pide la mujer engañada por un marido infiel al hogar de la infancia y al amor de sus padres.


Eva Canel, seudónimo de Agar Eva Infanzón Canel (1857-1932) nació en Coaña (Asturias), hija del médico Pedro Infanzón y de Epifanía Canel Uría. Se cría en Madrid y ya a los 15 años comienza a actuar en teatro. Conoce al periodista Eloy Perillán Buxó con quien se casa poco después. Sigue a su marido al exilio en 1875 en La Paz (Bolivia), y luego se trasladan a Buenos Aires, donde fundan un periódico. Poco después, pasan a Lima (Perú), donde ambos siguen en el periodismo. Al estallar la Guerra del Pacífico, regresan a España, estableciéndose en Barcelona. Su esposo parte a Cuba, donde encontrará la muerte en marzo de 1889. Eva viaja también a Cuba, donde se radica. No encontrando un periódico donde publicar, funda uno propio, La Cotorra, panfletario y satírico. Pasa 8 años allí que la marcarán por el resto de su vida. El desastre de Cuba, que a ella obliga a regresar a España, la convence de la causa carlista, según relata a su amiga Emilia Pardo Bazán. Se instala un tiempo en Madrid para, en 1899, regresar a Buenos Aires. Aquí, además de dictar conferencias, colabora en El Legitimista Español, en El Diario Español, en La Tribuna, en Caras y Caretas, en El Correo de Galicia, entre otros numerosos diarios y periódicos. A este período corresponde el presente artículo que venía a polemizar con cierta prensa hispano-argentina de tendencia integrista y conservadora que consideraba inapropiado hablar del carlismo en Sudamérica. En 1904 Eva Canel adquiere una imprenta y comienza la publicación de la revista Kosmos, y tres años después lanza Vida Española. En 1914, poco antes del comienzo de la Primera Guerra Mundial, inicia una gira por la América Española. En Panamá cae enferma y parte hacia los Estados Unidos para hacerse atender, aunque, finalmente decide radicarse nuevamente en Cuba. Continúa su labor periodística y literaria, pero su salud seguía deteriorándose. El Papa Benedicto XV le otorga la Cruz Pro Ecclesia et Pontifice. En 1924 debe dejar de escribir, ante recurrentes crisis de nervios y pérdidas de memoria. Fallece casi 8 años después en la pobreza y su cuerpo fue trasladado a Asturias donde quiso ser enterrada. Poco antes, la Sociedad Geográfica de Madrid le nombraba miembro correspondiente y el dictador Primo de Rivera le concedía el lazo de la Orden de Isabel la Católica y la medalla de oro de Ultramar.


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miércoles, mayo 02, 2012

Carta de D. Alfonso Carlos al Dr. Gustavo Martínez Zuviría (Hugo Wast)


Gentileza de su nieto, Prudencio Martínez Zuviría.

Viena, 29 de mayo de 1927.

Muy apreciable Señor, hallándonos en viaje llegaron a ésta los libros que Ud, tubo la suma bondad de enviarnos, con la amabilísima dedicatoria de fecha 28 de noviembre de 1926.

De casa nos avisaron habían llegado libros desde la América del Sur, pero sin decirnos ni los títulos de esos, ni el nombre de la persona que nos los mandaba. Solo después de mucho tiempo pudimos averiguar era Ud. quien nos los mandó.

No volvimos a ésta más que el 19 del presente, y estuve todo el tiempo tan sobrecargado de trabajo que no pude escribirle antes. Hoy por fin vengo a darle a UD. las más expresivas gracias por el amabilísimo envío de los libros escritos por Ud.

Mi mujer y yo hemos leído el libro de “Miryam la Conspiradora”, el que nos interesó sobremanera, está indudablemente bien escrito, y su contenido es palpitante. Nos interesó doblemente por conocer nosotros ese país, y la provincia de Córdoba donde reside Ud.  No puede imaginar Ud. la alegría que tubo mi mujer, pues habiendo visto anunciado en los diarios ese libro de Miryam la Conspiradora, tenía la más grande gana de poseerlo, pero no esperaba se realizase. Ud. pues adivinó sus deseos. Con el mayor gusto leeremos  enseguida los demás libros y el de San Luis, traducido por Ud. de el directo amigo el Marques ……. Cuan bondadoso fue Ud. de haber pensado en nosotros enviándonos esos libros compuestos por Ud. No sabemos como demostrarle nuestro agradecimiento, apreciable Señor.

A fines de diciembre marchamos de Austria al mediodía de Europa, pues María de las Nieves no soporta bien estos climas  de norte. En la triste situación en que nos hallamos ahora (sin la menor culpa de parte nuestra) nos hubiese sido imposible viajar al extranjero, pero logramos realizarlo, gracias a la caridad de un amigo nuestro el Marques de Vissolla (quien a todo trance quiso ayudarnos), y por la venta que hicimos de tierras y objetos de valor. Con la destrucción del Imperio Austríaco y la bancarrota de ésta pequeña república Austríaca, solo nos queda para vivir las rentas de mil hectáreas de bosques en Alta Austria; pero como los precios de la leña bajan, los impuestos aumentan fabulosamente, la vida encarece mucho y con los inmensos cargos de fundaciones de conventos y escualas que tenemos, nos sobra apenas lo indispensable para vivir muy sencillamente. Gracias a mi trabajo de muchos años podíamos hasta la revolución vivir muy holgadamente en Austria. Este gran cambio ahora es muy penoso para nosotros, pero nos conformamos a la voluntad de Dios.

Desde la revolución cedimos nuestro palacio de Albuquerque a la Embajada de España para salvarlo, y vivimos en nuestra casita de Viena. (IV.Theresianum Gass. N.G.)

Con sumo interés seguimos todo lo que pasa en nuestra querida España y nos alegramos infinito de que las relaciones de nuestro país y la República Argentina sean ahora tan cordiales.

Mi mujer y yo damos nuevamente un millón de gracias a Ud. por el amable envío de sus libros y con las mas cariñosas memorias quedo de Ud. muy apreciable Señor D. Hugo Wast.

                                                Su afectísimo


                                     Alfonso de Borbón y de Austria Este

                                                Infante de España




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miércoles, abril 04, 2012

¡Felices Pascuas!


Regina caeli, laetare, alleluia:
Quia quem meruisti portare, alleluia,
Resurrexit, sicut dixit, alleluia,
Ora pro nobis Deum, alleluia.


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miércoles, febrero 15, 2012

Mártires de la Tradición

Nos llega la invitación que hacemos extensiva a todos nuestros lectores para la Misa por los Mártires de la Tradición (según la forma extraordinaria) que tendrá lugar en la capilla Nuestra Señora Mediadora de Todas las Gracias, en la calle Venezuela 1318, de la Ciudad de Buenos Aires, el día sábado 10 de marzo de 2012, a las 19.00 hs.

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jueves, febrero 02, 2012

In memoriam

Con bastante demora y pidiendo disculpas por ello, transcribimos a continuación el siguiente obituario que recibimos.


El pasado 16 de junio de 2011 falleció el veterano requeté hispano argentino Luis Muro de Nadal. 

Su padre, Bernabé Muro, había emigrado a la Argentina desde España en la década de 1880 y era el propietario de la tradicional sastrería Casa Muro, en la esquina de las calles Bartolomé Mitre y Maipú, en la Ciudad de Buenos Aires, con la que había hecho una digna fortuna. Viajó a su país natal para buscar mujer y allí conoció y casó con Mercedes de Nadal. 

Uno de los hijos de la pareja fue Luis, que nació en España en 1915. Pero, a los 2 años, vino con sus padres a la Argentina. Aquí se hizo un argentino más. Asistió al Colegio del Salvador, de los padres jesuitas, y fue miembro de su Congregación Mariana. 

Mientras estudiaba Ingeniería, estalló el Alzamiento Nacional en España y sintió que la Patria, amenazada por el comunismo internacional, estaba en peligro. Abandonó todo y partió clandestinamente hacia la Península Ibérica en noviembre de 1936 para unirse a las fuerzas nacionales. 

Tras grandes vicisitudes, junto con otros compañeros y amigos hechos en el camino, alcanzó finalmente la zona nacional en Sevilla. Se unió al Requeté y, con éste, formó parte de la Columna Redondo. Allí fue conocido como el “requeté argentino”, ganándose el aprecio de los demás combatientes tradicionalistas. 

Peleó en el frente durante los siguientes tres años de la Cruzada. Y, terminada la contienda, regresó en 1940 a su patria adoptiva para retomar sus estudios. Se graduó como Ingeniero Civil y comenzó a trabajar en su especialidad. 

Conoció a Olga Gagliardi, con quien se casó en 1944. Junto con ella, además de criar 6 hijos, fue uno de los fundadores del Movimiento Familiar Cristiano en la Argentina. Fue también uno de los miembros fundadores de la Asociación Católica de Empresarios (hoy Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresa, ACDE). Dicen que era un buen jugador de tenis y de golf. Además, desde muy joven se dedicó a la navegación deportiva. 

En su vejez se dedicó a visitar enfermos en los hospitales públicos porteños. 

Falleció a los 96 años de edad. La misa de cuerpo presente fue celebrada en su casa de San Isidro por el R.P. Ignacio García Mata S.J. Lo sobreviven sus hijos, y numerosos nietos y bisnietos, residentes en la Argentina, España, los Estados Unidos, Méjico y República Dominicana. 

[Fotografía: Detalle de la publicada en la revista del Club Náutico San Isidro, nº 274 de diciembre de 2010.]

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miércoles, enero 25, 2012

Juicio de Residencia

Reproducimos el siguiente comunicado con algunas notas de aplicación local entre paréntesis.


Comunión Tradicionalista CarlistaJunta de GobiernoDelegación de Prensa
NOTA DE PRENSA 
PARA ACABAR CON LA CORRUPCIÓN Y EL DESPILFARRO:
LOS CARLISTAS RECLAMAN LA RECUPERACIÓN DEL JUICIO DE RESIDENCIA 
El ministro de hacienda [español] Cristóbal Montoro acaba de anunciar el deseo del gobierno de promulgar una nueva ley “de transparencia de Gobierno” contra el despilfarro que, en cierto modo, recuerda a la antiquísima institución de los “juicios de residencia” una de las prácticas de la tradición política española que fueron abolidas por el liberalismo en las mismísimas Cortes de Cádiz. [En la Argentina fueron suprimidos definitivamente por la Constitución de 1819 que copió del derecho estadounidense el "juicio político", institución ajena a nuestra tradición  y que, por lo tanto, nunca terminó de encajar.]
Ante este hecho los carlistas nos felicitamos por esta aparente vuelta al sentido común, aunque no podemos dejar de preguntarnos: ¿por qué ha tardado la actualdemocracia de partidos nada menos que 34 años en darse cuenta de la necesidad de esta nueva ley? [Ante lo inconducente del "juicio político", en la Argentina se han multiplicado instituciones "parche", como el Consejo de la Magistratura, que sólo han contribuido a generar mayor corrupción, confusión e ineficiencia.]
El antiguo juicio de residencia, que obligaba a los cargos públicos a dar cuenta de posibles enriquecimientos ilícitos fue abolido para la España peninsular por los liberales hace doscientos años dando paso al periodo más corrupto de nuestra historia. [Lo mismo aquí.] Desde entonces, unas cortes [aquí llamadas, según el caso, sala de representantes, legislaturas, congresos] vacías del sentido que tenía la soberanía social, respaldan sin la menor protesta el afán recaudatorio y el endeudamiento de los gobernantes. [Veamos, sino, el bochornoso espectáculo de aprobación del presupuesto anual por parte del Congreso Nacional: simple cálculo político-partidocrático donde el bien común no tiene cabida.] El sistema electoral basado en los partidos no ha servido para eliminar a los políticos malversadores o ladrones. Ni siquiera lo ha conseguido una maraña legislativa que ya recoge numerosos delitos tipificados pero que no se ha aplicado con el rigor necesario. El optimismo ingenuo de unos, unido a la pillería de otros han hecho posible esta situación que ha ido empeorando hasta el punto de levantar una ola de indignación generalizada por la pésima gestión de los bienes públicos. 
Una vez más el tiempo nos da la razón a los partidarios de la tradición política española cuando vemos que el liberalismo, como todas las ideologías, se ve finalmente obligado a rendirse ante la realidad. [Ojalá eso sucediese alguna vez en la Argentina.] Por el bien de las familias españolas, [hispanoamericanas y argentinas, también] esperamos que se adopten medidas que favorezcan siempre el bien común. 
Junta de Gobierno de la Comunión Tradicionalista Carlista
25 de enero de 2012
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La Tradición es la Esperanza

La Tradición es la Esperanza
Ayer

Y hoy